Héroe.
(Del latín heros, -ois, y éste del griego ἥρως)
1. m. Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes.
2. m. Hombre que lleva a cabo una acción heroica.
Ésta es la definición que nos da el DRAE del término héroe. La historia está llena de héroes pero, curiosamente, más bien son héroes aclamados por sus hazañas que por sus virtudes. A estos últimos los llaman santos por lo general. Diría que el término héroe ha quedado casi relegado a los protagonistas de hazañas militares si bien, últimamente, también a los que ponen en riesgo sus vidas por salvar a otros: policías, bomberos, médicos...
Pero esos son solo héroes de un día. Llenan un titular de la prensa y, al cabo de poco tiempo, nadie les recuerda. De hecho, incluso muchas veces, la mayoría, ni siquiera se llega uno a enterar de sus nombres aunque su heroísmo les haya costado la vida. Los tomados por auténticos y verdaderos héroes son aquellos que pasan a los libros de historia, y son tenidos como ejemplo de viril arrojo, de temeridad, desprecio al peligro y a la muerte.
Así pues, diría que el término dado por el DRAE es contradictorio. Si se es un héroe en una batalla, se es poco virtuoso debido a que cuanta más gente matas, más héroe eres, y matar tiene poco de virtud, digo yo.
En cualquier caso, los héroes han sido hombres como los demás, con sus defectos, pasiones, cualidades y miserias, si bien de eso se habla más bien poco a fin de no oscurecer mucho su aureola. Este es pues el motivo de esta serie de entradas de tipo biográfico, en las que se irán mencionando héroes más o menos conocidos pero haciendo también referencias a su carácter y defectos. Serán héroes de todas las épocas, si bien de los que más datos disponemos es de los héroes relativamente modernos. De los antiguos se omitió prácticamente toda referencia a otra cosa que no fueran sus supuestas virtudes. Ojo, no pretenden ser biografías exhaustivas, sino más bien un repaso a la vida de cada uno de ellos, haciendo especial hincapié en el lado humano de cada cual.
Así pues, hecho este introito aclaratorio, comienzo con el que quizás haya sido siempre mi héroe predilecto: el Barón Rojo.
Éste sujeto de rasgos distinguidos y mirada penetrante es el rittmeister Manfred Albrecht, freiherr von Richthofen, que traducido sería el capitán de caballería Manfred Albrecht, barón von Richthofen. Sí, era oficial de caballería, concretamente de ulanos, donde inició su carrera militar. Al cambiar de cuerpo por la naciente arma aérea, se conservaba la graduación original. Un capitán de infantería era un hauptmann, pero uno de caballería era un rittmeister, palabro que podríamos traducir como maestro de monta.
Nuestro hombre nació en Kleinburg (Baja Silesia) en 1892, siendo el segundo vástago de una aristocrática familia prusiana. Sus hermanos eran Ilse, la mayor, Lothar, que siguió los pasos de Manfred y fue también un destacado as de la aviación si bien su gloria fue siempre ensombrecida por la de su hermano, y Bolko. En 1903, a los once años, fue enviado a la academia militar para graduarse como oficial en 1911 y ser destinado al 3er. escuadrón del Regimiento de Ulanos Kaiser Alejandro III. Su hermano Lothar fue destinado a un regimiento de dragones. Recordemos que la caballería era, junto con la Armada, los cuerpos elegidos por la aristocracia. Sin embargo, al comenzar la guerra, los vistosos regimientos de caballería fueron reconvertidos en simple infantería ante la obsolescencia de dichas unidades, y el joven Manfred se vio apeado de su caballo y metido hasta las cejas en el fango de las trincheras.
Así pues, en 1915 pidió ser trasladado al arma aérea, que era más elegante y se luchaba más lejos de la mugre, siendo destinado como observador. Para este cometido no era necesario saber pilotar, ya que la misión de los observadores no era otra que hacer fotos del frente, arrojar bombas sobre el enemigo y defender el aparato con una ametralladora instalada en un afuste giratorio en la zona trasera del fuselaje, tras el piloto. Curiosamente, fue como observador cuando logró su primer derribo en otoño de ese año, aunque no pudo ser confirmado.
En octubre de ese año conoce a Oswald Boelke, quien le induce a hacerse piloto, lo que consigue al año siguiente. Con todo, no fue inicialmente piloto de caza, sino de bombardeo en el frente ruso, dejando escrito en su diario que "me divertía muchísimo lanzar cosas sobre aquellos tipos de allá abajo". Obviamente, las "cosas" que lanzaba eran bombas. Esto ya es un dato interesante sobre la personalidad de nuestro héroe, que se tomaba eso de triturar ciudadanos como algo muy divertido.
Sin embargo, las cosas dejaron de parecerle divertidas cuando el 6 de julio de 1917, una bala procedente de la ametralladora de un Vickers británico le acertó en la cabeza, produciéndole una brecha de 10 cm. que, aunque no le llegó a romper el cráneo, lo dejó bastante tocado del ala, teniendo que sufrir varias intervenciones quirúrgicas y una larga convalecencia tras la cual padecía cuando volaba vómitos y dolores de cabeza. Su carácter se tornó sombrío, y ya no se ponía contento cuando retornaba a la base con uno o más derribos en su haber. Por el contrario, se encerraba en su habitación y, dicho por él mismo, "...me apresuro a encerrarme entre mis cuatro paredes para no ver a nadie ni oír nada".
Su final le llegó el 21 de abril de 1918, cuando fue alcanzado durante un confuso combate en el que se atribuyó el derribo al capitán Brown, cuando al parecer la realidad es que fue alcanzado por una bala desde tierra que lo atrevesó por el costado, si bien pudo descender de mala manera hasta tomar tierra. Su palmarés fue de 80 derribos confirmados (máximo as de toda la guerra,) aunque pudieron ser más de 100 si se incluyen los probables, tenía apenas 25 años cuando murió y fue enterrado con honores por tropas australianas. Incluso su muerte estuvo rodeada de misterio, ya que mientras unos decían que cuando tocó tierra ya estaba muerto, otros afirmaban que aún respiraba y que su última palabra fue "kaputt", cosa que queda muy dramática pero, la verdad, cuestiono seriamente.
Bueno, esta es de forma muy abreviada la vida de nuestro héroe. Es evidente que, habiendo sido educado en un ambiente nobiliario y siendo su padre militar, sus conceptos de la guerra eran los propios de la época, asimilándola a un juego entre caballeros donde el honor y la valentía de uno debían quedar patentes. Sin embargo, a medida que el conflicto avanzaba, nuestro hombre se percataba cada vez más que la guerra moderna era de todo menos caballerosa y honorable. Hasta él mismo empezaba a sentir cierto estremecimiento cuando veía caer un avión envuelto en llamas al que previamente había incluso podido vislumbrar la cara del piloto. Con todo, sus mismos compañeros afirmaban que era un cazador implacable, que no paraba de acosar a su objetivo hasta verlo caer para poder adornar sus aposentos con un nuevo trofeo, unas pequeñas copas de plata en cuya peana mandaba grabar el modelo de avión abatido y la fecha. Pero incluso llegó un momento en que, aparte de no quedar en Alemania ni plata para fundir, ni siquiera él mismo mantuvo la costumbre al volverse cada vez más taciturno. Al parecer, su temor a no ver el final de la guerra era cada vez mayor, y estaba cada vez más convencido de que cualquier día lo matarían.
Por las notas que dejó en su diario, es evidente que no sólo ya no se tomaba la guerra como un deporte, sino que cada vez se veía más sumido en una profunda depresión, y eso que, mientras no combatían, los pilotos vivían en confortables palacetes y con unos lujos impensables para los que se pudrían en las trincheras. "...pienso en lo que pasará un día, cuando vea la muerte cara a cara." "Ahora, después de cada duelo aéreo, me siento un desgraciado". Frases como esas delatan que tras el héroe condecorado, espejo de sus camaradas y ensalzado por todo el mundo, en realidad había un hombre atormentado, deprimido, asqueado de sí mismo. Su heroísmo se limitó a echar a tierra 80 aviones enemigos, tras lo cual cada vez su mente se derrumbaba más y más, y temiendo que cada día fuese el último para él. Aunque se achaca a la egolatría propia de los de su clase social el pintar su avión enteramente de rojo para desafiar al enemigo, la realidad es que ese color tan llamativo servía para ser mejor identificado por sus propios pilotos. En todo caso, cuando no volaba no era más que un joven de veintipocos años que sabía que su vida acabaría pronto, y que apenas había podido disfrutar de la misma y de sus aficiones (era un apasionado de la caza mayor). Así pues, ¿es verdaderamente un héroe un hombre cuyas hazañas llegan a asquearle y a sumirle en un depresión imparable? Y si liquidar 80 enemigos es un acto heroico, muchos infantes anónimos acabaron posiblemente con muchos más sin que su nombre haya pasado a la historia. ¿Por qué entonces uno es considerado como héroe y los otros no? Curiosa forma de diferenciarlos, ¿no?
Bueno, concluyo con algunos datos curiosos sobre este personaje.
1. Aunque se asocia por lo general a su persona el triplano Fokker Dr.1, de sus 80 derribos solo 16 fueron logrados con éste aparato. El resto los realizó pilotando Albatros D.II (17), Albatros D.III (22), Albatros D.V (8), Halberstadt (12) y Fokker F1 (5).
2. La Orden Pour le Mèrite le fue concedida en enero de 1917, tras lograr su 16ª victoria. Otros ases, como Boelke, la lograron con solo 8 derribos.
3. La herida en la cabeza le dejó un trozo del tamaño de una moneda sin piel, a través del cual se le veía el cráneo.
4. Aunque por la importancia de la unidad a su mando, el Jagdgeschwader 1, le correspondía un grado mayor al de capitán, era costumbre en aquella época en el ejército alemán no ostentar un rango mayor que el del padre, y en éste caso el suyo era mayor de la reserva.
5.Tras su muerte, el mando lo tomó el capitán Wilhelm Reinhardt, el cual falleció poco después de un accidente aéreo, siendo sustituido por Hermann Göring, el que luego fue jerarca nazi y jefe de la Luftwaffe.
6. Aunque su mote más conocido es el de Barón Rojo, en realidad era conocido por los franceses como "le petit rouge", por su pequeño Albatros D.V pintado enteramente de rojo, y "Le diable rouge". Los británicos lo conocían como "Red Knight".
7. No pilotaba siempre el mismo avión aunque fuese del mismo modelo. De hecho, usó cuatro Fokker Dr.1 diferentes.
8. Aunque se cree que estos iban enteramente de rojo, parte del fuselaje y las alas iban de verde. No solo Richthofen lo llevaba de ese color. Udet, por ejemplo, también lo había pintado de rojo.
9. Su unidad, conocida como "el circo volante", no solo era llamada así por los vistosos colores de los aparatos, sino porque era constantemente destinada de una parte a otra del frente, conforme a las necesidades del momento.
10. Durante su entrenamiento como piloto debía realizar aterrizajes en campo abierto, para lo cual elegía un prado cercano a la finca de un conocido y poder así pasar la tarde cazando.
Bueno, espero que haya sido del agrado de vuecedes. Ya seguiremos hablando de más héroes.
Hale, he dicho...
Tropas australianas disparando salvas de ordenanza durante el entierro de von Richthofen en Bertangles, el 22 de abril de 1918 |
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