Apostaría una caja de deleitosas yemas de San Leandro más una dosis de insulina para el que sea capaz de devorarla de una tacada, a que si le preguntan a un cuñado de esos que tienen el salón lleno de colecciones de temas bélicos a base de fascículos adquiridos con santa paciencia durante décadas cuál fue el primer barco de la historia hundido por un submarino, responderían lo mismo: el Lusitania. A continuación elevarían los ojos al cielo presas de un glorioso éxtasis místico para proceder a rematarnos añadiendo con voz meliflua que lo hundió el U-20 el 7 de mayo de 1915, tras lo cual se esponjaría de gusto en su butaca con la vana pretensión de habernos hundido en la miseria. Pues va a ser que nones, odioso brother-in-law de los cojones, porque no fue el Lusitania ni tampoco durante la Gran Guerra, sino nada menos que 51 años antes. Obviamente, al cuñado se le desencajaría su abominable jeta, en su rostro lívido se dibujaría una mueca de agonía indescriptible como muestra palmaria de su asombro e incredulidad y entonces, mientras jadea a punto de sufrir un colapso por la derrota, le contamos la cruda verdad a la par que se le va deshaciendo el cerebro hasta quedar reducido a una pulpa con aspecto de comida para gatos.
La víctima, la corbeta de 12 cañones USS Housatonic. Bastaron cinco minutos para pasar a la historia como el primer buque hundido por un submarino |
El primer barco de la historia hundido por un submarino fue el USS Housatonic durante la noche del 17 de febrero de 1864, en el contexto de la Guerra de Secesión. El verdugo fue el submarino confederado CSS H.L. Hunley, que le adosó un torpedo Singer y lo mandó al fondo de la bahía de Charleston, en Carolina del Sur, donde la armada yankee había establecido un riguroso bloqueo naval. Y no pongan cara de extrañeza ni mencionen los ingenios de los españoles Monturiol y Peral ya que, aunque eran mucho más avanzados tecnológicamente que el confederado, la habitual incuria hispánica para con sus genios los relegaría al olvido mientras que otros sacaban jugo a la idea. Pero no nos liemos y vayamos con orden porque, de lo contrario, no nos enteraremos de nada. Empecemos por los
ANTECEDENTES
El USS Alligator. Tenía 14 metros de eslora y una tripulación de 12 hombres. Ni arenques en un tonel, vaya... |
La guerra submarina no era cosa nueva cuando estalló la Guerra de Secesión. Desde hacía muchos años se venía experimentando como hacer la puñeta al enemigo de forma silenciosa e invisible si bien, como es lógico, la tecnología de la época tampoco daba para muchas virguerías. Pero como es bien cierto que la necesidad agudiza el ingenio hasta límites insospechados, en este conflicto se dieron una serie de circunstancias que aceleraron de forma notable el desarrollo de este tipo de armas. Dichas circunstancias no eran otra cosa que los bloqueos navales que ambos bandos se imponían a lo largo de la costa atlántica, especialmente por parte de los estados del norte que, mucho más desarrollados a nivel industrial, disponían de una flota más numerosa y eficaz. De hecho, incluso habían construido un submarino, el USS Alligator, propulsado por remos (¡!), para posteriormente, en 1863, sustituir tan pintoresco sistema por una hélice accionada mediante una manivela. No obstante, el Alligator no tuvo tiempo de mostrar sus cualidades ya que se fue a pique el 2 de abril de aquel mismo año.
Pero los que tenían verdadera necesidad de librarse del férreo bloqueo naval eran los estados del sur, que se veían con las comunicaciones con Europa totalmente cortadas y, por ende, con la imposibilidad de importar suministros para el esfuerzo de guerra. De ahí que el gobierno de la confederación ofreciera una suntuaria recompensa de 100.000 dólares para todo aquel capaz de fabricar un barco capaz de hundir al USS New Ironsides, un ironclad que los traía por la calle de la amargura a causa del bloqueo. Para ello, varios hombres de negocios de Charleston fundaron la Southern Torpedo Company, la cual dio lugar a la construcción del David, un navío que, en pureza, no era un submarino ya que no podía navegar totalmente sumergido. El David era propulsado por un pequeño motor de vapor que, obviamente, precisaba de una chimenea para evacuar el humo de la caldera, por lo que esta asomaba por la superficie, delatando su presencia. Iba armado por un torpedo de pértiga Lee (de estos chismes ya hablaremos otro día), el cual podemos ver en el grabado superior. Pero el David no tuvo la misma suerte que su homónimo bíblico ya que fracasó en su intento por acabar con el New Ironsides durante el ataque que llevó a cabo el 5 de octubre de 1863.
Representación un tanto idealizada del Pioneer |
En fin, los confederados siguieron diseñando navíos de este tipo si bien todos adolecían el mismo problema, y es que no se podían sumergir. Sin embargo, no solo se había acometido la empresa de fabricar submarinos en Charleston. En 1861, un grupo formado por Horace Hunley, James McClintock y Baxter Watson se unieron en Nueva Orleans para diseñar y poner en funcionamiento otro tipo de navío, este con capacidad para sumergirse completamente. El resultado fue el artefacto que vemos en el grabado superior al cual bautizaron como Pioneer, una nave con forma de puro de hierro de unos 10 metros de largo y apenas 1,2 metros por su parte más ancha. Iba tripulado por dos hombres, uno de los cuales era el que tendría que echar los bofes dándole vueltas a la manivela que hacía girar la hélice mientras el otro gobernaba el barco. El aire era renovado por un simple tubo que permanecía unido a un flotador en la superficie, y el lastre sería regulado mediante bombas manuales.
Foto de la Park & Lions de tiempos de la guerra civil |
Plano de planta y sección del Hunley realizado de memoria por el teniente Alexander tras el hundimiento de la nave. |
En ese mínimo espacio tenían que darle al manubrio los siete tripulantes. Como podemos ver, no era un trabajo apto para claustrofóbicos |
HECHOS
El Hunley en dique seco tras ser recuperado de su segundo hundimiento |
Dibujo realizado en 1900 que muestra la disposición de los tripulantes del Hunley. Todo muy amplio y cómodo como se puede ver |
El teniente Dixon y sus siete voluntarios se disponen a embarcar en el Hunley. Es la noche del 17 de febrero de 1864 |
El submarino iría armado con un torpedo de pértiga, como ya se comentó anteriormente, diseñado por Singer. Este chisme consistía en un cilindro de cobre con capacidad para unos 40 kilos de pólvora negra que, al parecer, serían detonados por una espoleta a distancia. O sea, que una vez adosado al costado de la nave enemiga, el submarino se retiraría a una distancia de seguridad de unos 45 metros manteniéndose unido al torpedo mediante un alambre. Una vez alcanzada la distancia de seguridad bastaría tirar del mismo para iniciar la carga que, contra un casco de madera, era suficiente para abrir una vía de agua a lo bestia como podemos ver en el grabado superior, que muestra una prueba realizada en Francia en 1877 en el casco de la fragata La Bayonnaise. Como queda patente, los efectos de este tipo de armas eran de lo más expeditivos.
Torpedo Dixon. A la derecha se puede ver la espoleta y el iniciador de la misma |
Se han hecho multitud de conjeturas acerca de las causas del hundimiento del submarino, pero personalmente me inclino por la que sugiere que pudo haber sido alcanzado por la onda expansiva del torpedo. Quizás se vieron obligados a detonarlo antes de alcanzar la distancia de seguridad para no ser machacados por la artillería del Housatonic, que a la vista del panorama se estarían disponiendo a abrir fuego a toda prisa. La cosa es que a más de 8 kilómetros de la costa y pudiendo alcanzar una velocidad máxima de solo 7 km/h. en superficie, siempre y cuando no hubiese impedimentos de ningún tipo, cabe suponer que la explosión abriría alguna fisura o grieta en la endeble estructura de la nave de forma que acabó inundándose, pereciendo todos sus tripulantes. La moneda de 20 dólares no le sirvió de nada en esta ocasión al pobre Dixon. En el mapa que mostramos aparece dentro de un óvalo rojo la marcación del lugar proximado donde fue botado el Hunley en la isla Sullivan que, en realidad, era en aquella época una porción de tierra firme semi-aislada del continente por una marisma que se extendía al norte de la misma.
George E. Dixon |
En fin, así es como fue hundido un navío por un submarino por primera vez en la historia. Cierto es que tuvieron un mal fario impresionante incluyendo a su constructor principal, a sus tres tripulaciones y a su postrero comandante, que tiene cojones salir vivo de una batalla para acabar ahogado en un chisme semejante, pero el destino es así de cruel. En todo caso, seguro que sus cuñados lo celebraron largo y tendido los muy canallas.
Bueno, pues ya está.
Hale, he dicho
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