El klappvisier fue una evolución del bacinete, previa a la creación de los de pico de gorrión que ya estudiamos en una entrada anterior. Su traducción es bien simple: klapp visier significa visor plegable. Otra cosa es como lo llamaran en su época, pero para eso tenemos al sr. Tormenta, que en una anterior reencarnación debió ser el santo Isidoro y sabe más que nadie de etimologías.
Esta tipología surgió en Alemania durante la segunda mitad del siglo XIV, y su uso se limitó a Centroeuropa e Italia. Sin embargo, su peculiar morfología lo hacen merecedor de una entrada para él solito.
La evolución de este tipo de yelmo provino del cónico con barra nasal. Recordemos que, uno de los puntos flacos tanto del yelmo cónico, así como de los bacinetes más primitivos, era que dejaba la cara del combatiente totalmente expuesta a los golpes y flechazos del enemigo. Así pues, en Alemania surgió una variante del cónico con barra que, además de proteger la nariz, dejaba también a cubierto la boca y los pómulos, quedando a la vista solo los ojos y poco más.
La variación consistió en dos puntos principalmente, a saber: el almófar fue sustituido por un camal unido al yelmo mediante corregüelas, método este que, posteriormente, se extendió a todos los tipos de bacinetes. Y por otro lado, la barra nasal fue eliminada, colocando en su lugar un protector que, unido al camal, se enganchaba en la parte frontal del yelmo, tal como podemos ver en la ilustración de abajo.
Debemos observar que, al contrario que la barra convencional, que era plana, en este caso adopta una forma angular para encajar mejor la nariz en ella. En su parte inferior lleva unos orificios para facilitar la entrada de aire. El encaje se realiza mediante un tetón, que vemos en la parte inferior del frontal, y una palometa giratoria que bloquea el protector. De ese modo, anclado por dos sitios diferentes, se impedía que la pieza pudiera girar o desplazarse en caso de ser golpeada de través.
De esa forma, se lograba un conjunto más compacto, formado por el camal, el yelmo y el protector. Bajo el mismo, el combatiente sólo portaba la cofia habitual para evitar rozaduras. Obviamente, este método mejoraba en mucho la protección respecto al yelmo cónico con barra nasal convencional, especialmente en lo referente a golpes de filo con espadas o hachas, que serían detenidos o, al menos, frenados en mayor o menor grado por el protector.
Cuando no se estaba en combate, se podía abatir girando la palometa y el protector quedaba colgando del camal, tal como vemos en la imagen de la izquierda, perteneciente a una estatua de Günther von Schwarzburg ubicada en la catedral de Frankfurt-am-Main, y datada hacia 1345.
En este caso, el anclaje de la pieza es diferente al que hemos visto más arriba. Este consiste en un orificio cruciforme que, una vez acoplado en el tetón de la misma forma en el frontal del yelmo, queda cerrado mediante la pletina giratoria que vemos encima. Así mismo, se aprecia perfectamente el camal unido al yelmo mediante corregüelas. Tanto con este sistema de anclaje como con el anterior, el combatiente puede llevar el protector abatido para mayor comodidad hasta que llegase el momento de entrar en combate.
Pero, a pesar de la sustancial mejora, aún seguían quedando totalmente desprotegidos los ojos y, además, los golpes con armas contundentes podían seguir haciendo mucho daño. A pesar del protector, un mazazo directo en la zona frontal de la cara podría hundirlo sin problemas, triturando la nariz y los pómulos. Así pues, a algún cerebro gris se le ocurrió que, en vez del protector, sería mucho más eficaz añadir al yelmo una máscara que cubriese totalmente el rostro. Dicha máscara, acoplada en un bacinete, un yelmo más moderno y eficaz a la hora de repeler golpes por su morfología, darían al combatiente una protección casi similar a la del yelmo de cimera, pero sin tener que soportar el enorme peso de estos. De hecho, la estatua del sonriente Günther que hemos visto arriba aparece con el personaje portando bajo el brazo derecho un yelmo de cimera, que sería colocado sobre el casco cónico que ya lleva puesto en la cabeza.
Así nació el klappvisier, cuyo tipo más primitivo, surgido en la segunda mitad del siglo XIV, podemos ver en la foto. A la izquierda tenemos el bacinete desprovisto de camal. En el centro el visor desmontado, y a la derecha el yelmo preparado para su uso. El anclaje es mediante el mismo sistema que vimos en primer lugar, con la diferencia de que, bajo la pletina de la bisagra, llevaba pegado un trozo de cuero a fin de poder hacer presión al montarlo y que no tuviera holguras. Al abrirlo, su aspecto sería el mismo que aparece en la efigie sepulcral de cabecera, perteneciente a Hartmann von Kronberg (+ 1372). Al igual que el bacinete de pico de gorrión, si era preciso, se podía desmontar rápidamente el visor para disponer de un campo visual más amplio, cosa bastante usual a la hora de combatir a pie. Dicho visor va provisto de respiraderos en el lado derecho, quedando el izquierdo totalmente cerrado ya que era por ese lado por donde le vendrían casi todos los golpes, salvo que se enfrentase con un zurdo. Sin embargo, pronto debieron darse cuenta de que este tipo de visor con forma globular no era el más adecuado para repeler los golpes, especialmente los propinados con armas contundentes, así que, a finales del mismo siglo, apareció otro cuyo visor cuyo aspecto variaba sustancialmente.
Ahí lo tenemos. Como se ve, la morfología del visor ha cambiado de globular a ser muy angulosa, similar a la de los bacinetes de pico de gorrión. Pero mientras en estos últimos es redondeado, en este está formado por cuatro caras, formando una especie de prisma romboidal. De hecho, básicamente sería la misma tipología si no fuera porque este lleva un solo anclaje arriba, mientras el otro lleva dos, uno a cada lado.
Además, dicho anclaje se ha perfeccionado. Si observamos la bisagra del visor, va provista de dos orificios cuadrangulares, los cuales encajan en dos salientes con la misma forma en el frontal del bacinete. Se cierra mediante el giro de la pletina superior, dejando el visor sólidamente unido al yelmo. Este ejemplar está datado hacia 1400. Como se ve, se trata de una pieza cuidadosamente elaborada, con líneas pulidas y muy adecuado para repeler golpes. Sin embargo, su uso, como comentaba al inicio de la entrada, no trascendió más allá de Centroeuropa e Italia. Imagino que la razón fue simple: el visor de pico de gorrión era mucho más resistente al estar fijado a ambos lados del yelmo, mientras que este, caso de recibir un fuerte golpe lateral, podría incluso ser arrancado de cuajo. Además, su vida operativa no fue muy extensa. Aparte de la "competencia" con el de pico de gorrión, a lo largo del siglo XV surgieron yelmos mucho más eficaces, como la celada, que relegaron a la obsolescencia el elegante klappvisier.
Bueno, ya está todo dicho, así que, he dicho...
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