El desarrollo que tuvieron a finales del siglo XVI las fortificaciones de traza italiana supuso tener que idear nuevas tácticas para la expugnación de los enormes complejos fortificados que surgieron por doquier. Los sitiadores ya no podían limitarse a sentarse y esperar a que a los defensores se les acabaran las vituallas, o asaltar un castillo defendido por unas cuantas decenas de hombres. Las nuevas fortificaciones albergaban guarniciones de centenares o miles de soldados, sus baluartes contaban con bocas de fuego suficientes como para barrerlos del mapa, y sus complejas obras defensivas hacían extremadamente complicado apoderarse de ellas.
Así pues, fue necesario adoptar estrategias y técnicas capaces de expugnar fortificaciones cuya sola visión le hacían a más de uno perder las ganas de intentar siquiera ponerles sitio. La impresionante mole de los baluartes erizados de cañones, los fosos, revellines, plazas de armas, hornabeques, etc., etc., con que estaban defendidas ponían las cosas verdaderamente complicadas a los asaltantes, lo que hizo que los ingenieros militares de la época, creadores de esos complejos fortificados, ideasen la forma de vencerlos.
Aparte de las minas, a las que ya se dedicó una entrada anteriormente, había una serie de elementos que los sitiadores ponían en práctica para apoderarse de su objetivo, a saber:
1. Construcción de líneas de contravalación y circunvalación
2. Obras de zapa de aproximación, como las paralelas y las trincheras
3. Obras de campaña
4. Pertrechos para ello
La lámina superior nos puede ilustrar a la perfección. En la parte inferior vemos las líneas de contravalación y circunvalación. La primera de ellas estaba destinada a cerrar el cerco contra la plaza, así como a contener posibles salidas de sus defensores. La segunda, previene un ataque de tropas que acudan en ayuda de los defensores. Entre estas líneas, situada a casi 3 km. de distancia, fuera del alcance de la artillería enemiga, se levantaba el campamento. Como se ve, dispone de fosos y dientes de sierra para flanquear posibles atacantes procedentes tanto de la plaza como del exterior.
Triángulo con medios baluartes en sus ángulos. Esta fortificación permitía tanto hostigar la plaza sitiada como proteger cada flanco de su recinto, así como batir a posibles atacantes por la retaguardia.
Triángulo con baluartes enteros en sus ángulos. Su finalidad es la misma que el anterior, si bien permite cruzar fuegos en las tres direcciones.
LOS CESTILLOS DE TRINCHERA
Eran pequeñas cestas de mimbre llenas de tierra que se colocaban sobre los parapetos, pudiendo así formar troneras para que los fusileros pudieran disparar a cubierto. Para esto también se usaban sacos terreros, que creo que no precisan explicación porque aún se usan actualmente para defender trincheras, piezas de artillería, etc. Los cestillos eran además muy útiles para transportar cualquier tipo de utensilios a lo largo de las angostas trincheras.
LOS ZARZOS
Usados desde muy antiguo, eran plataformas de mimbres o ramas de forma rectangular válidos para multitud de fines, como cubrir las fajinas usadas para cegar fosos y crear así una pasarela uniforme, disponerlos en el fondo de las trincheras cuando se embarraban con las lluvias, sujetar la tierra en los taludes si era poco consistente o arenosa, etc. Las asas de los extremos son, como puede suponerse, para facilitar su transporte. Los zarzos también eran usados como blindas, que no eran en sí una fortificación ni nada similar, sino un mero cubrimiento para ocultar a la vista del enemigo cualquier actividad que se deseaba se mantuviera en secreto, como el inicio de zapas u obras de cualquier tipo.
La lámina superior nos puede ilustrar a la perfección. En la parte inferior vemos las líneas de contravalación y circunvalación. La primera de ellas estaba destinada a cerrar el cerco contra la plaza, así como a contener posibles salidas de sus defensores. La segunda, previene un ataque de tropas que acudan en ayuda de los defensores. Entre estas líneas, situada a casi 3 km. de distancia, fuera del alcance de la artillería enemiga, se levantaba el campamento. Como se ve, dispone de fosos y dientes de sierra para flanquear posibles atacantes procedentes tanto de la plaza como del exterior.
En esa otra lámina tenemos el detalle de las obras de aproximación. Se cavaba una primera paralela, una trinchera situada al menos a 700 varas (584 metros), provista de parapeto y banqueta para fusileros. A partir de ahí se iniciaban unas trincheras de aproximación en zigzag denominadas retornos. Se pueden apreciar unos salientes al extremo de cada retorno, denominados corchetes que permitían una mejor circulación en caso de moverse las tropas en ambos sentidos en la estrechez de la trinchera. Su forma en zigzag obedecía a prevenir que si un disparo enemigo enfilaba la trinchera la barriese de ocupantes.
Tras avanzar 380 varas (317 metros), se iniciaba la segunda paralela. El motivo de esa distancia concreta era porque, de ese modo, la segunda paralela quedaba dentro del campo de tiro de la fusilería amiga, o sea, podían ser cubiertos por el fuego propio en caso de verse desbordados por una salida del enemigo. Una vez cavada la paralela se iniciaba otra aproximación, pero con los retornos más cortos ya que, a esa distancia, se estaba más expuesto al fuego procedente de la plaza.
Finalmente se cavaba una tercera paralela a 60 varas (50 metros) de la plaza, y a partir de ahí era desde donde se comenzaban a cavar minas a fin de abrir una brecha. Obviamente, mientras se llevaban a cabo estos trabajos se bombardeaba la plaza desde las fortificaciones de campaña que se ven en la primera paralela. Se trataban de obras de circunstancias, casi siempre fabricadas a base de tierra y de los pertrechos que veremos más adelante, y a veces aprovechando alguna casa cercana o algún castillo abandonado cuya posición se prestase para ello. Dichas fortificaciones podían ser de varios tipos, a saber:
Triángulo con medios baluartes en sus ángulos. Esta fortificación permitía tanto hostigar la plaza sitiada como proteger cada flanco de su recinto, así como batir a posibles atacantes por la retaguardia.
Triángulo con baluartes enteros en sus ángulos. Su finalidad es la misma que el anterior, si bien permite cruzar fuegos en las tres direcciones.
Triángulo con baluartes enteros en cada lado. Quizás la menos efectiva de las tres, ya que cada baluarte solo cubre de flanco y no cruza fuegos con los demás. También podían hacerse cuadrados con los mismos sistemas defensivos que acabamos de ver. Más sofisticadas eran las fortificaciones en forma de estrella, de 5, 6 o más puntas, similares a sus "hermanas mayores". Finalmente, quedaría por mencionar la herradura de caballo, cuya forma, como puede suponerse, era tal como su nombre indica. La parte abierta de la herradura correspondería a la gola, que podía cerrarse con estacadas, fosos, etc.
Para la consecución de estas fortificaciones de campaña se recurría a una serie de pertrechos, fabricados con materiales perecederos o con tierra, baratos y fáciles de conseguir y bastante efectivos a la hora de proteger tanto a las tropas como a los zapadores que, penosamente, tenían que cavar cientos de metros de trincheras bajo el fuego de los sitiadores. Veamos cuales son:
LAS FAJINAS
Eran haces de ramas de entre 160-175 cm. de longitud y de un grosor de unos 15 cm. Era uno de los pertrechos más versátiles, adecuados para construir parapetos o cubrir los espacios entre cestones. Estas últimas eran más gruesas, y llevaban un palo en el centro que sobresalía de sus extremos para poder clavarla en vertical. Estas fajinas, llamadas fajos de zapa eran más cortas que las normales, de alrededor de 75 cm.
LAS SALCHICHAS
Eran fajinas de entre 5,60 y 14 metros de longitud, usadas para como base para la construcción de estos fuertes de circunstancias. Se unían en grupos, abrazadas mediante estacas de entre 85 y 115 cm. para formar una masa compacta y sólida. En la lámina de la izquierda se puede ver como quedaba un parapeto fabricado con estas fajinas, las cuales podían recubrirse con tierra para darle más solidez al conjunto. El soporte que las contiene recibía el nombre de candelero, a los que se recurría cuando no se tenía intención de realizar un parapeto más duradero, o bien para irlo cambiando de sitio si las circunstancias lo requerían.
LOS SALCHICHONES
Eran fajinas de entre 85 y 115 cm. de grosor cuyo interior iba relleno de piedras. Valían para cegar fosos inundados, ya que con su peso se iban al fondo, y formar sobre ellas un camino de acceso a la plaza. También se usaban como base para la construcción de fuertes de circunstancias, como los que aún perduran en la zona de San Fernando y Chiclana, en Cádiz, construidos entre las salinas para contener el avance francés y con bastante buen resultado por cierto.
LOS CESTONES O GAVIONES
Eran, como su nombre indica, cestos de mimbre o ramas finas que, rellenos de tierra, tenían multitud de usos, tales como protección para piezas de artillería, o para protección de los zapadores que iban cavando las trincheras, quedando así a salvo del fuego de fusilería enemiga. Si eran necesario que cubriesen una altura superior a los aproximadamente 2 metros, se ponían dos cestones, uno encima del otro, para lo cual se fabricaban con un extremo de un diámetro inferior a fin de encajarlo uno en el otro. A falta de cestones también se usaban botas y barriles de madera, que cumplían su cometido a la perfección. El la ilustración de la izquierda vemos como unos zapadores cavan tras un parapeto formado por cestones cuyas medianeras están rellenas con fajinas, que también están colocadas en la zona superior. La zapa, como se puede observar, se realizaba en cuatro niveles, siendo el de menor altura protegido en su avance por un mantelete colocado sobre ruedas. Estaba fabricado con gruesos tablones de madera a prueba de bala de fusil.
LAS FAJINAS
LAS SALCHICHAS
LOS SALCHICHONES
Eran fajinas de entre 85 y 115 cm. de grosor cuyo interior iba relleno de piedras. Valían para cegar fosos inundados, ya que con su peso se iban al fondo, y formar sobre ellas un camino de acceso a la plaza. También se usaban como base para la construcción de fuertes de circunstancias, como los que aún perduran en la zona de San Fernando y Chiclana, en Cádiz, construidos entre las salinas para contener el avance francés y con bastante buen resultado por cierto.
LOS CESTONES O GAVIONES
Eran, como su nombre indica, cestos de mimbre o ramas finas que, rellenos de tierra, tenían multitud de usos, tales como protección para piezas de artillería, o para protección de los zapadores que iban cavando las trincheras, quedando así a salvo del fuego de fusilería enemiga. Si eran necesario que cubriesen una altura superior a los aproximadamente 2 metros, se ponían dos cestones, uno encima del otro, para lo cual se fabricaban con un extremo de un diámetro inferior a fin de encajarlo uno en el otro. A falta de cestones también se usaban botas y barriles de madera, que cumplían su cometido a la perfección. El la ilustración de la izquierda vemos como unos zapadores cavan tras un parapeto formado por cestones cuyas medianeras están rellenas con fajinas, que también están colocadas en la zona superior. La zapa, como se puede observar, se realizaba en cuatro niveles, siendo el de menor altura protegido en su avance por un mantelete colocado sobre ruedas. Estaba fabricado con gruesos tablones de madera a prueba de bala de fusil.
LOS CESTILLOS DE TRINCHERA
Eran pequeñas cestas de mimbre llenas de tierra que se colocaban sobre los parapetos, pudiendo así formar troneras para que los fusileros pudieran disparar a cubierto. Para esto también se usaban sacos terreros, que creo que no precisan explicación porque aún se usan actualmente para defender trincheras, piezas de artillería, etc. Los cestillos eran además muy útiles para transportar cualquier tipo de utensilios a lo largo de las angostas trincheras.
LOS ZARZOS
Usados desde muy antiguo, eran plataformas de mimbres o ramas de forma rectangular válidos para multitud de fines, como cubrir las fajinas usadas para cegar fosos y crear así una pasarela uniforme, disponerlos en el fondo de las trincheras cuando se embarraban con las lluvias, sujetar la tierra en los taludes si era poco consistente o arenosa, etc. Las asas de los extremos son, como puede suponerse, para facilitar su transporte. Los zarzos también eran usados como blindas, que no eran en sí una fortificación ni nada similar, sino un mero cubrimiento para ocultar a la vista del enemigo cualquier actividad que se deseaba se mantuviera en secreto, como el inicio de zapas u obras de cualquier tipo.
Bueno, creo que, aunque explicado de forma muy resumida, ya podemos hacernos una idea bastante clara de como se llevaban a cabo los sitios a fuertes y plazas de guerra. Como se ha visto, era cuestión de paciencia y un abrumador trabajo de zapa, en el que la soldadesca se convertía en topos que dedicaban semanas o meses a darle al pico y la pala sin descanso a fin de intentar una aproximación al objetivo. Pero sin esa labor previa era simplemente imposible expugnar los imponentes complejos fortificados de la época, así que no les quedaba otra que invertir días y días y más días en ello para lograr, en un asalto final muy breve en comparación con el tiempo total de duración del asedio, apoderarse de la plaza. Y, con todo, no siempre se lograba culminar con éxito la empresa. Baste recordar el sitio a Cádiz por parte de las tropas del enano corso que, tras dos años y medio y comprometer en la acción miles de hombres y más de 600 piezas de artillería, tuvieron que levantar finalmente el cerco.
Bueno, ya'tá.
Hale, he dicho
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