jueves, 16 de abril de 2020

Misterios misteriosos: La CHEIROBALLISTRA


Probos ciudadanos recreacionistas haciendo compañía a una CHEIROBALLISTRA, una versión mejorada del
SCORPIO que vimos en la entrada anterior. Por cierto que el del pañuelo colorado creo que no es un probo, sino una proba.
El ejército romano se moderniza, qué cosas...

En apenas tres días he aprendido a odiar a este chisme. En teoría, este artículo sería sobre tormentaria a secas, pero cuando me zambullí en las fuentes de que dispongo casi tuve que salirme corriendo porque el agua estaba helada, carajo. A pesar de que es una máquina relativamente conocida y que aparece en varias escenas de la Columna de Trajano, es un puñetero enigma dentro de un misterio encerrado en una adivinanza porque, aunque parezca increíble, hasta bien avanzado el siglo XIX no se tuvo constancia fehaciente de su existencia o, mejor dicho, sobre lo que verdaderamente era. Como decimos, en la Columna de Trajano aparecen en varias escenas como la que vemos a la derecha, en la dos BALLISTARII están emplazando una de ellas o cargándola para moverla de sitio. Bien, pues aunque la Columna lleva enhiesta desde el 113 d.C., aún hoy día se desconoce casi todo sobre ella a pesar de que los estudiosos en la materia llevan ya unos 150 años intentando descifrar el enigma. Por lo tanto, antes de dar cuenta de los pormenores de la máquina no estará de más ponernos al corriente de esta intrigante historia propia de frikis como el que escribe y los que me leen.

Esta es la copia más antigua que se conserva, datada entre los siglos X-XI.
Duerme el sueño de los justos en la Biblioteca Nacional de París a ver si
aparece otra copia más completa, si es que alguna vez se llegó a hacer
El fautor de los primeros datos fiables sobre la máquina fue Napoleón III (Dios maldiga al enano perverso de su tío), que al parecer tenía un gran interés en recopilar textos del mundo clásico para enriquecer la Biblioteca Imperial. Su más encumbrado bibliotecario era un tal Minoïde Minas, una especie de híbrido de auténtica y verdadera rata de biblioteca e Indiana Jones decimonónico. Cuando Minas palmó, entre sus papeles aparecieron unos escritos con una nota que decía que los había encontrado en el monasterio del Monte Athos, y rápidamente fueron incluidos en una edición de lujo sobre la artillería griega realizada por Carl Wescher y publicada en 1867 bajo el patrocinio del sobrino del enano. La obra, desgraciadamente incompleta, era la "Construcción y dimensiones de la cheiroballistra", de Herón de Alejandría (c. 10 a.C.-70 d.C.), un ingeniero y matemático griego que elaboró un detallado tratado sobre este artefacto en el que se describen ocho partes del mismo, cada una de ellas con su correspondiente ilustración en color. Abajo pueden ver una de las cuatro copias que se conservan, en este caso el Codex Parisinus Gr. 2442 (siglos XI-XII), de la Biblioteca Nacional de París, folios 68v a 70v y que, como pueden apreciar, hay que ser un máquina con los jerogíficos para descifrar ese galimatías porque, como alguna vez he comentado, estos textos suelen ser- y en este caso lo es- copia de una copia y traducción de una traducción que, para colmo, tienen dos problemas añadidos, a saber: uno, que los planos no son como los nuestros, con planta y alzado, sino que ambas perspectivas suelen ponerse en el mismo croquis. Y dos que, como también se ha dicho varias veces, se omiten muchos detalles en al referente al montaje o al uso de la máquina en sí porque los destinatarios del texto ya sabían de qué iba el tema, pero los que los vemos 20 siglos después no nos enteramos de nada. Y en este caso, para complicarlo aún más, según el profesor Aitor Iriarte, parece ser que el traductor se limitó a convertir las medidas romanas originales en griegas, pero a pelo. O sea, no se preocupó de convertir las medidas correctamente, sino a equiparar un dígito romano de 18,5 mm. a un dactilo griego de 19,3 mm.  Bueno, he ahí los planos y sus instrucciones.

Como ven, tan fácil como las instrucciones de los "muebles" de Ikea

Como vemos, aparecen parte del armazón y del bastidor donde se colocaban los resortes de cuerdas, pero no dice nada acerca del soporte, la caña, el deslizador y los mecanismos de disparo. O, sea, solo disponemos de aproximadamente un tercio de la información. Bien, en 1877, un ingeniero gabacho llamado Victor Prou publicó su interpretación de la máquina, de la que dedujo acertadamente que era para disparar dardos. Pero el nombre, cheiroballistra (balista de mano) le jugó una mala pasada porque dio por sentado que para sujetar el bastidor del arma hacían falta dos manos de bronce fundido a modo de agarraderas como podemos ver en la foto de la izquierda. La máquina, enteramente fabricada de metal, fue elaborada por Albert Piat. En resumen, que se cubrieron de gloria. En 1906, el profesor Rudolf Schneider refutó la reconstrucción de Prou asegurando que era un churro completo y que, además, el término cheiroballistra era en realidad un añadido del escriba bizantino que en su día tradujo la obra del latín. Sea como fuere, lo cierto es que Prou le echó imaginación con ganas a la cosa aunque con magros resultados.

No fue hasta 1969 cuando el profesor Eric Marsden recuperó el texto en su obra "Artillería griega y romana, evolución histórica" y concluyó que, en efecto, se trataba de una máquina de torsión de nuevo diseño para lanzar dardos, más perfeccionada que el SCORPIO de Vitrubio que ya conocemos. Lo que permitió corroborar sus deducciones fueron varios hallazgos de una serie de piezas de hierro llevados a cabo por Nicolae Gudea y Dietwulf Baatz en lo que fueron los últimos CASTRA romanos en el Danubio, Gornea y Orșova, consistentes en piezas claramente identificables con las del manuscrito pero de un tamaño bastante mayor, lo que ha hecho que algunos estudiosos como Iriarte hayan afirmado que, en realidad, la cheiroballistra que conocemos era parte de toda una familia de catapultas de distintos tamaños. De hecho, la que aparece en el manuscrito es bastante pequeñaja, tanto que podía usarse como si fuera una ballesta.


Alan Wilkins con la reproducción fabricada por Len Morgan. Obsérvese
que el sistema de accionamiento del torno es totalmente distinto al de
Marsden. Luego los veremos con detalle
En la foto superior vemos el kamarion (el arco superior del bastidor) aparecido en Orșova, de nada menos que 125 cm. de largo contra los apenas 43,5 del que aparece en el texto que, por cierto, a estas alturas ya nadie atribuye a Herón en el mundo académico, por lo que ha sido rebautizado como Pseudo-Herón porque no se sabe en realidad quién fue el verdadero autor o copista. Finalmente, en 1994 Alan Wilkins llevó a cabo una revisión completa tanto de la traducción del texto como del diseño de la máquina basado en los nuevos hallazgos que habían tenido lugar desde la época de Marsden afirmando que, en efecto, se trataba de una lanza-dardos a pesar de que, como se ha dicho, no había constancia del sistema de disparo, del deslizador y si en efecto disponía de un torno para tensar la cuerda, lo que fue aprovechado por los negacionistas de siempre para asegurar que, en realidad, la cheiroballistra no era más que una variante del gastraphetes o incluso un artefacto de menor potencia ya que si se llamaba "cheiroballistra" era porque se podía tensar a mano para disparar unos darditos birriosos que no matarían ni al chucho escandaloso del vecino. Pero los listos estos pasaron por alto un detalle, y era que tanto Herón como Filón hablaban de una máquina "capaz de lanzar un proyectil a una gran distancia y golpear con gran fuerza el objetivo señalado", ergo eso solo se podía hacer con un arma de gran potencia, y las armas de gran potencia no se tensaban a mano, sino con tornos. En fin, siempre hay tontos de baba que parece que van buscando como llevar la contraria al primero que se les ponga a tiro. De hecho, la reconstrucción llevada a cabo por Len Morgan (un experto de verdad en maquinaria clásica, no el calvo de Canal Historia) siguiendo las indicaciones de Wilkins dio como resultado un artefacto que requería una potencia de tracción de 335 kilos, alrededor de cinco veces más que la que necesita el arco recurvado o largo de más potencia.

Bueno, estos son grosso modo los antecedentes de la criatura que nos ocupa hoy. Como ven, es de esos misterios misteriosos que solo se resuelven si un buen día aparece un viejo pergamino apolillado con el resto de las piezas o, mejor aún, una máquina completa enterrada en un desierto donde la nula humedad del suelo haya permitido conservarla cuasi intacta. Mientras tanto, la ruta iniciada por Marsden, Wilkins e Iriarte son las que marcan la pauta y, mientras no surjan pruebas que refuten sus teorías, de momento lo que tenemos es básicamente un SCORPIO con un bastidor metálico que permitió imprimirle mucha más potencia a la máquina. Y no ya por su estructura enteramente metálica, sino por su morfología, en este caso de los kambestrion, o sea, los armazones que contenían las cuerdas. Si observamos el gráfico de la derecha, en la figura A vemos el armazón primigenio del SCORPIO de Vitrubio. Los peritretaion (los soportes donde se colocaban los kambestrion), eran ambos rectangulares. Como vemos, teniendo en cuenta que el límite de torsión dejaba los brazos de la máquina con una angulación de 20º respecto al eje longitudinal de la misma, solo tenían un recorrido de 23º cuando se disparaba. Obviamente, cuanto mayor sea ese recorrido más potencia tendrá la máquina. La figura B muestra una versión posterior en la que los peritretaion tienen una curvatura por la parte trasera, lo que le permite aumentar el recorrido hasta los 35º. Por último, en la figura C vemos el de una palintonoi (una BALLISTA para disparar bolaños), cuyos kambestrion tenían forma elíptica y les permitía aumentar hasta los 45-50º.

Bien, pues la cuestión es que la cheiroballistra adoptó para los kambestrion una forma con tenencia elíptica, como los palintonoi, además de una mayor separación entre ambos, lo que unido a la ausencia de un armazón de madera más voluminoso daba a los brazos de esta máquina mucha más capacidad de movimiento. Los 20º límite de torsión se vieron aumentados en 6º, llegando a apenas 14º y, lo más importante, el recorrido de los brazos al disparar el arma alcanzaba un mínimo de 69º. Por mera lógica, el dardo estaba más tiempo sometido al empuje de la cuerda, ergo su velocidad aumentaba de forma notable respecto a los SCORPIONIS de Vitrubio y, por la misma razón, su alcance y su precisión eran mayores. Debemos tener en cuenta que la configuración en palintono era propia de las BALLISTÆ, y no de las euzytonoi (lanza-dardos) si bien la idea de adaptar una BALLISTA  para lanzar dardos ya venía de antes. Al parecer, en el 49 a.C., durante el asedio a MASSILIA (actual Marsella) a manos de César, los sitiados usaron este tipo de máquinas para disparar enormes dardos de 12 pies romanos (3,56 metros) contra las defensas romanas, atravesando hasta cuatro cestones de la barrera para luego clavarse en el suelo. 

Otro aspecto a tener en cuenta era la capacidad visual de los BALLISTARII que servían un SCORPIO o una cheiroballistra. En la foto superior vemos que la DIOPTERA del SCORPIO, protegida por una chapa de hierro, apenas deja libre el hueco por donde saldrá el dardo, por lo que los BALLISTARII tenían que apuntar tomando una referencia por encima o por un costado del armazón, aparte de no tener la posibilidad de adelantarse a los movimientos del objetivo porque, simplemente no podía ver lo que tenía delante cuando estaban cargando la máquina. Abajo tenemos una perspectiva similar, en este caso de una cheiroballistra y, como salta a la vista, el panorama es completamente distinto. El campo visual es sumamente amplio, prácticamente no hay nada que pueda estorbar a la hora de hacer puntería, y los BALLISTARII sabían en todo momento lo que tenían delante de ellos. Para apuntar podían enfilar el objetivo con el mismo dardo, si bien hay quien sugiere que podían usar el kamarion (el arco superior del armazón). Yo no lo tengo claro en ese sentido y, de hecho, ni siquiera le encuentro utilidad a esa curvatura porque no influye para nada en el funcionamiento de la máquina así que solo me cabe la posibilidad de que pudiera usarse cuando se disparaba con un ángulo muy elevado, como aparece la máquina en la foto de Wilkins que hemos visto más arriba, para ofender a enemigos dentro de una fortificación o para que pasasen sobre las filas del ejército propio cuando se usaban en batallas campales. Y a todo ello añadir que en el caso de la cheiroballistra era materialmente imposible que el dardo golpease el interior del armazón al salir disparado, e incluso, como en el caso de la catapulta de Hatra, se podían disparar dos dardos al mismo tiempo al haber sitio de sobre para ello.

Réplica basada en el modelo de Marsden con los kambestrion protegidos
por sendos cilindros de cobre
Otra mejora notable sobre el SCORPIO radicaba en que el riesgo de verse afectada por el fuego era menor, al menos en lo concerniente al armazón y las cuerdas. Como es de todos sabido, el principal objetivo de una guarnición sitiada ha sido siempre destruir las máquinas del enemigo. Desde que se inventó el primer ingenio hasta que la artillería acabó relegándolos a la obsolescencia, la única forma de hacer desistir a los sitiadores era destruyendo su tormentaria, y la única forma de hacerlo era incendiándolas, bien a distancia lanzándoles proyectiles o pellas ardientes, o bien llevando a cabo una espolonada con el tiempo justo de rociarlas de aceite o brea, arrimarles una antorcha y salir echando leches de vuelta al castillo. Por esto motivo, a una cheiroballistra podrían quemarle el soporte que podía ser fácilmente sustituido y, a lo sumo, las cuerdas de los resortes. De hecho, incluso si la misma máquina usaba proyectiles incendiarios como FALARICÆ o MALLEOLI podía ocurrir un desastre y acabar viéndola arder como una tea. Pero precisamente su construcción a base de piezas desmontables sin un solo remache permitiría que, llegado ese caso, pudiera sustituirse un kambestria (el conjunto de arandelas y cuerdas que formaban el resorte) ya pretensado y listo para entrar en acción. Solo había que extraer las cuñas que la ajustaban en su posición, remover la estropeada y colocar la nueva, lo que se podía hacer en pocos minutos. Por otro lado, aunque no se menciona en ningún texto, sí podemos ver en todas las máquinas que aparecen en la Columna de Trajano los kulindroi chalcoi, unos cilindros de cobre de quita y pon como los que vemos en la foto de la izquierda. Este accesorio, además, no solo protegía del fuego las cuerdas, sino que también las resguardaba de la humedad. Un repentino chaparrón las empaparía, destensándolas por completo hasta que se secasen, lo cual podría requerir horas e incluso días en los que la máquina quedaría inutilizada. 

Finalmente, antes de pasar a los entresijos de la máquina, conviene detenernos en las CARROBALLISTÆ que aparecen en la Columna de Trajano y que podrían ser considerados como los primeros vehículos de combate armados de la historia, porque los carros de guerra convencionales eran meros medios de transporte para los combatientes. La imagen que vemos a la derecha podría inducir a pensar que era solo la forma de transportarlas de un lugar a otro pero, si nos fijamos, el BALLISTARIVS que aparece tras el carro está accionando el torno, así que su colega que va dentro sería quizás el encargado de cargarla y apuntarla. Por otro lado, tenemos el testimonio de Flavio Arriano, gobernador de Capadocia, que en el 134 d.C. tuvo que hacer frente a los alanos, unos sujetos muy desagradables con los que no eran de su tribu. Se enfrentó a ellos con dos legiones y un contingente de caballería y arqueros auxiliares, además, de las 110 CARROBALLISTÆ de dotación entre las dos legiones. 

Otra escena en la que vemos a un BALLISTARIVS ayudando a superar una
pendiente. Cada carro iba tirado por dos mulas, lo que me hace suponer que
tanta acémila para tan poco carro cargado con una máquina relativamente
ligera estaba ideado para desplazarse con rapidez sin agotar a los animales
Según narra él mismo, las desplegó en las alas, tras las líneas de arqueros, siendo los primeros en hacer llover sobre los enemigos una andanada de proyectiles a la nada despreciable distancia de unos 500 metros. A continuación, cuando habían acortado la distancia a la mitad, les hizo llegar otra de dardos ligeros y bolaños del tamaño de una naranja. Solo cuando estaban cerca fue cuando los arqueros se encargaron de rematar la escabechina. Obviamente, disponer de máquinas capaces de lanzar proyectiles con una cadencia razonablemente alta para un artefacto de este tipo y, encima, dotados de movilidad para proporcionales una mayor flexibilidad táctica debió ser toda una innovación en aquella época. Por cierto que, si comparamos el soporte de estas máquinas con los de los SCORPIONIS, vemos que les falta el soporte delantero. El motivo era precisamente para darles cabida en los carros reglamentarios romanos, cuya caja media 5 pies romanos (aprox. 150 cm) de largo. Este detalle, que podemos ver en la Columna, permitió intuir con, creo yo, bastante certeza como debió ser el armazón original de la cheiroballistra aunque en los textos que se conservan no se diga nada al respecto. Y para terminar, un par de detalles: estas máquinas estuvieron operativas al menos hasta el siglo III o IV, y contrariamente al sistema modular del SCORPIO, por el que sus medidas se basaban en fracciones o múltiplos del orificio de los peritretaion, en los documentos sobre las cheiroballistras se dan las medidas de cada pieza sin más, pasando de tener que hacer cálculos constantemente en base a una cifra concreta


Bueno, grosso modo esto es lo que podemos decir con relativa certeza sobre la cheiroballistra. Pasemos ahora a los detallitos chorras apuntilla-cuñados...




Figura A. Ahí tenemos una vista en tres cuartos del soporte que en su día recreó Wilkins y basado, como hemos dicho, para darle cabida en la pequeña caja de los carros del ejército. Básicamente tiene el mismo funcionamiento que el de los SCORPIONIS: una columna central apoyada en dos soportes laterales colocados a 45º y un tercero hacia atrás donde se sustenta el puntal que permite regular el ángulo de inclinación de la caña y el deslizador. Para darle el máximo ángulo bastaba con sacar el puntal de la caja situada bajo la caña, girarlo hacia abajo y con eso la caña queda libre de cualquier apoyo.



Figura B. Vista de perfil de la máquina. En este caso, en vez de las poleas usadas en el SCORPIO, según Wilkins se usaron dos palancas provistas cada una de un trinquete como si de carracas se tratase, de forma que el cargador actuaba alternando una y otra sin tener que sacar la palanca para pasar al orificio siguiente de la polea. Este sistema agilizaba enormemente el proceso de carga. En la culata vemos la pieza en forma de arco que nos recuerda al gastraphetes y que aún no se sabe con exactitud si su posición era horizontal o vertical. Iriarte opina que era horizontal, mientras que Wilkins lo sitúa, como vemos en el gráfico, verticalmente, opción por la que me inclino por una sencilla razón: parece la opción más útil para que el BALLISTARIVS apoyase el hombro para apuntar el arma. Puesta en posición horizontal no le veo sentido alguno. Bien, delante de las palancas de carga vemos el asa que permitía hacer avanzar el deslizador. Cuando el arma se disparaba, el mecanismo de carga tenía que avanzar para volver a enganchar la cuerda, y para eso bastaba con mover el deslizador hasta que la serpiente la enganchase. Justo delante de la palanca tenemos el mecanismo de disparo, supuestamente similar al del SCORPIO, y en el extremo podemos ver el kambestria, aunque sin los resortes para que se pueda ver mejor como estaba fijado a la caña.



Figura C1: Costado izquierdo de la caña con el mecanismo de carga recreado por Marsden. En este caso, consta de un simple trinquete cuya uña está provista de una palanca para liberar dicho trinquete cuando había que recargar la máquina. 



Figura C2: Costado derecho de la misma máquina, con una polea accionada por cuatro palancas fijas. Obviamente, este sistema era más lento y requería de mayor esfuerzo que las dos palancas del modelo de Wilkins. 



Ahí tenemos las piezas del armazón que sustentaban los kambestrion con las cuerdas. Todas ellas eran de hierro, o al menos eso se supone aunque también podrían ser de bronce.



A1 y A2: Vistas de perfil y planta del kamarion (arco), que como ya hemos visto es la pieza superior del conjunto. Se fijaba a los kambestrion mediante las lengüetas que aparecen en los extremos mediante cuñas de hierro (luego lo veremos con más detalle). Como ya se comentó anteriormente, gracias a este sistema cualquier pieza dañada podía ser sustituida por una de repuesto en menos que un cuñado se ventila un malta de 24 años sin respirar siquiera.



B1, B2 y B3: Esas tres piezas formaban la klimakion (escalera, por su aspecto visto desde arriba). Cumplían la misma misión que el kamarion, pero por la parte inferior de los kambestrion. Los dos laterales estaban unidos mediante tres rectángulos metálicos, a, b y c, que eran remachados formando un todo extraordinariamente sólido para resistir las grandes tensiones que soportaba el armazón. Además, en los pequeños orificios que vemos en el centro era donde, mediante unas piezas en forma de T, se fijaban al kanones duo, o sea, el conjunto de caña y deslizador.



Y en este gráfico tenemos los brazos y las tres piezas que formaban el kambestrion. A1 y A2 son el bastidor donde se alojaban las cuerdas. En A1 tenemos la vista lateral con el arco que queda posicionado hacia la parte exterior del conjunto, lo que le permitía aumentar el ángulo de apertura. A2 es una vista frontal y en ella podemos apreciar las piezas en forma de U donde se encastraban las lengüetas del kamarion y el klimakion que hemos visto en el párrafo anterior. B es la pieza donde se fijaban las arandelas o barriletes que sujetaban y tensaban las cuerdas y que no reproducimos porque son los mismos que los del SCORPIO, de modo que el que no se acuerde que lo vea en el artículo anterior. Llevaba dos, una arriba y otra abajo y, no lo olvidemos, tenía era forma elíptica para contribuir al aumento del ángulo que podían alcanzar los brazos. Los cuatro orificios que presenta eran, como ya sabemos, para tesar las cuerdas cuando a causa de uso o la humedad se aflojaban. Y en la parte superior del gráfico podemos ver los brazos. Al tener más potencia que un SCORPIO, estaban reforzados por una pletina metálica rematada en un gancho donde se colocaba la cuerda, que podía tener 7 mm. de diámetro o más en función al tamaño de la máquina. Así pues, al brazo de madera C1 se le abría una mortaja para dar cabida a la pletina de hierro C2. El conjunto eran asegurado en su parte trasera mediante una arandela de hierro y con un encordado en la delantera como vemos en C3.



Y por último, aquí tenemos una vista frontal del bastidor completo de la cheiroballistra con todas las piezas que se han ido describiendo, por lo que poco queda ya que explicar. En el detalle A vemos las piezas antes mencionadas para fijar la klimakion al kanones duo. Como la klimakion tenía dos piezas iguales, una delante y otra detrás, en total se requerían cuatro de estas T's para asegurarla, quedando sólidamente unida a la caña. En el detalle B vemos de cerca como se montaban las piezas. La lengüeta pasaba por la presilla y se fijaba con una cuña de hierro que impedía que se saliera de su sitio, pero para darle la altura necesaria y, por ende, bloquearla totalmente, había que añadir debajo dos cuñas más, de madera en este caso, que empujaban la lengüeta hacia arriba. Por lo demás, podemos ver los pasadores que regulaban la tensión de las arandelas, las pletinas de hierro embutidas en las palas y el encastre en cola de milano del deslizador con la caña similar al del SCORPIO. Solo la elaboración de este puñetero croquis me llevó toda la tarde y parte de la noche de ayer  aunque no lo parezca, y más que una donación por desgaste neuronal merece un lote completo de neuronas nuevas con dos años de garantía, porque no imaginan lo laboriosos que son estos puñeteros dibujitos.


Las flechas rojas señalan las piezas que unían la klimakion a la caña.
La amarilla, el asa que permitía hacer avanzar el deslizador para
recargar el arma. Esta máquina también está basada en
la reproducción de Wilkins
Bien, criaturas, con esto terminamos. Aunque sea un misterio misterioso, al menos saben ya de las cheiroballistras muchísimo más que cualquier cuñado incluyendo el calvito del Canal Historia. No obstante, haremos una puntualización más porque ha habido quien lo ha preguntado: ¿qué pasa cuando se disparaba este chisme? Bien, lo explicaremos de forma que todos lo entendamos, y conste que el proceso es el mismo para el SCORPIO. Como ya sabemos, todo el sistema de tornos funcionaba a base de trinquetes. Una vez que se disparaba y había que volver a enganchar la cuerda, era necesario hacer avanzar el deslizador hasta la misma. O sea, no se desenrollaba la cuerda del torno, sino que se empujaba el deslizador por el asa situada tras el mecanismo de disparo ya que ambas piezas, deslizador y mecanismos, estaban unidos. Previamente se liberaban los trinquetes, y a continuación se empujaba el deslizador como se ha dicho, tirando a su vez de la cuerda que, también a su vez, hacía girar el torno. De ese modo, la cuerda no se enredaba ni se formaban nudos, manteniéndose relativamente tensa. Cuando la serpiente alcanzaba la cuerda de los brazos se enganchaba, se aseguraba con la palanca de disparo, se bloqueaban los trinquetes y se hacía retroceder todo el conjunto de deslizador-mecanismos de disparo accionando el torno con el sistema que tuviera instalado la máquina. 


En fin, no creo haber olvidado nada, y si lo he olvidado pues lo siento en el alma, lo juro.



Güeno, s'acabó lo que se daba. Ehto m'ha dejao p'al arrahtre, cohone...



Hale, he dicho

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