Bien, prosigamos con la cuestión coronaria, que aún queda tema por delante. Hoy hablaremos de una distinción no exenta de cierta polémica ya que las fuentes de la época no nos han legado datos exactos sobre ella. Hablamos de la CORONA ROSTRATA y, ya de entrada, en el mismo nombre tenemos el primer escollo porque según que autor la denominan de una forma u otra. Pero, antes de nada, conviene explicar lo de ROSTRATA, que no tiene nada que ver con ningún rostro, sino con los espolones de las galeras o ROSTRVM, malignos artefactos a los que se dedicó en su momento una interesante entrada que pueden vuecedes bichear pinchando justamente aquí. ¿Ya la han visto? Bien, como es evidente, se trataba pues de una distinción naval. Sin embargo, no data de los más remotos tiempos de Roma ya que estos ciudadanos nunca habían tenido que enfrentarse a nadie hasta que los cartagineses empezaron a tener violentas diferencias de opinión con ellos allá por el 264 a.C. Los cartagineses, hombres diestros en cuestiones navales, obligaron a los romanos de secano a combatir en un medio para el que no estaban precisamente preparados ya que ni siquiera habían inventado aún una condecoración adecuada para premiar a los marinos valerosos. No obstante, no hay menciones concretas a esta corona hasta tiempos de la República, quizás porque no tuvo la relevancia de las CORONAS CIVICAS.
Según la Historia Natural de Plinio, esta distinción se otorgaba al que primero abordase una nave enemiga durante una batalla naval, denominando al galardón como CORONA ROSTRATA. No obstante, en la misma obra cambia el nombre de esta condecoración cuando explica que, allá por el 67 a.C., Marco Terencio Varrón fue premiado con una CORONA NAVALIS por Gneo Pompeyo por su triunfo contra los piratas que infestaban el Mediterráneo en aquellos tiempos. Así mismo, Aulo Gelio y Livio la llaman también CORONA NAVALIS, con lo que aquí tenemos una de las cuestiones por solventar y que, hasta ahora, los historiadores no han podido dirimir. Sólo coinciden en su morfología, que era más o menos como la que vemos en la cabeza del Agripa vivificado de la imagen de cabecera: una corona de laurel con espolones, o sea, ROSTRI de galeras. Además, especifican que estaban hechas de oro. Añadiremos también los datos que aporta Virgilio, recogidos a su vez de Plinio, y que dan en el mismo párrafo los dos nombres a la misma corona:
Esto, traducido en román paladino, viene a decir que la CORONA ROSTRATA o CORONA NAVALIS de oro tiene el aspecto de un espolón de nave y fue dada raramente. Primero, Pompeyo Magno a M. Varrón en la guerra contra los piratas. Segundo, de Augusto a M. Agripa en la guerra de Sicilia contra Sexto Pompeyo, con el que terminó finalmente en la batalla del estrecho de Sicilia (se refiere al estrecho de Mesina), en el año 710 de la fundación de Roma (U.C. = AB URBE CONDITA, fundación de la ciudad). Para complicar aún más la cuestión, Veleyo Patérculo (manda cojones el apellido) y Séneca le dan un tercer nombre: CORONA CLASSICA. Ojo, que en este caso el término no está relacionado con las clases o el clasicismo, ya que CLASSICA en latín hace referencia a una flota o escuadra naval. ¿Hablamos de la misma corona con diferentes nombres, o por el contrario había diferentes tipos o categorías como distinción naval? No se sabe a ciencia cierta y, como está mandado, hay opiniones de todo tipo.
En primer lugar debemos tener en consideración un detalle, y es la ausencia de fuentes de cualquier tipo que nos hagan saber quiénes habían ganado esta corona desde su supuesta aparición a raíz de las Guerras Púnicas hasta el Principado. De hecho, igual que hemos visto en entradas anteriores que los ciudadanos condecorados dejaban testimonio de su testiculina en sus lápidas y demás monumentos funerarios, no hay ninguna que muestre claramente que su difunto dueño hubiese ganado una corona naval. Ya es raro, ¿no? Por otro lado, hasta el Principado solo hay dos fuentes que testifican la entrega de sendas coronas, tal como hemos citado más arriba. Sin embargo, Séneca afirmaba que solo Agripa había sido premiado con la corona en cuestión, lo que siembra aún más dudas al respecto. Pero, con todo, no es posible que fuese solo un hombre, o dos si no nos fiamos de Séneca, el que la hubiese ganado mientras que las fuentes de la época aseguraban que esa distinción se concedía al primero en abordar la nave enemiga. Así pues, en mi opinión debía haber dos tipos de coronas: una, más primitiva que desapareció posiblemente antes del Principado y que se concedía a los rangos inferiores, y otra destinada a los comandantes de la flota los cuales, obviamente, no se dedicaban a encabezar abordajes por razones obvias. Lo que ya no es tan fácil es concretar a quién estaba destinada a ROSTRATA y a quién la NAVALIS ya que, como hemos visto, se confunden ambos términos. Con todo, lo que sí está claro es que el término NAVALIS fue el que se usó a partir del Principado, por lo que la ROSTRATA bien podría ser la destinada a los héroes anónimos de las antiguas batallas navales. ¿Y qué pasa entonces con la CLASSICA? Pues, también en mi opinión, era la misma cosa que la NAVALIS ya que, al hacer referencia a una escuadra naval, es lógico pensar que su destino era el cráneo del que mandaba la flota. Y, además, ese término solo aparece precisamente tras el Principado, por lo que no es aplicable a las coronas otorgadas anteriormente a esa época.
Como vemos, la puñetera corona tiene más enigmas que la tumba de un faraón. De hecho, ni siquiera tuvo remotamente la profusión de las coronas cívicas o incluso las coronas de hierba ya que, aparte de los dos personajes anteriormente mencionados, apenas hay datos al respecto. Uno de ellos lo aporta Suetonio, que nos narra como Clau-Clau-Claudio se auto-concedió una tras su inane campaña en la Britania, a cuyo regreso al cabo de seis meses se organizó a sí mismo un fastuoso triunfo tras el que mandó poner en el frontón de palacio una corona cívica y otra naval, esta última como símbolo de su victoria sobre el océano. El aspecto de estas coronas solo nos ha llegado a través de algunas monedas en las que aparece Agripa portando una de ellas. En la foto superior tenemos algunos ejemplos. Las dos de arriba son sendos denarios. El de la izquierda muestra el perfil de Agripa con una corona naval combinada con hojas de laurel y proas de galeras. A la derecha tenemos otro del mismo personaje, pero en esta ocasión con una corona mural combinada con un espolón de la naval. Abajo a la izquierda tenemos un dupondio de bronce en el que se ven los perfiles de Agripa con su corona naval y Augusto con una corona triunfal de laurel. A la derecha mostramos una imagen similar, pero en esta ocasión sobre un denario.
Poco más se puede aportar a la vista de los escasos testimonios que han llegado a nuestros días. Uno de ellos es la averiada lápida que vemos a la izquierda, la cual da cumplida cuenta de la abundante colección de galardones obtenidos por Marco Cornelio Nigrino, un hispano natural de la actual Liria, en Valencia, que vivió en tiempos de Domiciano y que fue cónsul y legado propretor de Siria, donde ganó fama y gloria. Según reza la lápida en cuestión, durante la guerra con los dacios obtuvo entre otras recompensas nada menos que dos coronas navales que, en este caso, son denominadas como CLASSICIS. Esto corroboraría lo que comentamos anteriormente respecto a que este término se usó durante la época imperial.
En fin, esto es lo que ha dado de sí la CORONA ROSTRATA, o NAVALIS o CLASSICA. Como hemos visto, su origen y sus primeros años de vigencia son bastante misteriosos para, a partir de finales de la República, ser concedida literalmente con cuenta gotas si bien, las cosas como son, los romanos tampoco se vieron envueltos en muchas batallas navales si las comparamos con las habidas en tierra firme. No obstante, no deja de ser curioso el hecho de que las galeras o las proas rostradas hayan sido un tema muy recurrente en monedas y bajorrelieves, al menos durante la República, habiendo gran cantidad de testimonios de los mismos. Como curiosidad final, comentar que los prefectos pretorianos estaban excluidos de la escala de rangos que podían optar a este tipo de premio ya que, obviamente, esta prestigiosa unidad jamás luchaba embarcada. Por otro lado, ese detalle corroboraría el hecho de que la CORONA ROSTRATA era una condecoración que, al menos a partir del Principado, solo podía ser obtenida por los más encumbrados personajes, o sea, cónsules o emperadores.
Bueno, es hora del yantar, así que me piro inmediatamente.
Hale, he dicho
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Según la Historia Natural de Plinio, esta distinción se otorgaba al que primero abordase una nave enemiga durante una batalla naval, denominando al galardón como CORONA ROSTRATA. No obstante, en la misma obra cambia el nombre de esta condecoración cuando explica que, allá por el 67 a.C., Marco Terencio Varrón fue premiado con una CORONA NAVALIS por Gneo Pompeyo por su triunfo contra los piratas que infestaban el Mediterráneo en aquellos tiempos. Así mismo, Aulo Gelio y Livio la llaman también CORONA NAVALIS, con lo que aquí tenemos una de las cuestiones por solventar y que, hasta ahora, los historiadores no han podido dirimir. Sólo coinciden en su morfología, que era más o menos como la que vemos en la cabeza del Agripa vivificado de la imagen de cabecera: una corona de laurel con espolones, o sea, ROSTRI de galeras. Además, especifican que estaban hechas de oro. Añadiremos también los datos que aporta Virgilio, recogidos a su vez de Plinio, y que dan en el mismo párrafo los dos nombres a la misma corona:
ROSTRATA CORONA, CORONA NAVALIS AVREA, IN SPECIEM ROSTRORVM NAVALIVM
COMFORMATA, DATA RARO: PRIMVM A POMPEIO MAGNO M. VARRONIS BELLIS PIRATICIS.
SECUNDO AB AUGUSTO M. AGRIPPÆ BELLIS SICULIS ADVERSVS SEXTVM POMPEIVM
QVÆ ILLE CONFECIT EXTREMA AD FRETVM SICVLVM PVGNA, ANNO U.C.710
Denario de Augusto (c. 21 a.C.) en cuyo reverso podemos ver una CORONA NAVALIS. |
Fragmento de la Columna de Trajano en el que aparece un estandarte en cuya parte inferior se ve la proa de una galera. ¿Implica esto que esta corona fue concedida a nivel colectivo? No se sabe |
Como vemos, la puñetera corona tiene más enigmas que la tumba de un faraón. De hecho, ni siquiera tuvo remotamente la profusión de las coronas cívicas o incluso las coronas de hierba ya que, aparte de los dos personajes anteriormente mencionados, apenas hay datos al respecto. Uno de ellos lo aporta Suetonio, que nos narra como Clau-Clau-Claudio se auto-concedió una tras su inane campaña en la Britania, a cuyo regreso al cabo de seis meses se organizó a sí mismo un fastuoso triunfo tras el que mandó poner en el frontón de palacio una corona cívica y otra naval, esta última como símbolo de su victoria sobre el océano. El aspecto de estas coronas solo nos ha llegado a través de algunas monedas en las que aparece Agripa portando una de ellas. En la foto superior tenemos algunos ejemplos. Las dos de arriba son sendos denarios. El de la izquierda muestra el perfil de Agripa con una corona naval combinada con hojas de laurel y proas de galeras. A la derecha tenemos otro del mismo personaje, pero en esta ocasión con una corona mural combinada con un espolón de la naval. Abajo a la izquierda tenemos un dupondio de bronce en el que se ven los perfiles de Agripa con su corona naval y Augusto con una corona triunfal de laurel. A la derecha mostramos una imagen similar, pero en esta ocasión sobre un denario.
Poco más se puede aportar a la vista de los escasos testimonios que han llegado a nuestros días. Uno de ellos es la averiada lápida que vemos a la izquierda, la cual da cumplida cuenta de la abundante colección de galardones obtenidos por Marco Cornelio Nigrino, un hispano natural de la actual Liria, en Valencia, que vivió en tiempos de Domiciano y que fue cónsul y legado propretor de Siria, donde ganó fama y gloria. Según reza la lápida en cuestión, durante la guerra con los dacios obtuvo entre otras recompensas nada menos que dos coronas navales que, en este caso, son denominadas como CLASSICIS. Esto corroboraría lo que comentamos anteriormente respecto a que este término se usó durante la época imperial.
Denario de Gneo Pompeyo en cuyo reverso aparece una PRORA ROSTRATA como símbolo de su victoria contra los piratas de Cilicia |
Bueno, es hora del yantar, así que me piro inmediatamente.
Hale, he dicho
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