jueves, 1 de septiembre de 2011

PRO PATRIMONIUM IV: Los malditos centros de interpretación




Los odio. Pero no se trata de un odio normal, como el que se le suele tener al jefe, a la suegra o al vecino ruidoso. No, nada de eso. Es algo que va más allá del odio convencional. Es un odio visceral, profundo, bíblico, ancestral, milenario... ¿Que soy un exagerado? Puede. Siempre he tenido un carácter vehemente, cuando no iracundo. Pero cuando veo en la entrada de un castillo, fuerte, o monumento histórico del cualquier tipo un espeluznante letrerito de diseño que me informa que en su interior hay un "centro de interpretación" de lo que sea, una justa cólera se apodera de mi. Casi me dan ganas de dar media vuelta y largarme sin visitar el monumento en cuestión. Pero me resisto, cuento hasta 800, respiro hondo y, recordando el arrojo y la valentía de mis ancestros, guerreros castellanos de pro, me adentro en el edificio, dispuesto a arrostrar el riesgo de una apoplejía fulminante ante la contemplación de..."la interpretación".

Esta chorrada superlativa se puso de moda hace unos años. Ignoro quién fue el que tuvo la genial idea de llenar de letreros y fotos plastas las salas, cámaras, claustros, etc. de nuestros añejos edificios históricos. Los hay de diversos tipos, pero los peores son los "centros de interpretación de la comarca". Me pregunto: ¿qué leches hay que interpretar sobre una comarca? Un ejemplo: te plantan una foto enorme donde se ve una encima gordísima bajo la cual, varios orondos gorrinos de la Iberia se están poniendo morados de bellotas. En la foto, con una letra minúscula a pesar de que la foto tiene dos metros de alto(tampoco es que sea muy interesante lo que dicen, pero al menos que no haya que ponerse las gafas, digo yo), te informan que ese arbol tan majestuoso es una encina, reina de las dehesas de la comarca. Eso ya lo deduce uno cuando va camino del pueblo en cuestión, ya que no has parado de ver encinas todo el camino. Luego te dicen que los augustos gorrinos que engordan a su sombra son una fuente de riqueza, no ya gastronómica, sino incluso cultural (son gorrinos con un C.I. de 140 lo menos), cosa que tampoco dudas porque ya has probado alguna vez el jamón serrano y, además de las encinas, también has visto cuantiosas piaras de cochinos durante el camino.
En otros letreros te ponen una foto de la única calle del pueblo que merece ser fotografiada, a la que previamente ya le has sacado una foto, y te la ponen como ejemplo del hermoso y ancestral estilo arquitectónico generado por el acervo cultural del pueblo. En otros aparece un venerable labriego con más años que Matusalén, con la jeta curtida por el sol y el viento, fabricando un cesto de mimbre, o un zueco, o aparejando una mula, y te informan que ese señor tan arrugado es el currante típico de la zona, famosa por sus canastos de mimbre, sus zuecos, o sus talabarteros. Naturalmente, nadie acude allí a comprar cestos, zuecos o arreos de mula, pero da lo mismo. O igual te ponen a una ancianita de aspecto bondadoso, como el de esas abuelas que todos hubiésemos querido tener, perdida en una miríada de bolillos para elaborar primorosos encajes. O un rudo campesino cuarentón de aspecto benevolente fabricando unos quesos cojonudos, venerado como si fuera el último habitante del planeta que conoce los profundos arcanos de la elaboración del queso. Resultado de la visita: no has podido sacar una foto decente del claustro, sala o cámara porque la han llenado de letreros que, además, han sido adecuadamente iluminados con luces halógenas sustentadas con horripilantes regletas metálicas.

Pero la cosa no acaba ahí, no... ¿Qué me dicen de los monitores, que por cierto casi nunca funcionan, para...(respiración alterada, leve taquicardia) realizar una visita virtual al edificio? A ver, debo ser gilipollas, porque no lo entiendo. ¿Para qué carajo, en el nombre de Dios, quiero llevar a cabo una visita virtual de un edificio EN EL QUE YA ESTOY? Igual resulta que el gilipollas fue el inope mental que, además de ver el edificio, consideró que si se lo ponían más cómodo al personal con eso de visitarlo virtualmente, ganaba más la cosa. O igual no era gilipollas, sino un listo que se llevó una comisión del aparatito (que, repito, no suelen funcionar). Es surrealista. Te invitan a realizar una visita virtual al edificio que ya estás viendo.
Filas interminables de posters, letreros, carteles... gráficos, diagramas, croquis, datos demográficos... que si la cultura del agua, que si la cultura del jamón, que si la cultura del arado (de esa cultura saben mucho los que inventaron los centros de marras), que si cultura del chorizo (de esa también saben mucho), que si la cultura de la lagartija endémica del monte Perdido ante los efectos del cambio climático y el impacto medio-ambiental de su co-existencia con el escarabajo pelotero importado ilegalmente de la Patagonia... etc.... etc............. etc...................... etc....................................... Por cierto, nunca mencionan la cultura del civismo y de una adecuada conservación del Patrimonio Histórico.

En fin, si queréis vomitar largo y tendido, u os mola tener crisis de ansiedad, os recomiendo visitéis esta web. Bicheando en la red me he topado con esta....¿cómo definirla? ¿Aberración?¿Monstruosidad? Deberían inventar una palabra nueva quizás, porque las que conozco no se ajustan a lo que se ve. Se trata del centro de interprecación de no sé qué gilipollez que han ubicado en el monasterio de San Juan de la Peña. Hasta proclaman constantemente que la integración del adefesio y el monasterio es asombrosamente perfecta. Hay que tener jeta para cargarse el monasterio y encima decir que lo han bordado, cojones... Pasen, pasen y ven. Ah, y encima te cobran 6,50  pavos por admirar la perpetración.  Me pueden esperar apaciblemente sentados en el centro de interpretación de marras...


Por lo demás, pocos testimonios gráficos puedo aportar sobre lo comentado, porque si naúseas me produce verlo, más repugnancia me provoca conservar el recuerdo. Pero si os movéis por esos sitios, ya sabréis de qué hablo. En todo caso, ahí dejos algunas fotillos que he pillado bicheando largamente en mi archivo. Picad las fotos para que se pongan grandes, así da más asco aún. De hecho, solo he puesto mi habitual marca de agua en la primera. He preferido omitirla en el resto. Me da vergüenza. Hale, he dicho.








Post scriptum: ¿¿¿Verdad que es absolutamente vomitivo???


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