El lochaber fue, como tantas otras herramientas agrícolas, adaptada para su uso como arma por los milicianos plebeyos que, a falta de otra cosa, se veían obligados a recurrir a sus aperos cuando eran llamados a la guerra. En éste caso, se trata de un arma usada exclusivamente por los highlanders escoceses tanto en sus luchas entre clanes como contra los ingleses. Al parecer, el nombre con que la conocemos proviene del lugar donde surgió su uso como arma, Loch Abar, o Lochaber, uno de los ocho distritos en que se dividían antiguamente las Tierras Altas o Highlands. Sin embargo, el nombre con que los escoceses denominaban ésta peculiar arma en gaélico era como tuagh-catha. Según he podido indagar, tuagh significa hacha, y pic-catha es alabarda, de modo que ya podemos hacernos una idea del sentido del palabro.
La primera referencia que se tiene del lochaber como arma data de 1570, concretamente en la batalla de Bug Garbhain, en la que una pequeña mesnada de 200 hombres del clan Mackintosh se adentró en tierras de los Cameron y en la que fueron derrotados por estos al mando de su líder Donald Cameron, conocido como Taillear Dunh na Tuaighe (Taylor, el Negro del Hacha) y armados con lochabers. Con todo, es más que probable que ya fuera usada anteriormente aunque no haya constancia escrita de ello.
En sí, era un arma bastante básica, con bastante semejanza con el berdiche. Constaba de una gran hoja usada como hacha o podadera y provista de un gancho o cleek cuya aplicación era tirar de las ramas cortadas de los árboles o para cargar fardos o pacas de mies en las eras e incluso para ayudarse a trepar muros. Estaba montada en una asta de entre 150 y 180 cm. de largo, e iba unida por dos argollas que podían estar soldadas a la cuchilla o bien remachadas a la misma. Básicamente, su uso en combate era similar al de una alabarda o una bisarma: una gran cuchilla para descargar golpes de filo, una pica para hacer frente a la caballería y un gancho para derribar jinetes.
Parece ser que la infantería escocesa desarrolló una táctica específica para el uso de esta arma contra la caballería ya que, al carecer de una pica verdaderamente efectiva y estar destinada su cuchilla más para cortar que para otra cosa, optaban por dividirse en pequeños cuadros antes de que la caballería llegase al contacto, permitiendo que ésta se infiltrara entre los huecos dejados entre las filas. En ese momento y haciendo uso de los ganchos, derribaban a los jinetes y los remataban en el suelo a golpes de cuchilla.
A la derecha podemos ver tres variantes de ésta arma. La primera, a la izquierda, tiene una cuchilla terminada en pica que va unida al asta mediante dos argollas remachadas a la misma. De la argolla superior emerge el gancho. La siguiente muestra una hoja más "agrícola", ya que carece de punta y puede usarse solo como hacha. El gancho, en éste caso, va soldado al extremo superior del asta. La última es similar, pero con la cuchilla curvada. Como vemos, se trata de un arma capaz de desarrollar una gran energía cinética debido a su peso, y según algunas descripciones de la época, una cota de malla no era capaz de resistir el potente tajo de un lochaber.
Ya en el siglo XVIII, el lochaber empezó a caer en la obsolescencia. Con todo, hay constancia incluso de manuales para su uso, como el que vemos en la lámina de la izquierda. Forma parte de los Bocetos de Penicuik, unos dibujos anónimos realizados en esa ciudad cercana a Edimburgo cuando la revuelta jacobita de 1745. En ésta, muchas unidades escocesas aún iban armadas con lochabers debido a la escasez que tenían de armas de fuego. Quizás la última actuación de estas armas tuvo lugar durante la batalla de Culloden (16 de abril de 1746), cuando el ejército inglés aplastó a las tropas del aspirante jacobita Carlos Estuardo. La infantería inglesa, provista de mosquetes con bayonetas, llevó a cabo una verdadera carnicería contra las tropas del pretendiente, en su mayoría armadas aún como en plena Edad Media a base de espadas, escudos y armas enastadas como la que nos ocupa.
Tras éste conflicto, el lochaber quedó relegado como arma policial para los guardias urbanos de Edimburgo, que la usaron hasta una época bastante tardía.
Bueno, con ésta entrada inauguramos el año.
Hale, he dicho
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