martes, 23 de junio de 2020

MAUSER C-96 2ª parte


Artillero posando con su C-96 de 10 tiros
Prosigamos. Llega la Gran Guerra y todos los fabricantes de armas se relamen de gustito porque saben que se van a forrar literalmente, y cuanto más dure la fiesta más ganarán. Veamos qué pasó...

Obviamente, el estallido de la contienda supuso otro pelotazo gordo para la Mauser, y no solo por sus fusiles, sino también por las pistolas que, curiosamente, aunque el ejército las compró por decenas de millares nunca fue un arma reglamentaria. Ese honor lo tuvo en exclusiva la P-08. No obstante, la escasez de armas cortas y la gran cantidad de ellas que se habían perdido en los campos de batalla hizo que, a principios de 1916, la Gewehrprufungs Komission (Comisión de Pruebas de Armamento) cursase a la Mauser un pedido de 150.000 unidades que, para evitar problemas logísticos con la munición, fueron recamaradas al calibre reglamentario del ejército, el 9 mm. Parabellum o 9 x 19 para los puristas. Esta variante era exactamente igual que la C-96 comercial, por lo que para diferenciarlas se les grabó un enorme nueve en cada cacha para que el personal no se despistara y metiera dentro lo que no procedía ya que, aunque esta partida procedía de un pedido oficial, ya desde el comienzo de la guerra había muchas C-96 circulando por el frente, bien en calibre 7,63 o 9 mm. Mauser. Para asegurarse, hasta lo pintaron de rojo y todo. 

Con todo, más de uno seguiría comprándolas a nivel particular de las existencias que hubiese en las armerías alemanas si bien la fábrica dejó de producir pistolas en los calibres comerciales mientras terminaba de cumplimentar el pedido, que obviamente no era cosa de dos días. En lo único que se diferenciaba a nivel mecánico era en el alza, que se rectificó en base al cartucho que iba a disparar y que estaba regulada desde 50 a 500 metros en fracciones de 50 pero, en lo demás, tanto la comercial como esta eran absolutamente idénticas. En la foto de la derecha podemos ver un ejemplar con el peine de 10 cartuchos preparado para cargar el arma (las de armazón para 6 disparos dejaron de fabricarse cuando empezó la guerra). En el detalle superior podemos ver el alza y en el inferior una muestra de los mediocres acabados de esta serie de armas, obviamente a causa de las prisas bélicas. Son claramente visibles marcas de mecanizados que, en circunstancias normales, habrían sido motivo para poner en la puñetera calle al fresador que perpetrase semejante felonía, pero como había que acabarlas lo antes posible se perdonaban estas chorraditas. Con todo, y a pesar de la bulla, cuando acabó el conflicto aún no se había podido cumplimentar la totalidad del pedido, habiéndose servido un total de 136.000 pistolas.

Puesto de un observador austro-húngaro armado con una batería de diez
C-96 de veinte cartuchos. Ignoro qué tipo de mecanismo idearon para ese
chisme, pero aunque solo disparasen cinco a la vez en cada salva ya era
mucho más que lo que podría hacer un italiano con un fusil normal
Pero la C-96 no solo combatió en las pútridas trincheras, sino también en el aire y, además, protagonizó la mayor paradoja del conflicto ya que sirvió en ambos bandos. En los comienzos de la guerra, cuando los aviones aún iban desarmados, se recomendaba tanto al piloto como al observador que llevaran encima un arma corta tanto para defenderse en caso de tener que tomar tierra por alguna avería o ser alcanzados por fuego enemigo como, llegado el caso, tener que liarse a tiros con otro avión adversario. Como puede que algunos recuerden, en las entradas donde se habló de los Zeppelines se mencionaba que los british (Dios maldiga a Nelson) usaban rifles exprés de caza africana para hostigarlos , y en los encuentros entre aviones ocurría algo similar. De hecho, uno de los primeros combates aéreos registrados apenas comenzada la guerra tuvo lugar en el norte de Francia con un Avro 504 pilotado por el 2º teniente Charles Wilson y con el teniente Cuthbert Rabagliati como observador. Se encontraron con un monoplano tedesco Etrich Taube y, en vez de largarse cada uno por su lado, que era lo habitual tras hacerse un corte de mangas, Rabagliati echó mano al Enfield que llevaba a bordo, mientras que el observador tedesco sacaba una C-96 y se pasaron un largo rato revoloteando como dos tábanos cabreados pegándose tiros. Como ya pueden imaginar, acertar con un fusil o una pistola a un avión en movimiento es dificilillo, pero el tedesco casi liquida al british arrancándole el lóbulo de una oreja de un balazo. Al final, un disparo del Enfield logró perforar el depósito de aceite del aparato alemán, que tuvo que tomar tierra y sus tripulantes fueron apresados.

Más aún, incluso cuando los aviones ya fueron debidamente armados con ametralladoras, se seguía recomendando a los pilotos que no volasen nunca sin un arma secundaria por si las máquinas fallaban o, simplemente, agotaban la munición. El Royal Flying Corps emitió en 1916 una circular titulada "Método de ataque a aviones hostiles en combate" en la que se recomendaba específicamente a los pilotos y observadores ir provistos de armas cortas, especialmente de la Mauser que podían adquirir en Londres de las existencias anteriores a la guerra. Y no solo los british las usaron, sino también los gabachos y los italianos si bien estos tuvieron más problemas para hacerse con una Mauser. Recordemos que los hijos de la brumosa Albión ya llevaban años haciendo uso de ellas durante sus excursiones a la India y África, donde se mostraron especialmente eficaces contra los bóers y los ciudadanos melaninos- antes negros a secas- que empezaban a hartarse se su presencia. A la derecha tenemos otro ejemplo, en este caso británico. Se trata de un Bristol Scout del 3er. Escuadrón del RFC con base en Saint-Omer, en 1914. En un costado vemos en un soporte cinco granadas de fusil que hacían las veces de bombas, y en la parte delantera un Enfield con la culata cortada sujeto con un armazón apuntando hacia abajo. Acertar de un disparo a otro avión con ese chisme debía ser toda una proeza, las cosas como son. Y como reserva para cuando el Enfield agotase sus diez cartuchos, en el detalle vemos una C-96 en su funda junto a la cabina. En fin, ya vemos lo internacional que fue la dichosa pistola...

El final de la contienda supuso en receso en la producción de armas. El Tratado de Versalles impuso además una serie de limitaciones en lo tocante a las armas cortas, que no podían llevar cañones de más de 10 cm. de largo y alzas graduables. Eso obligó al nuevo gobierno tedesco, la República de Weimar, a remozar el armamento de la policía y el birrioso ejército de cien mil hombres que les permitieron los aliados. Obviamente, el reciclado de las C-96 ya suponía al menos no dejar la fábrica parada ya que se echó mano de todas las existencias que había en aquel momento y fueron modificadas conforme a los nuevos baremos establecidos por el dichoso tratado. El la foto de la izquierda tenemos un ejemplo de la mutilación reglamentaria en una C-96 de 9 mm., donde apreciamos el acortamiento del cañón y la sustitución del alza regulable por una fija. Las armas que sufrieron este proceso fueron punzonadas con la fecha 1920. 

Tres variantes de la Bolo. De arriba abajo tenemos una de 10 disparos con
martillo de anilla pequeña, una de 10 disparos, martillo de anilla grande y
cachas de caucho y una de 6 disparos con martillo de anilla grande
Pero, como ya podemos imaginar, la Mauser no iba a estar mucho tiempo mano sobre mano porque un tedesco, si no tiene una guerra disponible, la busca donde sea. De entrada, para maquillar un poco su belicoso nombre comercial original, Waffenfabrik Mauser A-G, el 30 de mayo de 1922 lo cambió por Mauser Werke A-G (Talleres Mauser), que sonaba menos agresivo, pero eso no impidió que retomaran la producción comercial de la C-96 porque para eso había en el planeta mogollón de ciudadanos deseando asesinarse mutuamente y, de hecho, aún en plena derrota sus representantes comerciales seguían vendiendo armas. ¿Recuerdan la versión más compacta para oficiales con que acabamos la entrada anterior? Bien, pues esa pistola fue el germen que dio lugar a la que todos los aficionados conocen como Bolo, que a partir de 1921 vendieron como churros durante los violentos cambios de impresiones que los bolcheviques mantuvieron con el resto de rusos entre 1917 y 1923. La Bolo no era en sí una versión concreta ya que se fabricaron con distintos tipos de martillos, con cargadores para 6 y 10 cartuchos, y hasta con un tipo de cachas de caucho negro con una decoración de tipo floral o bien cuadrilladas. Básicamente, la única diferencia con el modelo para oficiales radicaba en la empuñadura, más curvilínea en la primera y más cuadrada en la segunda. Incluso se enviaron como Bolos pistolas recicladas con el cañón recortado para cubrir la demanda, generalmente a través de una firma suiza para despistar. De hecho, hasta se sirvieron bastantes unidades al mercado norteamericano provistas de cachas Franzite, una marca que en aquella época empezó a fabricar cachas de plástico con diversos acabados- generalmente cuadrillada en negro o imitando madera- y colores que podían adaptarse a un gran número de modelos comerciales. 

Fiodor Schuss, comandante de la caballería ucraniana
y mano derecha del comandante Nestor Mahkno.
En el costado derecho vemos una C-96
Naturalmente, la victoria bolchevique no supuso el cese de envíos porque allí estuvieron aún varios años dedicados al ajuste de cuentas, limpiezas, purgas y demás actividades lúdicas propias del comunismo, siempre tan integrador y dialogante con los que no opinan como ellos. En todo caso, estas armas siguieron en activo en el Ejército Rojo durante la 2ª Guerra Mundial, y hasta aparecen en esa emblemática foto en que las tropas soviéticas disparan al aire ante la cancillería del Reich tras ocupar Berlín. En cuanto al origen del término Bolo, hay teorías varias porque en ningún momento fue una denominación oficial del fabricante. La opinión más aceptada es que fue tomada de la forma con que los british denominaban a los bolcheviques, "bolos", así que nos quedaremos con esa. Con todo, durante la época de entreguerras no solo se suministraron armas a los rusos, sino también a los albaneses, yugoslavos y al IRA, que por aquel tiempo estaban a la gresca con los british con Éamon de Valera en plan libertador y tal, y eso que era de origen español. Durante esa década, aunque se la denomina "los felices 20", de felices tuvieron poco. El mundo aún arrastraba el desastre de la Gran Guerra, en Alemania la situación política y social era tremebunda, mogollón de grupúsculos nacionalistas aprovecharon el desplome de los Imperios Centrales para hacer de las suyas y, como guinda del pastel, los chinos también decidieron que era un buen momento para llevar a cabo una drástica regulación del nivel demográfico del país.

Chino nacionalista ejecutando a un fulano con una Mauser.
A la vista de la concurrencia debía ser cuñado de Mao por
lo menos
Así pues, durante esa década se enviaron miles de armas a China, curiosamente a través de una firma importadora japonesa, para que se dieran estopa a base de bien. Sin embargo, a finales de la misma empezaron a perder clientes debido a la aparición de la copias españolas que, al estar provistas de selector de tiro para fuego semi o automático, entusiasmó bastante a estos probos orientales, que así podían matarse más y mejor. Y, mira por donde, la Mauser no tenía en producción un arma de ese tipo aunque años antes ya habían patentado un modelo que no llegó a entrar en producción. Pero como tenían demanda de sobra tampoco se preocuparon, de momento, de que las armas hispanas más las copias que fabricaban los mismos chinos les robaran el mercado. 

Y en esto llegamos a 1930, año en que se llevó a cabo una revisión del arma y que fue la única ocasión en que su nombre original cambió (de las denominaciones de la C-96 hablaremos al final). Ojo, que nadie piense que volvieron la pistola como un calcetín, porque los cambios fueron más bien escasitos así que colijo que quizás lo hicieran por unificar en un solo modelo la producción y olvidarse de todas las versiones anteriores. Básicamente, los cambios más significativos fueron ante todo la implantación del llamado "seguro universal", un mecanismo asaz complejo que, permitía amartillar el arma y, caso de apretar el gatillo, el martillo quedaba bloqueado antes de alcanzar el percutor. Se activaba empujando hacia arriba, y se liberaba tirando hacia abajo. En el detalle vemos, tal como señala la flecha, las letras que llevaba grabada la palanca para saber si estaba echado el seguro. En ese caso se veía la letra S (sicherung, asegurado) y, de lo contrario, la letra F (feuer, fuego). En el detalle vemos ambas posiciones. 

Si al segundo chino se le ocurre disparar en ese momento tienen que ir a
Taiwan a buscarle el ojo. Coñas aparte, obsérvense en el tirador que aparece
en primer término la burda cartuchera de lona para los peines de 10 cartuchos
Por lo demás, se cambió la fórmula del pavonado para dar al arma un acabado azul más profundo, y se redujo el número de estrías de las cachas a solo 12. También se cambió el marcaje del arma, que retomó su antigua denominación. En estas pistolas aparecía la leyenda "Waffenfabrik Mauser Oberndorf A. Neckar" y, en algunos ejemplares, una línea epigráfica que ponía "D.R.P.u.A.P.", enigmático acrónimo que simplemente significaba algo así como "Registrada en Alemania y otras patentes". Al parecer se fabricaron algunas unidades con cargador removible que fue bautizada extra-oficialmente como modelo 711. Se fabricaron 150.000 unidades de este modelo, de las que la mayoría fueron enviadas a los chinos, que eran un verdadero agujero negro consumiendo cacharras de estas. En la foto de la derecha, tomada en Jaixing a principios de 1927, podemos ver una sección de tiradores de pistola pertenecientes a las tropas del mariscal Sin Chuanfang, el señor de la "Liga de las Cinco Provincias". Sin embargo, la invasión japonesa en 1937 dio por terminado el chollo asiático y, con ello, el principio del fin de esta emblemática pistola. Por cierto que los chinos apodaban a esta arma hézi pào, caja cañón, en referencia a las fundas-culatines.

Josef Nickl
Pero mientras que los nipones decidían si se presentaban sin ser invitados en Manchuria, la Mauser vio que era una tontería desaprovechar la demanda de pistolas ametralladoras con que sus competidores hispanos se estaban forrando. Aunque se atribuye el invento a la firma Unceta y Cía., al parecer Fidel Feederle ya había patentado en Estados Unidos un mecanismo ametrallador en 1921. Sin embargo, no era en modo alguno tan viable como la pistola española ya que carecía de cargadores extraíbles y de selector de tiro que, al parecer, se basaba en la forma de apretar el disparador. Imagino que sería un mecanismo similar al de, por ejemplo, nuestro subfusil Star Z-45, que si se apretaba en la moldura superior del gatillo funcionaba en semiautomático, y si se apretaba en la de abajo hacía fuego automático. Se como fuere, la cosa es que el diseño de Feederle no se tuvo en cuenta. En 1926 se construyó otro prototipo, esta vez con un selector situado en el costado derecho del arma y que se muestra en el Royal Armouries de Leeds. El selector está marcado con dos letras: E (Einzelfeuer, disparo único) y R (Reihenfeuer, disparo a ráfagas). Pero ninguno de estos proyectos pareció resultar viable, así que recurrieron a Josef Nickl, un cotizado ingeniero que trabajó en el Versuchabteilung, el taller experimental de la Mauser, dirigiéndolo en ausencia de Feederle a partir de 1910. 

La pistola de Nickl se patentó a toda prisa, se puso en producción y se sirvieron 1.000 unidades, todo a lo largo de 1931. Se fabricó en 7,63 Mauser, 9 mm. Parabellum y, al parecer, también en 7,65 Parabellum. A la derecha podemos ver el aspecto del arma. El alza, norma de la casa, venía graduada hasta los 1.000 metros en fracciones de 100. Y esta vez sí tuvieron en cuenta olvidarse de una vez de los peines, que fueron sustituidos por cargadores de 10 y 20 cartuchos. El selector podemos verlo en el costado izquierdo, donde aparecen dos letras: N (Normal, para tiro semiautomático), y R (Reihenfeuer, ráfaga). El botón de retenida del cargador aparece delante del guardamonte, en el costado derecho. Se fabricaron algo más de 4.000 unidades, pero la producción cesó porque no se consideraba seguro el mecanismo del selector de tiro. Un movimiento involuntario, un roce fortuito al desenfundar o cualquier otro incidente podía cambiar la posición de la palanca y ponerla en fuego automático, y con la tremenda cadencia de tiro podía vaciar el cargador en menos de dos segundos. Total, que el invento de Nickl pasó al baúl de los recuerdos.

Esta versión fue sustituida por un diseño de Karl Westinger, otro sesudo ingeniero que, cuando acabó la 2ª Guerra Mundial, fundó con Ernst Altenburger la archifamosa firma Feinwerkbau, dedicada a la producción de armas cortas y largas para tiro deportivo de élite. El diseño de Westinger no ofrecía muchas variaciones, pero sí un selector fiable al 100% . El arma fue patentada el 13 de abril de 1932 (no perdieron el tiempo, vaya...), y la pusieron en producción rápidamente. En el detalle podemos ver el selector, que en vez de una palanca basculante consistía en una chapa triangular con un botón moleteado. Para cambiar la posición del mismo había que presionarlo- con el pulgar de la mano diestra era muy difícil salvo que se tuviera un dedo muy largo- y, manteniéndolo apretado, girar la chapa. O sea, que los incidentes que se podían dar con el modelo de Nickl eran virtualmente imposibles. Por otro lado, la recarga se podía efectuar de dos formas: cambiando el cargador o, si no había más disponibles, con el sistema tradicional de peines. Cuando el arma se quedaba sin munición el cierre se quedaba abierto, como ya sabemos. Al cambiar el cargador había que tirar levemente de la corredera para que se cerrase, y si se recargaba mediante peines se cerraba al retirar el clip. De este modelo se fabricaron casi 100.000 unidades entre 1932 y 1938. 

Dos desafiantes homicidas de las SS en un pozo de
tirador sobre el que vemos una Schnellfeuer lista para
hacer fuego
El último destino de estas pistolas fueron, ante todo, las unidades de SS y los Einsatzgruppen que iban limpiando el terreno de enemigos durante la 2ª Guerra Mundial. Considerando la deficiente contabilidad que, como comentamos en la entrada anterior, mantuvo la Mauser durante todo ese tiempo, se calcula que se construyeron unas 960.000 unidades de la C-96 y el modelo 1930, por lo que si añadimos las Schnellfeuer la cifra ascendería hasta, aproximadamente, 1.050.000 unidades si bien, repito, no es posible conocer la cifra con exactitud, y más si tenemos en cuenta que las partidas enviadas durante la inmediata posguerra iban en muchos casos de tapadillo para no mosquear a los aliados, por lo que las numeraciones no eran de fiar. Por cierto que los chinos, que como sabemos tenían sueños húmedos con las pistolas ametralladoras, tenían una peculiar técnica para disparar a ráfagas sin el culatín. Su elevada cadencia las hacía casi incontrolables salvo que se instalara ese accesorio, que no siempre estaba disponible, así que en vez de disparar empuñando el arma de la forma convencional la colocaban "tumbada" hacia la izquierda, o sea, con el dorso de la mano mirando hacia arriba. En ese caso, el retroceso no la elevaba, sino que hacía un movimiento de barrido hacia la derecha que era sumamente eficaz sobre todo para limpiar reductos o cuando se entraba en viviendas ocupadas por el enemigo. 

Ametrallador tedesco armado con una Mauser.
Obsérvese la cincha que lleva en bandolera para
transportar la máquina entre el tirador y el servidor
Bien, grosso modo esta es la historia de la C-96. Pero antes de terminar, veamos el tema de los nombres que recibió el arma.  Ante todo, debemos tener en cuenta que casi todos son denominaciones espurias modernas, creadas sobre todo por los coleccionistas para diferenciarlas. Para la Mauser no había diferencias entre una de martillo de cono o de anilla grande, todas eran iguales, y no se las diferenciaba por versiones o año de construcción. Inicialmente, cuando apenas empezaba su andadura, recibieron el nombre de Pistole 7,63 o P-7,63 en referencia al calibre. Así mismo, también aparecen documentadas como C-96, M-96 y M-1930. No obstante, C-96 se usaba raramente hasta que, a mediados del siglo XX y tras la guerra, se hizo más popular. También fue denominada como Armeepistole (Pistola militar), Rücklauf-Pistole System Mauser, en este caso por su descripción de arma de retroceso corto que figuraba en la patente inicial de 1896, Selbstlader-Pistole (pistola semiautomática) o Zehnlader-Pistole (pistola para diez cartuchos), estas dos últimas empleadas solo en el siglo XIX. En cuanto a la ametralladora, se le llamó indistintamente M712 y Schnellfeuer (tiro rápido). Pero, repetimos, todas estas retahílas de nombres no fueron nunca asimilados de forma oficial por la marca, que genéricamente las llamó ante todo M-96 y M1930, aparte de la M-712. Ahora bien, todas las variantes como M1920, M711, M1902, M1912, etc., más las "Nueve Rojo" o "Red Nine", martillo de cono, martillo de anilla grande, martillo de anilla pequeña, el más conocido de "Broomhandle" (mango de escoba) o incluso "Kuhfuß" (palanqueta, aunque literalmente signifique pezuña o pie de vaca), así como Bolo, hézi pào o incluso el de "Peter the painter" que le dieron los irlandeses, son todos motes dados por las tropas que las usaron o, como hemos anticipado, por los coleccionistas. En cualquier caso, creo que como hoy es más conocida es bajo la denominación de C-96.

Bien, criaturas, se acabó lo que se daba. Espero que les resulte provechoso cuando vean alguna de estas pistolas en una peli y puedan planchar a sus cuñados explicándoles con pelos y señales la historia de la misma, a ver si así se largan antes de que dejen la botella de whisky llena de aire.

Hale, he dicho

Pistolas de repetición: la pistola VOLCANIC

Pistolas de repetición: la pistola LAUMANN

Taller de la Mauser donde se alinean cientos de armas ya terminadas. En segundo plano vemos a los operarios que las
terminaban de ajustar a mano. Me dejan una carretilla y cinco minutos y dejo el local vacío, por mis muelas que sí

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