jueves, 20 de octubre de 2022

MUERTE CIERTA, HORA INCIERTA 3

 

Hay que reconocer que la nieve añade un plus de dramatismo a las imágenes bélicas. Este desdichado soldado anónimo parece aún más solo y más patético casi sepultado por la gélida mortaja

Cadáveres de civiles ucranianos esperando su turno para ser enterrados
en el cementerio de Bucha, donde los hijos de Putin perpetraron una
matanza suntuaria entre el 27 de febrero y el 31 de marzo de este año.
Más de 450 personas liquidaron los orcos esos que Dios confunda

Me temo que la guerra de Ucrania no tiene visos de ser resuelta en breve. El camarada Vladimiro, que daba por hecho que la invasión sería un paseo militar en el que la población recibiría a sus esbirros con pétalos de rosa y palmas de victoria, ha podido constatar que han preferido darles la bienvenida en forma de balas y metralla. Pero el camarada Vladimiro, cuya supervivencia depende por entero de la resolución exitosa de su error garrafal, se empecina en seguir martirizando a civiles pensando que así logrará doblegar a los ucranianos por la despiadada mano del general Serguéi Vladimírovich Surovikin, un mal bicho con cabeza de huevo cuyo currículum no es precisamente el del casto José. Pero ni el camarada Vladimiro ni su feroz perro de presa parece que se hayan molestado en aprender de la historia, empezando por la de su propio país, para comprender que masacrar civiles es precisamente la mejor forma de hacerlos aún más obstinados por muchas penalidades y penurias que les hagan padecer.

Sus paisanos soportaron lo insoportable durante el férreo cerco que las tropas del ciudadano Adolf impusieron a la ciudad de Stalingrado, llegando hasta el canibalismo para subsistir. Cuanto más burradas perpetraban las unidades de la Wehrmacht y las SS, más aumentaba el sentimiento de odio y furia contra ellos hasta que, finalmente, lo que parecía imposible se convirtió en realidad, y los hijos del padrecito Iósif lograron romper el cerco y derrotar bonitamente a los enemigos. Fue una derrota tan contundente que, de hecho, marcó un antes y un después en el devenir de la contienda.

Miles de hombres en edad de combatir han preferido largarse con
viento fresco antes de que los llamen a filas. Ha quedado patente
que palmarla en Ucrania por el camarada Vladimiro no es nada
atractivo para el personal

Y tampoco parece que hayan tenido en cuenta cómo los ucranianos, que se tuvieron que tragar la primera embestida germana, se organizaron para hostigar sin descanso a los tedescos a pesar de las redadas, represalias y operaciones de castigo llevadas a cabo por los Einsatzgruppen de las SS. Cuanta más gente mataron, cuantas más aldeas destruyeron y cuantas más violaciones y crímenes perpetraron, más aumentó la resistencia de la población, que aprovechaba la mínima para devolverles el golpe aún a costa de ver cómo los malvados SS se cebaban en gente indefensa cometiendo las mayores atrocidades imaginables. Es más que evidente que si un ejército de primera clase como el tedesco no pudo someterlos, menos lo hará otro cuyos efectivos tienen la moral por los suelos y con gran parte de su material más obsoleto que los mosquetes de mecha. Ya hemos visto como el anuncio de movilización ha impulsado un auténtico éxodo de hombres en edad de combatir porque, aunque el camarada Vladimiro y sus palmeros se nieguen a reconocerlo, la mayoría de la población pasa totalmente de ir a palmarla para que el ex-agente del KGB pueda presidir un desfile de la victoria que cada día que pasa se antoja más utópico.

Los tres cachorros de Kadírov, con 14, 15 y 16 años, jugando a feroces
soldaditos bajo la tutela de un instructor. Imagino que la perspectiva
de que se los envíen de vuelta en bolsas de plástico le ha hecho
replantearse mandarlos a Ucrania

Y no es para menos, porque ya hemos visto testimonios de que en Ucrania la Parca se pasea tan campante, balanceando su címbara en cuanto se topa con algún o algunos desdichados enviados al matadero para mayor gloria del camarada Vladimiro o de psicópatas como el energúmeno checheno Ramzán Ajmátovich Kadírov, un mahometano que debe tener la sesera bastante averiada en vista de las chorradas que suelta. Este barbudo personaje aseguró que tres de sus hijos, menores de edad por cierto, irían a combatir al frente si bien tras divulgar un vídeo en el que los críos aparecían haciendo el gamba en un campo de instrucción no se ha vuelto a tener noticia de sus éxitos militares. Colijo pues que todo fue el enésimo montaje de la propaganda rusa para ver si así animaban al personal a no largarse echando leches del país, porque de haber ido a luchar supongo que habrían tardado medio nanosegundo en sacarlos en los noticieros devorando vísceras de bebés ucranianos. Pero no. Tras el vídeo propagandístico no se les ha vuelto a mencionar, y digo yo que hasta en Rusia es ilegal mandar a adolescentes al campo de batalla por mucho que su papaíto se empeñe en ser más cafre que nadie.

En fin, habrá que esperar la llegada del invierno y ver cómo evolucionan las cosas cuando el termómetro baje varias decenas de grados, que allí hace un frío que pela. En todo caso, y como la guerra no da tregua, haremos hoy una tercera compilación de testimonios gráficos que dejan claro una vez más que la muerte es cierta y la hora incierta. Veamos...

En la foto inferior vemos un T-80 ruso en una situación bastante extraña. Lleva varios minutos moviéndose en círculos porque tiene la oruga izquierda dañada. La flecha marca el fragmento de la misma que se ha salido del tren de rodaje. Pero no se detiene. Su tripulación no se ve por ninguna parte, y no sabemos si han palmado y están dentro del vehículo o han optado por largarse con viento fresco antes de que los rematen. Finalmente, el carro se detiene, momento que aprovecha Lavrenti Vladimírovich para auparse y asomarse por la escotilla del piloto para ver si el vehículo está habitado o, por el contrario, vacío. En el círculo aparece el fulano ese, del que apenas se atisba su figura confundida por el color del uniforme.


Lavrenti se yergue sin que podamos saber nada acerca del contenido del T-80, y se dirige a uno de los cofres externos de la torreta de donde coge un par de bultos. Quizás sean las raciones de combate de los tripulantes que, me temo, ya no necesitarán para nada. Pero Lavrenti no ha reparado en que un tábano mecánico con aviesas intenciones lo vigila, y antes de que le de tiempo a apearse ya le ha lanzado una enana malvada, que cae sobre él con una precisión escalofriante.


Una vez perpetrado su pequeño saqueo, Lavrenti se dispone a bajarse del carro. Avanza por la proa apoyándose en el cañón (círculo rojo) mientras que la enana malvada (flecha roja) cae sobre él con premeditación y alevosía. A Lavrenti le van a dar un susto de muerte, y nunca mejor dicho.


Y, en efecto, la pequeña bombita drónica le estalla literalmente bajo el papo cuando impacta sobre el extremo del guardabarros derecho. Lavrenti Vladimírovich se desploma como un títere al que han cortado los hilos de un fulgurante tajo y cae al suelo delante del vehículo, quedando inerte.


Pero el fulano que maneja el dron no parece haberse quedado convencido de que, en efecto, Lavrenti se ha llevado un susto de muerte literal, así que arroja otra enana malvada para rematar la faena. Ahí vemos al atribulado hijo de Putin, al que al parecer se le ha gripado el músculo cardíaco, mientras la enana cae con precisión inexorable. Ciertamente, el ucraniano tiene una pericia fastuosa porque, sin disponer de elementos de puntería, vuelve a acertar de pleno. 


Fin de la historia. Lavrenti Vladimírovich ya es baja definitiva en el ejército del camarada Vladimiro, que jamás tendrá noticia del final de nuestro hombre ni del de tantos miles y miles de vasallos enviados al matadero para saciar su insana ambición. 


Veamos otro testimonio que, en esta ocasión, demuestran el elevado nivel de preparación de las hordas del camarada Vladimiro. En la foto inferior podemos ver un MT-LB, un transporte de tropas acorazado de última generación. Bueno, era de última generación a principios de los años 50 del pasado siglo, cuando entró en servicio. Ahora ya está un poco obsoleto, pero da el avío. Su contenido cárnico lo forman dos tripulantes y once probos homicidas que, gracias a la inigualable pericia del conductor, van a causar baja en breve. Observen la imagen. El MT-LB se acaba de incorporar a la carretera, donde se pueden apreciar dos hileras de minas contracarro que no se sabe quién ha podido dejar ahí tan a la vista. Cualquiera pensaría que algo tan burdo es más bien una trampa explosiva ideada para que el primer panoli que pase por la carretera le de por apartarlas y le explote una en plena jeta. Pero Pavel Vladimírovich, un avezado conductor con años de experiencia, da por sentado que son minas de mentirijillas plantadas en el camino para hacer que los vehículos se salgan de la carretera para esquivarlas, siendo en realidad en las cunetas donde están las minas de verdad. Pavel Vladimírovich no lo duda y no corrige su rumbo ni medio centímetro. Nadie sería tan memo como para sembrar minas dejándolas a la vista.


Pero las minas eran de verdad. Las debieron poner ahí por si alguien tan sagaz como Pavel Vladimírovich daba por hecho que eran de mentirijillas y las pisaba, como así fue. La explosión producida por esos chismes es fastuosa, ciertamente...


Solo un superviviente ha logrado salir del vehículo (flecha roja). Ahí lo vemos en cuclillas intentando asimilar qué ha pasado y sin terminar de creerse que ha escapado razonablemente indemne, y más si observamos que la detonación de la mina ha hecho explotar a otras tres más. En el asfalto se pueden ver claramente los pequeños cráteres que han dejado.


Por cierto que la guerra no solo supone pasar privaciones de todo tipo incluyendo a sargentos chusqueros y cabos de vara con muy mala leche, sino que incluso no permite al personal descansar y reponer fuerzas. Ahí tenemos un ejemplo bastante elocuente: el soldado Iliá Vladimírovich se acurruca en un mísero hoyo sobre su compadre Alexey Vladimírovich. Ambos están un poco bastante agotados y necesitan imperiosamente descabezar un sueño, pero el dron alevoso de turno se planta sobre su agujero para fastidiarles la siesta. La cosa anaranjada que vemos en la parte inferior de la imagen es el morro de la enana malvada que porta el dron, y en el detalle podemos ver mejor a ambos compadres roncando plácidamente como si la paz reinase en el mundo.


El fulano del dron es un sujeto insensible y desconsiderado, así que no se lo piensa dos veces porque tiene muy claro que no puede dejar pasar la oportunidad de causar alguna baja más antes de la cena. Suelta la enana malvada y espera a ver sus efectos, como es habitual.


¿Se imaginan lo increíblemente irritante que debe ser que a uno lo despierten a bombazos, y encima que la bomba le explote en plena jeta? Algo así debió sentir Iliá, que sin quererlo salvó la vida de su compadre haciendo de escudo humano.


Iliá repta a duras penas fuera del hoyo. Su compadre Alexey aún no se ha terminado de despertar si bien tarda solo unos instantes en asimilar que el estruendo no era una pesadilla ni el sargento Ivanov berreando, sino una de esas enanas malvadas que caen sin avisar y que cuando uno se percata de su presencia es porque lo han acribillado con esquirlas de metralla.


Y con esta otra secuencia terminamos por hoy. La imagen nos muestra una trinchera bastante cutre si bien se han preocupado de cavarla en zigzag, como mandan los cánones. Si alguno aún no sabe por qué tienen esa forma, la misma secuencia de fotos les dará la respuesta: así se evita que si algo explota dentro de la zanja la metralla alcance a varios hombres apalancados a lo largo de la misma. Ese zigzagueo es lo que impide que la enana malvada que cae sobre Yuri Vladimírovich se lleve por delante a sus dos cuñados, situados a ambos lados.


El tipo del dron tampoco se lo piensa mucho y aprovecha el paseo para dar buena cuenta de otro hijo de Putin. Deja caer su enana malvada desde una altura notable, lo que no deja de ser todo un alarde para un chisme que carece de cualquier tipo de tecnología para lanzar objetos con un mínimo de precisión. Solo cuenta con la destreza y el buen ojo del "dronero" para acertar en el objetivo.


Y vaya si acierta. Observen la flecha, porque señala exactamente a la enana malvada justo en el instante en que se cuela en el interior de la trinchera, a escasos centímetros de la cabeza de Yuri que vemos cubierta con el casco. Insisto una vez más: es asombroso lo que estos fulanos logran hacer con un puñetero dron chiquitujo.


Y la enana malvada explota, como no podía ser menos. Yuri Vladimírovich cae redondo al fondo de la trinchera. Sus dos cuñados ni se inmutan. Saben que ya se ha marchado al paraíso de la Santa Madre Rusia, y rezan devotamente para que no los manden a hacer compañía al occiso.


En fin, ya vemos que estos chismes no dan descanso, y que cuando menos se espera dejan caer muerte y destrucción + IVA en forma de enana malvada para darle a uno el último gran susto de su vida. Y por si esto fuera poco, unos ingenieros ucranianos están desarrollando otra virguería volátil. Hela ahí:


Un hexacóptero chulísimo de la muerte que en vez de enanas malvadas porta una mini-ametralladora cuyo calibre y prestaciones no he podido averiguar, pero se me antoja que ese chisme en realidad no es más que un diseño a escala de otro mayor con capacidad para portar y disparar una máquina más poderosa. O sea, algo así como un helicóptero de ataque en pequeñajo que no solo podría ametrallar bonitamente a la sufrida infantería, sino también enfrentarse a drones enemigos y destruirlos ya que la ametralladora tiene capacidad de movimiento. Siempre lo digo: aunque pueda parecer una contradicción, las malditas guerras son las que más han favorecido la evolución del hombre y el desarrollo de todo tipo de inventos, desde la ingeniería a la medicina. Sí, no me levanten la ceja de las sorpresas repentinas... Por poner un par de ejemplos chorra, recuerden que la anestesia epidural la inventó en 1921 el médico militar español (cosa que nadie menciona jamás) Fidel Pagés para realizar intervenciones durante la Guerra del Rif; y, por otro lado, el cianoacrilato se desarrolló para cerrar heridas en el frente de batalla de forma rápida e indolora. Sí, el pegamento instantáneo ese con el que todos nos hemos pegado alguna vez los dedos intentando reparar la figurita esphantosa del salón, regalo de boda del miserable cuñado de turno.

Bueno, dilectos lectores, con esto concluimos por hoy, esperando que la musa retorne de una puñetera vez.

Vladimiro, eres un bellaco, un psicópata y un carajote. Así te mueras.

SLAVA UKRAINI, y que te den morcillas

Hale, he dicho

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