Recreación de Claudio partiendo de uno de sus bustos. En su momento ya se dedicó una entrada a su asesinato a manos de su archimalvada mujer, Agripina la Menor |
Mesalina sosteniendo en brazos a su hijo Británico. Esta estatua está datada hacia el 45, por lo que tendría unos 20 años aproximadamente |
Mesalina en brazos del gladiador, obra de Joaquín Sorolla. En la realidad, el ambiente sería mucho más sórdido, con menos flores y con más vicio. |
Mesalina trajinándose a un posible cliente en la Suburra, uno de los barrios más populosos de Roma |
Mesalina y Silio en pleno precalentamiento para perpetrar actos extremadamente cochinos. |
El impúber Británico, implicado a su pesar en los líos de su madre. |
Con todo, las amenazas de Narciso hicieron que Mesalina actuara con prontitud. Aprovechando un viaje del césar a Ostia, donde iba a celebrar unos sacrificios a los dioses, organizó su boda con Silio, para lo cual fueron llamados incluso sacerdotes y augures que realizasen las ceremonias, ritos y sacrificios preceptivos. Mesalina confiaba en que la popularidad de Silio y su influencia personal le dieran el apoyo necesario para llevar a cabo su golpe de estado con el apoyo tanto de los patricios como de los pretorianos, sin el cual sería imposible culminar con éxito su malvado proyecto. Esto acojonó bastante a Calisto y a Palas, que prefirieron mirar para otro lado, pero no a Narciso, que se valió de una astuta estratagema para hacer ver al tornadizo emperador que una gran conspiración se cernía sobre su persona. Así pues, aprovechando el viaje a Ostia sobornó a dos putas que solían acudir a ponerlo contentito durante sus estancias en dicha ciudad para que, como cosa de ellas, contaran a Claudio lo que se estaba cociendo. Las dos meretrices, muy afamadas por cierto entre su clientela, eran Calpurnia y Cleopatra las cuales, bien aleccionadas por Narciso, dieron pelos y señales de lo que ocurría durante su ausencia, y de la infame traición de Mesalina y Silio. Claudio, atónito, pidió a Narciso que le confirmara aquellas noticias, a lo que el liberto accedió pidiendo perdón por no haberle avisado antes, asegurándole que solo deseaba que las cosas volvieran a la normalidad. Pero le advirtió que el pueblo, el senado y los pretorianos ya sabían lo de la boda, y que Silio no tardaría en hacerse con el poder si no se intervenía con rapidez. Claudio, babeando del pasmo y muy, pero que muy acojonado, mandó llamar a sus principales consejeros incluyendo ante todo al prefecto pretoriano Lucio Geta, sin cuyo apoyo podía darse por perdido.
Virgen vestal. Estas mujeres tenían un enorme poder en Roma, contándose entre sus privilegios perdonar la vida de un reo aún habiendo sido condenado por el Senado o el césar |
Altorrelieve que representa una boda en Roma. La novia, en vez de cubrirse con un velo blanco como se hace actualmente, lo hacía con el FLAMMEVM, un velo de color naranja o rojo |
Moneda que nos muestra el rostro de Mesalina |
Claudia Octavia, la primogénita |
Momento en que el tribuno pretoriano se dispone a escabechar a la taimada mujer ante un satisfecho Evodo. Mientras se consuma la ejecución, Lépida se aparta ocultando el rostro para no ver la escena. |
Fotograma de la exitosa serie británica "Yo, Claudio" que muestra el instante en que el tribuno descabeza a Mesalina, la cual no parece muy conforme con su merecido destino. |
En fin, así acabó la nefanda Valeria Mesalina. Una prenda de mujercita, ¿que no? Con todo, en los días posteriores a su muerte el memo de Clau-Clau-Claudio aún seguía preguntando por ella cuando llegaba la hora del almuerzo o la cena y veía que no se presentaba. En fin, un desastre de hombre.
Hale, he dicho
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