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Estos mozalbetes tan serios, con jetas de fieros nibelungos y que chorrean seguridad en sí mismos serían, en teoría, los herederos del Reich de los Mil Años preconizado por el ciudadano Adolf, un Nuevo Orden mundial donde la raza aria cortaría el bacalao mientras el resto del personal se limitaba a dejarse someter porque eso de ser esclavo de un ario es lo más guay del planeta. Sin embargo, los que vivieron para verlo lo único que heredaron fue un país arrasado, dividido durante décadas y tachados de criminales por el resto de las naciones del mundo. No obstante, el lavado de cerebro fue tan fastuoso que la mayoría de los supervivientes jamás reconocieron su error al adorar a un acuarelista fracasado |
Cuando salen a relucir las Juventudes Hitlerianas, los cuñados más puestos en la materia afirman rotundamente que esta organización fue el semillero o, mejor dicho, el criadero, de los invencibles guerreros que sustituirían a los caídos en combate por la Gran Alemania, los depositarios de los elevados principios patrios propalados por el nazismo que, tras la victoria final, se encargarían de poner las peras a cuarto a los vencidos, limpiarían Europa de judíos, eslavos y demás razas inferiores y la convertirían en su cortijo. En esta ocasión, los cuñados no mienten como bellacos, como es habitual en ellos, pero es posible que no tengan ni puñetera idea de cómo surgieron las Juventudes Hitlerianas que, como concepto de organización juvenil para inculcarles un ideario, en realidad estaban ya más que inventadas desde mucho antes de que al ciudadano Adolf le diera por empezar a dar discursos en las cervecerías muniquesas. Más aún: el ciudadano Adolf aún jugaba al aro en su Braunau am Inn natal bajo la lánguida y azulada mirada de su madre cuando Alemania ya rebosaba de ligas, organizaciones y sociedades juveniles de todo tipo e ideologías y, para colmo, para llegar a las Juventudes Hitlerianas por todos conocidas tuvieron que transcurrir varios años de "rodaje" hasta poner un poco de orden en aquel maremagno de entusiastas y vehementes mocitos que tenían muy claro como arreglar el mundo, cada uno a su manera, naturalmente.
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Es más que probable que el chaval de la foto no olvidase jamás el día en que tuvo el inmenso honor de posar junto al ciudadano Adolf, el Führer enviado por Dios para salvar a Alemania de los malvados que solo buscaban su perdición, y por el que estaría dispuesto a palmarla si era necesario. Igual palmó, vete a saber... |
Por otro lado, es de todos sabido que no hay nada más esponjoso que la sesera de un crío. Lo absorben todo, lo asimilan todo pero, al mismo tiempo, son manipulables, carecen del sentido crítico que dan los años, y se tragan cualquier camelo si se les presenta con el envoltorio adecuado. Por naturaleza, cualquier niño tiene claras sus preferencias: debe ser el mejor, el más listo, el más rápido y el más fuerte. Esas cualidades las obtendrá si procede de una estirpe de gente lista, rápida y fuerte, y buena prueba de ello son los héroes Fulano, Mengano y Zutano, que los precedieron en el tiempo y dejaron claro que, en efecto, los nuestros son los mejores, los más listos, los más rápidos y los más fuertes, aparte de los más guapos, faltaría más. Esto no es más que adoctrinamiento, es más antiguo que el hilo negro y, por desgracia, se sigue practicando actualmente, quizás con más denuedo que nunca en nuestra pútrida y decadente sociedad que se empeña hasta en decirnos qué debemos comer, como debemos hablar, qué debemos aprender o, en otros casos, en formar críos totalmente fanatizados en el arcaico concepto de raza superior para que el régimen de turno pueda asegurarse su continuidad, como vemos que pasa en determinadas regiones españolas. Y todo ello, adobado inteligentemente con una poderosa simbología, uniformes chulos, bandas de música, himnos y demás fanfarria paramilitar, son los ingredientes adecuados para terminar de zombificar a cualquier chaval rebosante de hormonas y deseoso de presumir delante de las nenas con su incipiente apostura viril.
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Grupo de jovencitas de la BdM, la rama femenina de las Juventudes Hitlerianas. Las nenas no escaparon al influjo maléfico del nazismo tanto en cuanto debían ser las generadoras de los futuros amos del mundo. Para su desgracia, pagaron el pato por las burradas que sus padres y hermanos perpetraron en Rusia, y miles de ellas fueron violadas hasta la extenuación por los hijos del padrecito Iósif, que llegaron a Alemania bastante cabreados y encima, con razón |
Lo cierto es que no hay ser más fanático que el que ha sido adoctrinado durante su infancia. Las ideas que le han inculcado se le han quedado grabadas de forma indeleble, jamás las pondrá en tela de juicio, jamás renunciará a ellas, y palmará de viejo completamente convencido de que está en posesión de la verdad. El niño que ha crecido debidamente aleccionado con una serie de dogmas y mantras con los que lo han machacado a diario desde que tiene uso de razón se convierte en un autómata que obedecerá ciegamente sin cuestionar por un instante si lo que le ordenan es legal, moralmente aceptable o, simplemente, si le produce asco obedecer. Lo hará y punto. Obviamente, estos rapaces son una herramienta fundamental en los regímenes totalitarios. No solo les garantizan la continuidad en el poder, sino también anulan la disidencia. El que piense distinto será anulado por ellos mismos sin necesidad de recurrir a policías políticas. La oveja negra será segregada del rebaño, presionada hasta la extenuación, humillada, vejada y vilipendiada hasta que, una de dos: o se suma al redil o se larga bien lejos. Y si no se aviene a una de las dos soluciones, pues se le elimina físicamente y santas pascuas.
Bien, creo que con este introito ya podemos ponernos en situación si bien en otra entrada abundaremos con detalle en los entresijos de esta organización porque, en realidad, su existencia podríamos dividirla en cuatro períodos claramente diferenciados: los grupos juveniles creados desde antes de la República de Weimar que sirvieron de inspiración para dar forma a la Hitler Jugend, sus comienzos hasta su fundación oficial en 1926, su evolución hasta el ascenso al poder del ciudadano Adolf en 1933 y, finalmente, desde el comienzo de la guerra en 1939 hasta la derrota de Alemania, del Reich milenario prometido y del desastre total. Lo que sí les adelanto es que, como todas las organizaciones auspiciadas por el NSDAP, la de los jóvenes seguidores del nazismo abarcaba una extensa y compleja red de ramas y asociaciones afines cuya finalidad era solo una: absolutamente todos los críos y adolescentes de ambos sexos pasarían a ser propiedad del estado, bajo cuya tutela crecerían, serían educados y desarrollarían sus vidas, limitando la misión de los padres de la familia tradicional a procrear retoños, pero nada más. En resumen, fotos como la que ven a la izquierda, en plan "el bondadoso tío Adolf visitando a sus amados seguidores", milimétricamente estudiadas y compuestas por la eficaz propaganda de Goebbels, escondían en realidad un plan mucho más siniestro: convertir al "tío Adolf" en el "amo Adolf". Bueno, al grano...
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Baden-Powell (centro de la imagen) rodeado por sus Scouts |
Desde finales del siglo XIX ya existían en casi toda Europa asociaciones de chavales que abarcaban los intereses más dispares, desde amantes de las lagartijas a tañedores de ocarina, pasando por clubes de lectura, de filosofía, de poetastros, cristianos, católicos, protestantes, ateos y un et cétera tan largo que podría rellenar 38 párrafos. La juventud, siempre inquieta y deseosa de cambiar el mundo con nuevas ideas, buscaba la forma de hacerse un hueco en una sociedad totalmente jerarquizada en la que los adultos- adultos varones, por supuesto- eran los que tenían la voz cantante. Sin embargo, sus ímpetus juveniles les daban las energías necesarias para no caer en el desánimo si bien muchas de estas asociaciones no eran dirigidas por ellos mismos, sino por adultos que, con buena o mala fe, pretendían introducir nuevas ideologías o conceptos. Sirva como ejemplo el escultismo y la organización creada en 1907 por sir Robert Baden-Powell, basado en la vida al aire libre, la cooperación, las buenas acciones y tal si bien los dirigentes eran hombres jóvenes o adultos.
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Karl Fischer (1881-1941) en el centro de la imagen rodeado por varios de sus pájaros migratorios |
Los tedescos, un pueblo indudablemente culto, tenía también sus Bündes o Ligas formadas y, en este caso, dirigidas por jóvenes cuya sana intención era sacudirse de encima los controles paternos y gozar de su ocio haciendo lo que les daba la gana, siempre dentro de un orden, naturalmente. La más representativa era la Wandervögel (literalmente aves migratorias), fundada en 1896 por Karl Fischer en Steglitz, cerca en Berlín, e inicialmente no era más que lo que hoy sería uno de esos grupos de senderismo que aprovechan el domingo para quemar 500 calorías y meterse en el cuerpo 3.500 a base de grasas saturadas cuando paran a almorzar en la venta de Fulanito, que sirve un secreto o unos churrascos fastuosos. Así pues, la idea de Fischer consistía en formar una asociación de jóvenes dirigida por jóvenes y que, en cierto modo, fue pionera en su empeño por lograr que la sociedad patriarcal que no les hacía puñetero caso contase con ellos. El plan de actividades de la Wandervögel tenía en su programa salir de las ciudades cada vez más industrializadas para disfrutar de la naturaleza, recuperar viejas tradiciones alemanas, el folclore y las canciones de sus mayores y, como está mandado, recuperar la memoria de sus añejos héroes más o menos legendarios.
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Grupo del Wandervögel en un alto para hacerse la foto junto a algún pedrusco sagrado donde Wotan echó una siesta |
Sin embargo, a pesar de su ideario aparentemente pacífico y un tanto simplón, no pasó mucho tiempo hasta que los apacibles senderistas empezaran a plantearse ir más allá, e incluir entre sus actividades temas relacionados con la política, la religión y un nacionalismo que, como vimos en su día, empezó a propagarse tras la reunificación de Alemania en 1871. Ya sabemos que la política es algo asqueroso que contamina todo lo que toca, y el primer efecto secundario del nacionalismo es el racismo, por lo que los excursionistas del Wandervögel llegaron a la conclusión de que los judíos no merecían compartir sus ratos de esparcimiento, y a partir de 1913 no solo no admitieron a ninguno más, sino que echaron de la organización a los que ya había desde sus comienzos. Los judíos se lo tomaron con filosofía, les hicieron dos higas y formaron su propio chiringuito por nombre Blau Weiss (Azul Blanco), imagino que en referencia a los colores del talit, una especie de chal blanco con rayas azules con que se cubren los hombres durante sus oraciones.
Y de la misma forma que empezaron a devanarse los sesos con temas contaminantes, tampoco tardaron mucho en empezar a adoptar otros aspectos de índole paramilitar a los que tan aficionados son los tedescos: una suerte de uniformidad, una jerarquía que marcaba claramente las diferencias de estatus entre sus miembros y, por ende, una forma de clasificarlos en base a dicha jerarquía. Los aspirantes a formar parte del Wandervögel debían pasar una serie de pruebas de admisión y, tras ser aceptados, lo hacían con el rango de Bursche (Joven), para posteriormente "ascender" a Bachant (compañero). El mandamás era el Oberbachant y, fíjense qué curioso, se saludaban entre ellos exclamando Heil! Por lo demás, se formaron distintos Gruppe nutridos por ocho o diez miembros que se reunían en un Heim (hogar, casa) donde charlaban, ensayaban con sus instrumentos y solucionaban los problemas de la sociedad en la que vivían. Varios de estos Gruppe se juntaban en base a la proximidad entre ellos formando un Orstgruppe, sucursales locales que a su vez se agrupaban a nivel provincial en una Gau que los abarcaba a todos. Les suena lo de Gauleiter, ¿verdad? En resumen, los beatíficos pájaros migratorios acabaron convirtiéndose sin darse cuenta en una organización jerarquizada porque un tedesco no sabe vivir sin que haya alguien que le de órdenes y, a su vez, él no pueda impartirlas a otros. Ahí vemos en la foto un grupo del Wandervögel durante una de sus caminatas marchando tras la bandera con el emblema de la organización, una cigüeña o similar en pleno vuelo migratorio porque, ¿dónde va un tedesco sin una bandera que le señale el camino?
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Miembros de un Freikorps en el corazón de Berlín. Como se puede ver, no se andaban con tonterías cuando llegaba el momento de meter en cintura a los miembros de partidos marxistas deseosos de propagar en Alemania una revolución bolchevique en toda regla |
La Gran Guerra desmembró al Wandervögel, cuyos afiliados en edad militar fueron reclutados para ir a palmarla como auténticos y verdaderos héroes en las pútridas trincheras del Frente Occidental, y los otrora pacíficos caminantes se volvieron un poco más radicales, y se olvidaron de las excursiones, los conciertos y las charlas sobre poesía o héroes míticos. Los que volvieron vivos y razonablemente enteros habían experimentado una metamorfosis bastante acusada tras pasar por las penurias de la guerra, y la tremenda humillación de la derrota no solo hizo que empezaran a surgir como hongos asociaciones juveniles de todo tipo, sino que los que ya habían formado parte de alguna de ellas se transmutasen por completo, olvidando el buen rollito juvenil y alistándose en algún Freikorps o, por el contrario, en alguna organización comunista o socialista radicales. Los que no habían llegado a tener que marchar al frente se afiliaron a las Bündes de marcado perfil nacionalista surgidas tras la guerra porque, al cabo, la mayoría de ellos habían perdido a padres y/o hermanos en la suntuaria masacre que había mandado al traste los elevados principios morales anteriores al conflicto.
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Rossbach junto al ciudadano Adolf en los primeros tiempos del nazismo. Su amistad con Röhm y Heines estuvo a punto de costarle el pellejo cuando la Noche de los Cuchillos Largos, e incluso se le descubrieron en un registro fotos pornográficas para homosexuales a pesar de estar casado. Se libró de la quema a cambio de "vaporizarse", lo que aceptó sin problemas para reciclarse en agente de seguros
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Por citar algunas de ellas, tenemos la Knappenschaft (Jóvenes Escuderos), la Freischaft (Jóvenes Libres) o la Schilljugend, creada en 1924 en Salzburgo por el teniente Gerhard Rossbach, un ex-jefe de un Freikorps que acabó formando parte de las SA. Todos ellos se dedicaban a darse estopa con los marxistas en constantes reyertas callejeras que siempre acababan con varios mozalbetes con la jeta partida, una brecha en la cabeza e incluso algún puntazo propinado por un arma blanca. Así mismo, otros pasaron a formar parte de la Jungstahlhelm, las rama juvenil de la famosa Stahlhelm (Cascos de Acero) fundada al mes siguiente de acabar la guerra por miembros del ejército imperial que, aparte de cabreados, habían visto nacer en ellos un nacionalismo exacerbado, un racismo feroz así como una ideología de extrema derecha tanto en cuanto consideraban a los marxistas culpables del desastre. Otro ex-Wandervögel llamado Friedrich Weber fundó su liga particular, la Oberland Bund, cuya ideología era muy próxima al nazismo y hasta se apuntaron al fallido Putsch de 1923. Todas estas organizaciones acabaron antes o después fagocitadas por la Hitler Jugend que, al cabo, eran las juventudes del partido en el poder a partir de 1933, y de buen o mal grado tuvieron que avenirse a aceptar que eran los que cortaban el bacalao porque, de lo contrario, pasabas de ser un ciudadano afín al ideario nazi a un enemigo del estado, con las nefastas consecuencias que todos conocemos.
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Walther Darré (1895-1953) estrechando la mano al ciudadano Adolf. Darré, además de alcanzar el rango de SS-Obergruppenführer, fue ministro de Alimentación y Agricultura y director de la oficina de Raza y Asentamiento de las SS |
Pero de todos estos grupúsculos, el que destacó por su afinidad con los emergentes seguidores del ciudadano Adolf fue la Band der Artamenen creada en 1920 por August Kenstler y cuya influencia fue quizás la más significativa a la hora de fundar la Hitler Jugend. Artman, de donde tomaron el nombre, era al parecer un palabro de origen indo-europeo que venía a significar algo así como "resurgimiento a través de la fuerza original". La ideología de Kenstler era muy similar a la del nazismo: absolutamente xenófobos, partidarios de la expansión de Alemania hacia el este, con un profundo sentimiento nacionalista, de la patria y la raza, así como una vuelta a la agricultura como base de su economía. Para los que no lo sepan, los nazis daban especial protección a los ciudadanos que tenían por oficio la agricultura, a la que consideran la fuente de vida del pueblo germano y, de hecho, para ser agricultor había que certificar una ascendencia tan aria como la de un miembro de las SS. Según los nazis, nadie que no fuera ario era digno de confianza para proveer de alimentos a la población alemana. Kenstler era, al igual que los nazis, fiel seguidor de la doctrina de Walther Darré de la Blunt und Boden (Sangre y Tierra), y tenía la intención de que las masas de jóvenes se desplazaran a las zonas rurales para tomar parte en las labores del campo de forma altruista, cosa que por cierto no tuvo apenas éxito porque eso de darle al azadón o patear terrones no era nada atractivo. Aparte de esto, eran muy aficionados a la medicina natural, la herboristería, el ocultismo y los rituales místicos. No era ninguna casualidad que, antes de pasarse al naciente partido nazi, hombres como Heinrich Himmler o Rudolf Höss (no confundirlo con Hess) pertenecieran a la Band der Artamenen.
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Publicación de 1919 que muestra a una judía bastante fea propinando la "puñalada por la espalda" que derrotó a la Gran Alemania |
Bien, todo lo que hemos visto hasta ahora fueron, por decirlo de algún modo, los ingredientes y el ambiente que se respiraba en Alemania para crear una organización juvenil del entonces mínimo partido nazi, que a principios de los años 20 era, como sabemos, uno más de los tropocientos grupúsculos ultranacionalistas y ultracabreados con la "puñalada por la espalda" que les obligó a sufrir la humillación más grande que habían conocido jamás. Alemania era un caos, la hiperinflación había hundido la economía, y el nefasto Tratado de Versalles no solo sirvió para arruinar a un pueblo ya arruinado por la guerra, sino como excusa para que el más feroz sentimiento de revancha surgiera de muchos millones de tedescos que se levantaban a diario de sus piltras odiando a la humanidad entera.
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Gustav Adolf Lenk (1903-1987) en la época en que comenzó su travesía política con solo 17 años |
El artífice de las Juventudes Hitlerianas fue Gustav Lenk, un joven de apenas 17 años (había nacido en Múnich en octubre de 1903) que en 1921, al no tener la edad mínima para ingresar en el recientemente formado NSDAP, optó por reclutar chavales de su edad para formar, como tantos otros partidos y ligas, una rama juvenil para el partido. Lenk, que era un nazi fanático hasta la médula, logró que en el mes de marzo del año siguiente el Völkischer Beobachter, el periódico del partido, le publicara un incendiario artículo en el que exhortaba a todos los jóvenes entre 14 y 18 años a unirse a la liga sin tener en cuenta su clase social para luchar contra los enemigos de Alemania, los judíos y los marxistas, y que deseasen librarla de las humillantes condiciones en las que la Patria se veía como consecuencia de la derrota. A decir verdad, la oferta de Lenk no es que arrasase ya que provenía de un pequeño partido casi desconocido en aquel momento. El ciudadano Adolf aún era un don nadie que se desgañitaba en las cervecerías largando sus hipnóticos discursos y, la mayoría de las veces, tenía que salir de naja mientras sus guardaespaldas se liaban a palos con los comunistas o socialistas que iban a reventarle el mitin.
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Johann Klintzsch (1898-1959) |
Pero Lenk no era de los que se desanimaban, y el 13 de mayo de 1922, apenas un par de meses después de publicar su llamamiento, se creó oficialmente la Jugendbund der NSDAP (Liga de la Juventud del NSDAP) en la Bürgerbräukeller de Múnich, que debía ser la segunda casa de los nazis porque todas sus movidas se organizaban en dicho local. Inicialmente, se decidió dividir a los miembros según su edad en dos secciones distintas: los chavales entre 14 y 16 años formarían parte de la Jungmannschaffen (literalmente, jóvenes trabajadores), y los de 16 a 18 en la Jungsturm Adolf Hitler (no creo que haga falta traducirlo). Como por sí solos no podían tener su propia organización- eran mozalbetes al fin y al cabo- fueron agregados a las SA, en aquel momento bajo el mando de Johann Ulrich Klintzsch, un fogueado miembro del Freikorps bautizado como Brigada Ehrhardt y uno de los fundadores de las Sturmabteilung. A los apenas 300 miembros de la organización juvenil se le asignó el uniforme de los SA (ojo, cada cual se pagaba el suyo, de regalar, nada). La presentación en sociedad de los jóvenes hitlerianos tuvo lugar aquel mismo año, concretamente en los actos celebrados entre los días 14 y 15 de octubre en Coburgo, donde se hizo entrega a 800 miembros de las SA de la Coburger Abzeichen (Insignia de Coburgo), la primera condecoración del partido nazi.
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Lenk en 1933, cuando había pasado a formar parte de las SA. La foto se tomó en la celebración del 10º aniversario de Putsch de Múnich |
En 1923, el Putsch dio al traste, de momento, con las aspiraciones del ciudadano Adolf. El partido nazi fue ilegalizado y, con él, todas las organizaciones que dependían del mismo incluyendo la Jugendbund. Pero Lenk era más incombustible que una plancha de amianto, y es justo reconocer que su lealtad al ciudadano Adolf estaba por encima de la de muchos de sus conmilitones más encumbrados. En noviembre de 1923 creó la "Asociación de la Juventud Patriótica de la Gran Alemania", pero la policía de Baviera no eran tan tonta como para no darse cuenta de que, en realidad, aquel chiringuito no era más que la Jungedbund camuflada a la espera de tiempos mejores, así que también la ilegalizaron y metieron a Lenk una breve temporada en la trena para que se le bajaran los humos. Pero a Lenk no le bajaban los humos ni una tormenta tropical, y en abril del año siguiente fundó el "Gran Movimiento Juvenil Alemán", que duró el tiempo que tardó la policía en echarle el guante y mandarlo a hacer compañía a su venerado ciudadano Adolf en la prisión de Landsberg en noviembre de aquel año. Con todo, el día 20 del mes siguiente fueron todos puestos en libertad.
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Tras su breve periplo carcelario, el ciudadano Adolf tuvo que esforzarse para refundar un partido que había sido desmembrado. En la foto lo vemos soltando uno de sus discursos en 1925, cuando aun estaba lejos el ascenso al poder absoluto |
Pero la salida de la trena del ciudadano Adolf no hacía suponer que las cosas seguirían funcionando como siempre nada más pisar la calle. El partido había sido ilegalizado, muchos de sus miembros habían tomado las de Villadiego o juraban que no conocían de nada a aquel sujeto con flequillo repeinado y bigotito, y más de uno tramó la posibilidad de ser él mismo el que refundara el partido. Y el hasta ese momento fiel seguidor del ciudadano Adolf, el joven y emprendedor Lenk, dudaba también de las opciones del futuro Führer para recuperar las riendas del partido, así que ya tuvo que ver negro el panorama. Ante la duda, decidió fundar la enésima liga, en este caso bautizada como "Asociación Juvenil de Defensa Alemana", pero en esta ocasión sin ningún vinculo con el NSDAP. Está de más decir que tardaron medio nanosegundo en expulsar a Lenk del partido acusado de traidorzuelo e incluso de malversador. Intentó que se le permitiera una salida digna presentándola como una dimisión por su propia voluntad, para lo que envió un artículo al Völkischer Beobachter dando una serie de razones y tal, pero el artículo solo sirvió de papel higiénico a los tipógrafos. Lenk no había acabado de comprender un pequeño detalle: el que manifestaba la más mínima oposición al ciudadano Adolf se convertía en un apestado, y este aún conservaba la suficiente influencia y la lealtad de los mandamases como para estar convencido de que nadie le quitaría la silla de sus posaderas austriacas. Así pues, el fundador del germen de la más famosa organización del Reich tras las SS y las SA se veía obligado a salir por la puerta trasera, y dando gracias de que los nazis aún no habían alcanzado el poder, porque de lo contrario su destino habría sido posiblemente acabar colgado de un gancho de Plotzensee.
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Julius Streicher (1885-1946). A pesar de haber sido defenestrado por el mismo Hitler, su lealtad hacia su persona fue monolítica hasta que la soga de la que lo colgaron lo estranguló. Fue el único de los reos de Nuremberg al que la caída no le partió el cuello, dando lugar a una escena bastante desagradable |
Con Lenk fuera de juego, en mayo de 1925 Hitler decidió darle el mando de la Jugendbund a Kurt Gruber, un joven apenas un año más joven que Lenk y, además, más capacitado para la organización. Su antecesor era un emprendedor nato, pero su vehemencia no lo convertían en un buen gestor mientras que Gruber poseía una mentalidad más, digamos, germánica en ese aspecto, y tuvo claro que lo más importante era, ante todo, reagrupar las tropociencias Bündes con ideologías afines o que eran seguidoras de la trayectoria del ciudadano Adolf, lo que logró sin problemas. Apenas un año más tarde, en abril de 1925, pudo anunciar a la galaxia entera la creación de una nueva organización juvenil del partido, y esta vez no dejaba ninguna duda sobre su pertenencia y a quién servían: las Hitler Jugend, nombre con el que pasarían a la historia y que, al parecer, se le ocurrió al furibundo Julius Streicher, el redactor de "Der Stürmer", un panfleto anti-semita que vomitaba las mayores infamias sobre cualquier enemigo del nazismo, especialmente si eran judíos. Streicher, que además de ser un pornógrafo vicioso, desde 1933 había sido Gauleiter de Frankonia y fue el único de los nazis ejecutados en Nuremberg que subió al cadalso berrando "Heil, Hitler!" como un poseso, y hasta se puso chulo con el sargento Woods, el controvertido verdugo del que hablamos en su día. Con todo, desde 1940 se había visto relegado al olvido por trincón y por poner a caldo a Göring, que era uno de los intocables del partido.
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Foto tomada el 4 de julio de 1926 durante la celebración del Reichsparteitag en Weimar. Las SA desfilan ante el Führer que, como era habitual, prefería presidir estas movidas desde un automóvil antes que desde una tribuna |
En las celebraciones del Reichsparteitag (Día del Partido) que tuvieron lugar los días 3 y 4 de julio de 1926 se fundaron oficialmente las Hitler Jugend con Gruber como Reichsführer de las mismas. El ciudadano Adolf no acababa de verle la punta al tema de las ligas juveniles y, de hecho, en el primer mitin nacional de la organización celebrado en agosto del año siguiente apenas asistieron 600 mocitos de los 8.000 afiliados que tenían en toda Alemania, pero hay que comprender que, por aquella época, el partido estaba tieso, y no todos los padres podían costear el viaje a sus retoños. De hecho, incluso el tema de los uniformes era para muchas familias un serio inconveniente en un país en el que aún seguían sumidos en la ruina, con cifras de parados escandalosas y la inflación disparada. Pero la capacidad organizativa y la propaganda organizada por Gruber no tardó en dar frutos: al año siguiente acudieron al mitin celebrado en Nuremberg 2.500 nenes, ascendiendo el número de afiliados a 10.000.
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Banda de trompetas de la Jungvolk en 1933. Al fondo asoma el jefe de la misma, un joven veterano de las Hitler Jugend |
Organizó la renacida liga hitleriana bajo el mismo patrón de las SA, nutridas por mandos jóvenes para alejar la imagen de jerarca germánico con mostacho al que todos estaban acostumbrados, y diseñó un uniforme chulo con dos finalidades: una, igualar a sus miembros, eliminando la posibilidad de establecer diferencias por clases sociales. Y dos, porque no existía en Alemania un chaval que no entrara en éxtasis a la vista de un uniforme con el aspecto más marcial posible. Dicho uniforme constaba de una camisa parda y pañoleta negra al cuello, pantalón de pana negro y un brazalete con la esvástica dentro de un rombo. Y, naturalmente, los proveyó de insignias y banderas con una gran carga simbólica, sobre todo la de la misma organización, una S rúnica blanca sobre fondo negro. La S, obviamente, era la inicial de Sieg, Victoria. Inicialmente, los miembros de la Hitler Hugend eran adolescentes varones de entre 14 y 18 años. Poco después se creó la Jungvolk (Juventud del Pueblo) para dar cabida a los críos de 10 a 14 años, y en diciembre de 1928 se crearon las dos formaciones juveniles para chicas: la Jungmädelbund (Liga de Muchachas Jóvenes) para las nenas de entre 10 y 14 años, y la famosa Bund deustcher Mädel, más conocida quizás por sus siglas BdM que acogía a las adolescentes entre 14 y 18. Pero, a pesar de los esfuerzos de Gruber, el ciudadano Adolf no acababa de ver clara la cosecha efectuada en aquellos años, y los enemigos del eficiente gestor no tardaron en hacerle crecer enanos por todas partes a pesar de haber sido capaz de relanzar la organización. Pero el hecho de que en 1929 los miembros ascendían ya a 13.000 efectivos, el partido lo consideraba un número insignificante.
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El ciudadano Adolf pasando revista a sus cachorros. Tras él, el culminador de la obra de Lenk y Gruber, Baldur von Schirach |
El más empecinado murmurador contra los logros de Gruber era Baldur von Schirach, que logró convencer al Führer de que las Hitler Jugend estaban mal organizadas, peor dirigidas y que sabía de muchos casos de indisciplina e incluso homosexualidad. Schirach, fiel a la máxima de "difama que algo queda" y con pertinaz cabezonería, logró desbancar a Gruber en octubre 1931 y hacerse con el control absoluto de la juventud del partido. Pero, como veremos en una próxima entrada, la realidad es que el verdadero crecimiento de las Hitler Jugend no llegaron hasta que el NSDAP se hizo con el poder en 1933 porque ya no se trataba de atraer chavales, sino de una masa de chavales que se apuntaban porque, entre otras cosas, el partido favoreció la fagocitación de la miríada de ligas y asociaciones existentes que, sí o sí, no les quedó otra que sumarse a la adoración hitleriana. En cuanto a Gruber, lo relegaron a cargos irrelevantes sin apenas responsabilidad hasta que palmó en diciembre de 1943 de una hemorragia cerebral con solo 39 años, igual del berrinche con efecto retroactivo que se llevó al ver cómo su criatura acababa en manos de alguien como Schirach, al que consideraba un advenedizo sin escrúpulos. De hecho, a pesar de la popularidad que alcanzó en poco tiempo y de ser incluido en el círculo íntimo de Hitler, en los mentideros del partido se murmuraban todo tipo de chismes por su afición a la poseía, su sensiblero romanticismo, alejado del granítico germano que debía primar entre los gerifaltes nazis, así como por su cara regordeta y aniñada. Más aún, algunos no dudaban en asegurar que era homosexual y que su mujer, la hermosa y contestona Henriette, estaba liada con el mismísimo Führer, al que el tema mujeril parecía que no le tiraba mucho, pero no por cuestiones de desvíos sexuales, sino porque se consideraba en un estado superior al de los demás mortales, y su única esposa era Alemania.
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Anverso y reverso de la Blutorden |
Bien, creo que hasta aquí podemos llegar de momento. Como han podido ver, la gestación de la criatura fue larga como un purgatorio, no exenta de mil y una trabas y, como suele pasar, los que más lucharon por ella acabaron relegados a la condición de sombras. De hecho, el mismo Lenk, que en justicia fue el verdadero fundador de la organización, tras su expulsión deshonrosa fue nuevamente readmitido en 1932, permitiéndosele militar en las SA en cargos irrelevantes en Berlín. En 1941 se le acusó de lucir la Blutorden, la Orden de la Sangre, una de las más preciadas condecoraciones del nazismo que solo podían ostentar los que tomaron parte en el Putsch de 1923. Lenk, en puridad, no había participado personalmente en el golpe y no estaba entre los que salieron a la calle a pegar tiros, pero sí es cierto que sufrió persecución y cárcel por su lealtad al partido pero, en todo caso, no se le había concedido, y como la usó por la cara, pues lo echaron del partido para siempre jamás. Del resto de su vida no se sabe nada salvo el año de su muerte. Así de cruel es la vida, y más cuando te metes en política.
Bueno, ahí queda eso.
Hale, he dicho
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Al cumplir los 18 años, los Hitlerjunge pasaban a engrosar las SA o las SS. Los adolescentes que se sumaron a la organización en sus primeros tiempos fueron los más fanatizados miembros de los Einsatzgruppen que sembraron el terror en las zonas ocupadas al inicio de la guerra, o los más despiadados guardianes de los campos de exterminio. Críos a los que se les había lavado la sesera de forma tan metódica que hasta sus mismos padres llegaban a tenerles miedo, porque un mocoso de 10 o 12 años no tenía el más mínimo reparo en denunciarlos si no saludaban con la debida energía, los oían murmurar sobre el ciudadano Adolf o, simplemente, no les hacía ni pizca de gracia ver cómo convertían a sus hijos en autómatas. Sea como fuere, lo cierto es que el nazismo se había apoderado de sus mentes |
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