viernes, 13 de octubre de 2023

CUOTAS DE IGUAL DA

 

Ahí tienen a las principales fautoras de la más perversa y maligna ideología basada en el odio al hombre por el simple hecho de haber nacido hombres. Gracias a ellas, todos somos maltratadores, violadores, malvados, indignos de toda consideración y tratados como los zánganos de la colmena. Eso sí, los planchabragas que las jalean son separados del rebaño para recibir un trato menos injusto

Se siente, pero sigo padeciendo una sequía mental semejante a la que sufrimos por obra y gracia del metano expelido por las ventosidades del ganado vacuno que criamos a destajo para no privarnos de buenos chuletones. Sí, la artillería de galeras está enmoheciéndose, pero la desidia, la incuria y la pereza me superan, de modo que optaré por un nuevo articulillo de opinión para dejar constancia de que aún no he entregado la cuchara. Así pues, hoy hablaremos sobre la igual da o, mejor dicho, las cuotas de igual da, algo que, si les digo la verdad, me da igual. El Criador fizo al hombre libre como para que venga una barragana misándrica y enferma de odio seguida por una legión de palmeras zombificadas a decirnos cómo hablar, qué personal contratar en nuestras empresas, qué tareas debemos llevar a cabo en el hogar, negarnos la presunción de inocencia propia de un estado de derecho, etc. Esto último me enerva bastante porque la disfruta hasta un terrorista pillado in fraganti, habiendo que presentar pruebas que demuestren que el que encendía la mecha de la bomba era él, mientras que a los hombres normales se les niega toda credibilidad por ser hombres.

En lo tocante a la cosa laboral, la barragana insiste en que hay que establecer cuotas por sexo- género según ella- en los consejos de administración de las empresas del Ibex 35, para lo cual exhorto a los miembros varones de dichas empresas que se jueguen a los chinos en la cafetería cuáles deben ir al juzgado a cambiar de sexo, género o como se llame para, gracias a la risible ley de la barragana, igualar el número de hombres y mujeres en dichos consejos de administración echando una firma en un papel que diga que, desde ayer tarde, se autoperciben hembras. La barragana no tiene en cuenta la capacidad, la validez o los méritos del personal para optar al cargo, sino solo que tenga una rajita a unos 25 cm. al sur del ombligo ya que es de todos sabido que la rajita es hoy día la llave que todo lo abre. También protesta afirmando que hay pocas hembras en las carreras técnicas, a las cuales puede acceder cualquier ciudadano, ciudadana o ciudadane sin que le pregunten por su sexo, apetencias sexuales o ideología. Pero la barragana es tan obtusa- no se puede pedir mucho de una prójima que ha llegado al banco azul usando los mismos métodos que Salomé para engatusar a Herodes Antipas- que no se para a pensar que quizás a los entes de su mismo sexo no gustan de ese tipo de carreras. En todo caso, jamás he oído que proteste porque, por ejemplo, en la judicatura haya más mujeres que hombres, o en enfermería, o como matronas, o en el profesorado de primaria... O por qué a las hembras no les suelen cobrar para entrar en las discotecas pero a los machos sí. O no dice ni pío de la brecha salarial entre los machos que ejercen de modelos, que ganan muchísimo menos que sus colegas hembras, o por qué cuando el barco se hunde aún se dice eso de "las mujeres y los niños primero" más un larguísimo et cétera.

Pero, en realidad, lo que diga la barragana es irrelevante. Su tóxica presencia tiene fecha de caducidad, y más pronto que tarde pasará a la galería de las penumbras, donde solo se recordará su nombre para ponerla a caldo; al cabo de un tiempo, accederá a la galería de los olvidados, donde solo será protagonista de algún chascarrillo y, finalmente, será trasladada a la galería de los vaporizados, uséase, donde ya nadie la recordará ni siquiera por su maldad intrínseca, su misandria patológica y sus severos trastornos obsesivos compulsivos. Cuando la palme en el momento en que Dios así lo disponga, la prensa ni siquiera le dedicará un breve obituario porque nadie se molesta en recordar a los que residen en la galería de los vaporizados, cuya memoria está más extinta que los dinosaurios.

Bien, es habitual que aparezcan en las sugerencias de Yutube cortos de ciudadanas protestando por la perversidad viril, porque juran que ganan más que ellas por el mismo trabajo aunque jamás aportan una prueba, de que son objeto de miradas lascivas o de que no pueden volver tranquilamente a casa solas, a las tantas y borrachas como cubas, lo que por cierto también es aplicable a los hombres, que serán víctimas de un robo o cualquier villanía en un caso similar. Vemos a diario como las inopes mentales de la barragana exigen que a los hombres se les relegue al papel de meros productos cárnicos con menos derechos que un macaco destinado a experimentos científicos, y ya hay algunas que incluso no verían mal que se nos recluyera en campos de trabajo porque, aseguran, no servimos absolutamente para nada, y que ellas serían capaces de mover el mundo sin necesidad de soportar nuestra nociva presencia y nuestros ronquidos en el tálamo conyugal. Simplemente nos odian porque su mínimo intelecto no les permite cuestionar las gilipolleces que oyen, y parece que se han olvidado de que sus padres tuvieron un 50% de la culpa de haberlas engendrado enhoramala.

Ellas moverían el mundo, dicen, pero a continuación veremos una serie de oficios cotidianos (no mencionaré los habituales en estos casos como asfaltar carreteras, etc., que todo el mundo saca a relucir, sino aún más frecuentes y que pasan desapercibidos) en los que, al menos yo, jamás he visto a una sola mujer ejerciéndolos. Y no solo eso, sino que tampoco he oído a la barragana exigir cuotas de igual da para los mismos ya que en ninguno de ellos se trabaja cómodamente sentado en una oficina con aire acondicionado o calefacción, con un extenso surtido de máquinas expendedoras en el pasillo, un baño impoluto que limpian y desinfectan cada dos horas, con un refrescante aroma a lavanda en el edificio, suelos que chirrían de limpios, jefe elegante, amable y, por supuesto, homosexual, para que no se sientan acosadas o ser objeto de deseos perversos, y encima cobrando 3.500 limpios de polvo y paja al mes. Empecemos...


Díganme, probos lectores, ¿cuándo han visto a una ciudadana manejando un camión hormigonera? No es un trabajo fácil porque hay que mover piezas pesadas. Inicialmente, hay que bascular la prolongación del canal de vertido que pesa lo suyo y, si hace falta, añadir las extensiones que vemos en los guardabarros traseros. Cuando comienza el vertido, a veces hay que mover de izquierda a derecha el canal que va atiborrado de hormigón hasta que éste se termina. Finalmente hay que limpiar las piezas con una manguera y colocar cada una en su sitio antes de salir echando leches a la fábrica a por más mezcla. Y todo ello, naturalmente, haga frío o calor, esté nublado o pegue un sol de justicia y, si te da un apretón, pues te buscas algún sitio discreto salvo que en la obra haya un retrete químico que hiede a trinchera de la Gran Guerra y absolutamente asqueroso. Ah, y no hay ambientador con aroma a lavanda disponible, faltaría más. Sea como fuere, en este oficio no hay paridad ni se la espera, me temo.


Para desempeñar este oficio no hace falta una fuerza física excepcional y, en todo caso, lo que hacen cuatro hombres pueden hacerlo seis mujeres, como por ejemplo descender al difunto y su cajón a la fosa o meterlo en el nicho. Pero creo que el trabajo de sepulturero es de los más desagradables que existen, y no ya porque hay que enterrar gente y convivir con la muerte y el dolor a diario, sino porque también hay que abrir nichos, tumbas y reparar desperfectos, etc., tareas que se suelen llevar a cabo a puerta cerrada. Ahí ven a un par de probos enterradores sacando una capacha de restos de un panteón familiar que, intuyo, tampoco huele a lavanda. No digo que no haya una sola ciudadana sepulturera en España, pero no creo que abunden. De hecho, yo no he visto a una sola en mi vida, y tampoco letreros o anuncios solicitando personal para reponer a los que se jubilan en los que se indique expresamente que la mitad de los candidatos tendrán que ser mujeres. Total, para algo tan asquerosillo como manejar osamentas pútridas ya están los tíos, ¿no? Prosigamos...


Dudo muy mucho que algún SPECVLATOR de la barragana se haya molestado en encaramarse en una torre de alta tensión para comprobar si cumplen la cuota paritaria. Más aún, me jugaría cuatro docenas de cigalas a que jamás ha habido una sola solicitud mujeril para el desempeño de semejante oficio, donde colijo se echa más tiempo en subir y bajar que currando en lo alto de la torre. Esos probos pelacables no tienen que ceder su puesto a ciudadanas empoderadas y quejosas porque se les discrimina a la hora de compartir arnés y demás artilugios de seguridad para, en caso de despiste, no acabar estampado contra el suelo. Además, las torres carecen de aseos y, en caso de apretón o poliuria intensa, no hay otra que descargar los fluidos de desecho corporal sobre un suelo situado a 50 metros de distancia o incluso más. Pero si desaparecen los malvados hombres, ¿quién se tendría que encaramar en la torre, con lo desagradable que debe ser verse ahí arriba en pleno invierno en la provincia de Soria o en pleno verano en la de Sebiya? 


Porque, no nos engañemos, currar en las alturas es un coñazo y, peor aún, peligroso. Un despiste te puede costar la vida o, como poco, una costalada suntuaria que te supondría una baja bastante enojosa o quedarse tullido de por vida, y más en países como el de la foto, donde un andamio homologado es una utopía. Pero bueno, las de la foto de cabecera dirán que si un currante se parte la crisma, pues un maltratador machista, fascista, homófobo, tránsfobo y putañero menos en el mundo, esa arcadia que prometen a sus acólitas donde ellas serán las dueñas del cotarro y los machitos serán relegados a la condición de proveedores y consoladores cárnicos.


Está de más decir que la fobia a las alturas impediría disponer de ciudadanos que se pasen ocho horas al día en una guindola para mantener reluciente la fachada de un rascacielos de cristal de 82 plantas y donde tampoco hay aseo, ni aire acondicionado, ni calefacción ni, por supuesto, aroma a lavanda. Tampoco se tiene noticia en este caso de inspectores del Ministerio de Igual Da que se hayan descolgado 35 pisos desde la azotea para comprobar si se cumple que un 50% de los émulos del Hombre Araña sean féminas sin vértigo.

¿Y qué me dicen de los pescadores y pescadoras? Ah, ¿qué no recuerdan haber visto que la tripulación de un pequero la formen mitad y mitad, o incluso que haya siquiera una "miembra" a bordo? Pues, ahora que lo mencionan, yo tampoco lo recuerdo. He visto mariscadoras currando a base de bien en las orillas, y mogollón de ellas en la industria conservera. Los hombres buscan la materia prima y ellas la envasan. Sería justo, ¿no? Pero... no, la verdad. Los riesgos que se corren en un barco son muchísimo mayores que los de una conservera. De hecho, no es raro tener noticia de algún barco hundido cuyos tripulantes se han ido al fondo para siempre jamás, pero en las conserveras no se ha ahogado nadie, que yo sepa, salvo que se haya atragantado alguna operaria con una anchoa feucha que, en vez de tirarla, se la zampó para matar el gusanillo.


Pero, ojo, no solo los currantes marítimos se arriesgan a perder sus vidas, sino también los de secano. Ahí ven a un maderero dándole a la motosierra y, por lo visto, es uno de los oficios más peligrosos que existen y donde se producen mogollón de accidentes de todo tipo, desde la rama gorda que se te cae encima a la motosierra descontrolada que te rebana una pierna. Por lo demás, ¿se imaginan ese trabajo cuando no existían las motosierras y todo era a golpe de hacha y serrucho? Absolutamente... agotador... ¿O no? Por cierto, aquí tampoco hay aseos impolutos y, en vez de aroma a lavanda, huele a resina de pino o a eucalipto.


Y no solo son chungos los trabajos lejos de la ciudad, sino también dentro. Vemos muchas ciudadanas barrenderas pero, ¿han visto alguna subida en el estribo de un camión de la basura moviendo pesados contenedores atestados de desechos? Uno de esos dos currantes debería ser una de ellas según las obligadas cuotas de igual da, que me temo tampoco ponen especial celo en lo referente a este oficio donde, además de no disponer de aseos, en vez de oler a lavanda huelen a... basura.


Otro trabajo que creo está exento de cumplir las cuotas paritaria es la industria petrolífera, que es un oficio bastante peligroso, pringoso y extremadamente duro, para no hablar de las plataformas ubicadas en el mar y donde su personal se acojona bastante cuando arrecia un huracán, los bambolea una tormenta apocalíptica o el helicóptero de rescate no puede despegar a causa del mal tiempo. De hecho, ninguna quiere irse a un sitio semejante porque, según tengo entendido, los turnos son de varios meses en la plataforma y otros tantos en casa, motivo por el cual se gana un muy jugoso estipendio. Sin embargo, ni siquiera hay cola por parte de los malvados machistas para largarse a una plataforma en el Atlántico Norte a pesar de que estos sí disponen de aseos, pero no de ambientadores con aroma de lavanda.


La industria metalúrgica tampoco parece ser del agrado del mujerío. Currar a escasos metros de crisoles a una temperatura muy elevada y embutido en un traje de amianto cancerígeno que no ha sido perfumado con lavanda no es nada gratificante. Antes al contrario, huele fatal, se suda la gota gorda, se corre peligro de sufrir quemaduras chungas y, en resumen, resulta un poco bastante muy agotador como para exigir que se cumpla la cuota de igual da. Mejor se lo dejan a los machistas opresores, y si alguno se carboniza que se ponga mercromina y una tirita, qué carajo...


En fin, criaturas, podría seguir hasta el infinito y más allá, pero no creo que haga falta. De hecho, ya ven como oficios milenarios como el de picapedrero o herrero son poco o, mejor dicho, nada demandados por las mujeres. Se hace muy, pero que muy pesado pasar hooooras y hooooras dándole al martillo mientras te salpican esquirlas de piedra o chispas de la fragua. Total, se está mejor en una oficina con aseos relucientes y ambientadores de lavanda, ¿no?

COLOFÓN: No pretendo con esto infravalorar a las mujeres. Muchas, la inmensa mayoría, se han deslomado para ayudar a sacar a sus familias adelante, muchas han parido bajo un olivo porque rompieron aguas recogiendo aceitunas, muchas se han partido la espalda lavando ropa a mano, muchas se han dejado los ojos cosiendo, muchas han acudido a los frentes de batalla a curar y cuidar los heridos en combate, etc. etc. etc. Más aún, muchas han dado ejemplo de una capacidad intelectual fuera de lo común, y nadie podrá negarles sus méritos.

Lo que sí pretendo con esta monserga es, simplemente, manifestar a las arpías de la foto de cabecera que se dejen de demagogia barata, de lavar el cerebro a las crías para que nos vean como el enemigo a batir, y que dejen de una puta vez de meterse en la vida de la gente, y que cada cual trabaje en lo que quiera, sepa o pueda. El intrusismo del estado en la vida de la ciudadanía es ya una distopía pavorosa, y lo peor es que hay imbéciles e imbécilas dispuestos a aplaudir sus iniciativas. Pero, por mucho que se empeñen, la biología es la que es, y la evolución se ha encargado de hacer al hombre más fuerte, más decidido y el protector de la familia, esa que estas gárgolas se empeñan en destruir como sea. Y a la mujer la ha destinado a crear la vida, a cuidar de sus crías y del hogar, independientemente de que hoy día hagan falta dos sueldos para salir adelante. Pero eso no cambia los dictados de la Naturaleza por mucho que se empeñen en lo contrario.

Hombres y mujeres somos complementarios, no enemigos. Basta ya de sembrar el odio al hombre. 

Hale, he dicho

Se desgañitan exigiendo sus derechos, los cuales tienen reconocidos por ley desde hace décadas. Por lo tanto, ¿qué carajo quieren? PRIVILEGIOS. Y a todo esto, ¿por qué no se solidarizan nunca con sus congéneres de los países musulmanes, dónde se las deja morir porque no toleran que un médico las reconozca, dónde casan crías impúberes con tíos de 40 tacos, dónde lapidan a las que son violadas y, en resumen, se aplica a rajatabla la sharía? Son la personificación de la más nauseabunda HIPOCRESÍA




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