Bueno, retornamos al medioevo con un arma de circunstancias que tuvo cierta difusión entre los peones de las milicias que, faltos de medios económicos para optar por una panoplia de armas más sofisticada, no tenían más opción que valerse de sus útiles agrícolas. Hablamos de la horca, una herramienta antiquísima y que algunos conocen también como bieldo.
Hay bastantes testimonios gráficos, especialmente en Centroeuropa, sobre el uso militar de la horca, como el que aparece a la izquierda, un anónimo alemán del siglo XVI. En el mismo vemos un grupo de milicianos armados algunos de ellos, precisamente, con armas de circunstancias como la horca en cuestión, un mayal y un "hisopo", del que ya hablaremos en una próxima entrada.
Antes de proseguir, comentar un dato curioso. La horca, término procedente del latín furca, además de ser en aquella época un instrumento de labranza lo era también de suplicio. Consistía en una horca clavada en posición vertical en el suelo, tras lo cual se suspendía al reo del cuello por la horquilla. Ello conllevaba a una lenta muerte por estrangulamiento, aplicada a esclavos y criminales convictos de los peores delitos. O sea, era ahorcados. De ahí es de donde proviene la denominación de ese tipo de ejecución por estrangulamiento, aunque sea colgando al reo de una soga.
En lo referente a su uso militar, en los testimonios gráficos en la que aparecen, siempre están en manos de peones. La horquilla, como es de suponer, no era de madera sino de hierro, aunque en algunos grabados de la época se ve que incluso algunos acudían a la guerra con horcas fabricadas enteramente de madera, con las que poco daño podían hacer al enemigo salvo que fuese un peón que, como él, apenas llevase armamento defensivo.
En ese grabado de Martin Schongauer (1448-1491) sobre la pasión de Cristo, vemos como entre la turba asoma una horca enteramente de madera, lo que indica que fueron usadas con un material bastante endeble para el combate. Al fondo, bajo el rastrillo, aparece otra similar. Cabe suponer que sus usuarios las destinaban para intentar acertar en la cara del enemigo, caso de ir descubierta, y se abstendrían muy mucho de enfrentarse a hombres de armas con un simple palo afilado. Solo con un certero puntazo en un ojo o en la garganta podrían poner fuera de combate a un enemigo provisto de un armamento defensivo mediocre.
En las iluminaciones de la Biblia Maciejowski también aparece en algunas ocasiones. A la izquierda tenemos una de ellas, en la que aparecen tres peones. Uno va armado con una lanza, el que mira a la derecha no se sabe qué tipo de arma enastada lleva porque no aparece en el dibujo, y el del centro porta una horca con cabeza metálica. Como se ve, es prácticamente idéntica a la que se muestra en el grabado inicial: una horquilla de hierro con las puntas muy aguzadas y provista de un cubo de enmangue que, según se intuye en la ilustración, iba sujeto por una anilla al asta.
Un arma de estas características podía hacer el mismo trabajo que una lanza, si bien la horquilla limitaba la penetración en el cuerpo del enemigo más allá de la longitud de la misma. Con todo, dos perforaciones de 20 ó 30 cm. en el tórax, el cuello o el abdomen bastaban y sobraban para dejar en el sitio a cualquiera. No tengo constancia gráfica del uso de la horca en la Península, pero cabe suponer que sería utilizada, si bien con menos profusión que en Centroeuropa debido, quizás, a que el constante estado de guerra que conoció la Península durante toda la Edad Media hizo que las milicias estuviesen mejor armadas que en Francia o Alemania. En cualquier caso, su uso como arma habitual en manos de peones debió concluir a lo largo del siglo XVI, cuando los ejércitos se profesionalizaron y, además, las armas de fuego empezaron a extenderse a gran velocidad. Bien poco podría hacer un hombre armado con una horca teniendo delante a un piquero provisto de un arma de 4 ó 5 metros de longitud, y mejor no hablar cuando el que se le enfrentaba era un hombre de armas o un caballero completamente cubierto de hierro. Sin embargo, el hecho de que aparezca en bastantes ilustraciones de la época nos da a entender que fue un arma que gozó de cierta popularidad.
Hale, he dicho...
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