Bueno, prosigamos...
ARTILLERÍA
Cañón de 155 mm. modelo 1877 sistema De Bange, la pieza más potente emplazada en estos fuertes. |
En el proyecto inicial, los fuertes que componían el perímetro defensivo de Verdún tenían prevista una dotación de determinadas bocas de fuego de artillería de plaza conforme a los usos de la época, las cuales eran emplazadas tras los parapetos y separadas unas de otras mediante traveses para anular los efectos del temible fuego de enfilada. Pero la crisis del torpedo mencionada en la entrada anterior que obligó a reformar los métodos constructivos del momento también relegó a la obsolescencia a este tipo de artillería ya que, debido a la enorme potencia de los nuevos explosivos, bastaría una andanada bien colocada para borrar del mapa toda la artillería emplazada en un fuerte. Así pues, los cañones de 155, 120 y 95 mm. dejaron paso a casamatas blindadas capaces de resistir lo que les echaran encima de forma que tanto las piezas como sus servidores pudieran mantener disciplina de fuego aunque les llovieran las bombas enemigas.
Estas casamatas retráctiles ya estaban más que inventadas por el capitán británico Cowper Coles en 1857 para uso naval, pero fue el comandante Galopin, un ingeniero militar gabacho, el que desarrolló la que equiparía a los fuertes de Verdún. Estas casamatas, diseñadas en 1889, irían armadas con dos obuses de 155 mm. que, mediante un sistema de contrapesos, podían ascender o ser ocultadas en apenas tres segundos y efectuar un giro de 360º en solo un minuto. Sin embargo, los algo más de tres metros de longitud de los cañones obligaban a fabricar una enorme casamata cuyo precio se disparaba hasta los 850.000 francos, por lo que se optó por una versión reducida de la misma que iba armada con un solo obús al que se había reducido la longitud del cañón a solo 1,18 metros. Esta versión, denominada como 155R (R de raccourci, acortado), iba instalada en una casamata de solo 4,1 metros de diámetro- la anterior era de 5,4 metros- protegida por una cúpula de 30 cm. de espesor. Su peso total era de 70 toneladas y era mucho más barata que su hermana mayor: "solo" 537.500 francos oro cada una. De la versión larga solo se llegaron a fabricar cinco ejemplares instaladas en los fuertes de Manonviller- dos unidades-, Pont St. Vincent, d'Arches y la batería de L'Eperon, mientras que de la recortada se terminaron trece unidades si bien solo se llegaron a instalar doce, siendo las primeras en entrar en servicio las destinadas a los fuertes de Douaumont, Moulainville y Rozelier, emplazadas en 1908 y siendo necesaria una dotación de 20-22 servidores para el funcionamiento de cada pieza.
La artillería secundaria la componían los famosos cañones de 75 mm. modelo 1897, unas piezas que fueron una verdadera pesadilla para las tropas tedescas por su mortífera cadencia de tiro y el amplio surtido de proyectiles que era capaz de disparar, siendo especialmente temibles los metralleros que diezmaban a las tropas refugiadas en trincheras o que avanzaban por tierra de nadie. Al igual que la casamata anterior, fue también el comandante Galopin el que realizó el diseño el cual contemplaba la instalación de dos cañones en cada una. Con una cadencia de entre once disparos por minuto por pieza y un alcance de casi cinco kilómetros, las dos casamatas emplazadas en Douaumont podrían mantener a raya a cualquier fuerza que intentara aproximarse al recinto. La casamata, embutida en un cilindro de hormigón como su hermana mayor, se basaba en un funcionamiento similar tal como podemos ver en el gráfico superior. Tal como se puede apreciar, constaba de un contrapeso unido a una leva que podía ser accionado por dos hombres para que la casamata emergiera o se ocultara en apenas tres segundos. En cuanto a sus dimensiones, eran de solo 2,3 metros de diámetro y alcanzaban un peso de 85 toneladas. La dotación de cada una de ellas era de 15 hombres, su costo ascendía a 310.000 francos oro y su puesta en servicio tuvo lugar el 7 de abril de 1913.
A continuación tenemos las casamatas para las ametralladoras, de las que fueron instaladas dos unidades en el fuerte de Douaumont. Dichas casamatas estaban equipadas con dos ametralladoras Hotchkiss de 8 mm. que, como se aprecia en la foto, estaban colocadas coaxialmente, pero una más elevada que la otra para poder alimentarlas sin problema- recordemos que funcionaban con peines-, y la idea no era hacer uso de ambas al mismo tiempo, sino de forma alternativa para dar lugar a que una se enfriara mientras la otra mantenía fuego sostenido. La dotación para estas casamatas era de cuatro hombres, siendo el tirador el que hacía girar la misma empujando con los pies ya que el único mecanismo de que disponían era el elevador. Ante ella y a un nivel inferior se encontraba una pequeña cúpula de observación desde la cual se informaba a los servidores de las máquinas la posición del enemigo mediante un sistema acústico de tubos como los empleados en los buques de la época. El mecanismo para emerger u ocultarse era también de contrapesos, siendo el peso de cada casamata de 25 toneladas. Su precio era de 72.000 francos, mientras que el de las cúpulas de observación, que también estaban instaladas delante de las casamatas de los cañones, era de solo 15.000 francos y pesaban 7,5 toneladas. Su ángulo de visión era de 240º y carecían de capacidad para girar.
Por último tenemos las piezas destinadas a la defensa de los fosos, las cuales ya se mencionaron en la entrada anterior. Se trataba de seis cañones revólver Hotchkiss de 40 mm. modelo 1879 (foto de la izqda.) el cual podía alcanzar una cadencia de tiro de hasta 60 disparos por minuto, lo que convertiría el sector del foso donde disparase en un verdadero infierno. Por otro lado disponían de cuatro piezas de a 12 modelo 1853/59 como la que vemos a la derecha, un viejo cañón de bronce de 121 mm. de calibre que solo lograba una cadencia de un disparo por minuto. Como recordaremos de la entrada de ayer, estas piezas estaban emplazadas en las casamatas construidas en la contraescarpa del foso para batir los mismos en caso de verlo invadido por los enemigos.
Bien, como hemos visto, la concentración de fortificaciones y de artillería en el sector de Verdún hacían impensable un avance enemigo en esa zona. La dotación de bocas de fuego era impresionante: 427 piezas de artillería, 268 ametralladoras, 86 morteros y 203 cañones revólver más un reserva de 250 cañones, 50 morteros y ocho ametralladoras. A eso, añadir una guarnición total de 64.400 hombres. Así pues, más de uno se dirá que era cuasi imposible avanzar por esa zona sin ser literalmente convertidos en comida para gatos. Sin embargo, nada de eso ocurrió. ¿Cómo fue posible? Veamos...
LA CAÍDA DEL FUERTE DE DOUAUMONT
Obús Gamma de 42 cm. Esta pieza era la versión de artillería de sitio del famoso M-Gërat, el Gran Bertha |
Antes y después del pueblo de Douaumont. Lo único que quedó del mismo tras la batalla fue un cartel indicando que allí estaba la población. Fue literalmente borrado del mapa. |
A la izquierda, el teniente Eugen Radtke. A la derecha, el capitán Hans Joachim Haupt |
A la izqda. el sargento Kunze. A la dcha. el teniente Brandis. En el cuello se puede ver la Orden Pour le Mèrite obtenida por hacer una llamada telefónica en el momento justo. |
Aspecto de la zona de la contraescarpa por donde entraron las tropas alemanas. Se observa parte de la valla metálica destruida por la artillería |
Así pues, el que era el más poderoso enclave defensivo de Verdún fue tomado por un puñado de soldados alemanes en apenas media hora. Los defensores, atocinados y escondidos en las entrañas del fuerte, no hicieron absolutamente nada por defenderlo salvo los servidores de la casamata de 155 mm. que, sin enterarse de nada de lo que estaba ocurriendo en el interior del recinto, seguían disparando no sabían hacia donde, pero suponiendo que habría alemanes donde caían sus obuses hasta que fueron finalmente hechos prisioneros. De hecho, la conquista fue tan fácil que los alemanes, temiendo que fuera una trampa y que en realidad lo que querían los gabachos era volar el fuerte con ellos dentro, lo registraron a conciencia en busca de explosivos. En cuanto a la impresión causada en el ejército francés, la caída de Douaumont fue un verdadero cataclismo y una humillación que les costó la propia vida digerir. Para los alemanes, fue un triunfo de los que hacen época, y en las ciudades se hicieron repicar las campanas y se cerraron los colegios al día siguiente en cuanto se supo la noticia, la cual fue publicada a bombo y platillo en todos los periódicos bajo el titular de "Douaumont ist gefallen!" (¡Douaumont ha caído!). Por contra, los gabachos, más corridos que una mona, dieron una noticia más falsa que una moneda de plomo en la que aseguraban que los tedescos habían intentado conquistar el fuerte varias veces sufriendo gran cantidad de bajas. Sin embargo, la única que hubo fue un soldado que se desolló una rodilla el solito.
En fin, de esta forma tan prosaica fue conquistado el poderoso fuerte de Douaumont, aproximadamente a las 16:30 horas del 25 de febrero de 1916. No obstante, esta historia no termina aquí ya que los gabachos, muy cabreados, hicieron lo imposible por recuperarlo, pero eso ya lo contaré otro día.
Hale, he dicho
Para leer la primera parte, pinchar aquí
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