Juraría por mis aristocráticas barbas que si hay un bicho que cualquier primate, incluyendo a los cuñados con severas carencias intelectuales, identifican con la cosa heráldica, es el águila. De hecho, la vemos en mogollón de escudos de armas, tanto nobiliarios como de países, y es indudable que proporcionan a los blasones una prestancia inigualable. Su fuerza, su fiereza, su vuelo altanero y su desafiante apariencia la han asociado desde los tiempos más remotos al poder y al valor. De hecho, se puede considerar al águila como la bestia heráldica más antigua que se conoce, y durante siglos ha figurado y figura en los blasones de los linajes más encumbrados del planeta salvo, naturalmente, en los de países de nuevo cuño como yankeelandia que, carentes de historia de la buena, se intentaron igualar a los demás plantando un águila calva que resulta un poco bastante quiero y no puedo, la verdad... Bien, todos sabemos que el águila es un pájaro sumamente chulo y tal, pero no viene mal ponernos en contexto con un
INTROITO
Bajorrelieve que muestra a Imdugud, una deidad sumeria representada con forma de águila y cabeza de león. Era el dios del Viento del Sur y de las tormentas |
Siglos más tarde, el águila no perdió su categoría como símbolo divino. Tanto griegos como romanos, herederos estos últimos del panteón de los primeros, no dudaron en escoger el águila y el rayo como atributos del poder del principal dios y mandamás de la miríada de dioses que regían hasta las más mínimas actividades de los mortales. e hecho, y según algunos tratadistas, el águila tomó en manos de los probos imperialistas latinos carta de naturaleza como animal heráldico aunque la heráldica no se inventara hasta siglos más tarde.
AQVILIFER de una legión. Eran elegidos entre los hombres más bragados de cada unidad ya que debían defender el águila con su vida, y palmarla si era preciso para impedir que le fuera arrebatada |
Por lo demás, el AQVILA LEGIONIS no solo era la insignia sagrada de una legión, sino que incluso los SCVTA de sus componentes mostraban los atributos de su dios principal: los rayos y, en vez del águila completa, las alas de la misma, diseño que por cierto trascendió en el tiempo hasta la Edad Media, cuando fueron denominados como vuelos o medios vuelos, ya se representase una sola ala o ambas. En la foto de la izquierda podemos ver un grupo de probos ciudadanos recreacionistas con sus escudos alados y rayados. En algunos casos, y según el comandante de la unidad, se añadían una o dos TABVLÆ ANSATA, unos pequeños rectángulos de bronce donde se grababa el número de la legión.
Reverso de una moneda de 5 francos de Napoladrón III. Como ven, el águila es idéntica a la usada por Roma |
Bien, este breve introito nos permite ponernos en contexto y saber algo sobre el origen del águila como bestia noble asimilada desde hace 50 siglos al menos a los dioses más divinos. Pasemos pues a su existencia como animal heráldico en España, donde ocupa el tercer puesto tras el lobo y el león y muy por encima de otras aves incluidas las rapaces.
La introducción en los reinos peninsulares del águila se desarrolló a lo largo del siglo XIII. Al parecer, el primer monarca que adoptó esta bestia como una enseña personal fue el gigantesco Sancho VII el Fuerte, rey de Navarra que se meó en las calaveras de los negros que defendían el pabellón del miramamolín en la gloriosa jornada de Las Navas. Según algunos cronistas, su padre, Sancho VI, ya hacía uso del águila y la empleaba como firma en algunos documentos, pero su sucesor lo adoptó de forma definitiva tanto como complemento de su firma como en el SIGILLVM e incluso como distintivo personal. En la foto de la izquierda tenemos un documento en el que aparece el águila en cuestión, trazada por su propia mano y no la de algún amanuense regio. Como salta a la vista, el águila de Don Sancho ya tenía el aspecto de las que surgieron posteriormente: la vemos en posición frontal, con las alas desplegadas y las patas y la cola abiertas, mostrando sus tarsos y garras, y la cabeza de perfil.
Don Sancho no se conformó con hacer dibujitos aguileños en el papeleo burocrático de su reino sino que, además, pasó a hacer uso del ave en su sello, como ya hemos dicho, modificando de ese modo el habitual en sus ancestros, que solían representarse a sí mismos cabalgando en actitud de cargar contra los enemigos embrazando la lanza y protegiéndose con los típicos escudos de cometa de la época. Además, no ponían en el sello ninguna referencia a sus personas, por lo que todo quisque debía dar por sentado que se trataba de tal o cual monarca. Sin embargo, Don Sancho rompió los esquemas y diseñó uno mucho más chulo. A la derecha podemos verlo. Arriba vemos un ejemplar original, y debajo una recreación del mismo obra de Don Ignacio Vicente Cascante, autor de la "Heráldica General y Fuentes de las Armas de España". En este caso sí se especifica claramente quién es el dueño del SIGILLVM. En una cara aparece Don Sancho en la pose habitual, pero embrazando un escudo donde figura el águila negra de su firma, y una orla que reza "SANCIUS . DEI . GRATIA REX . NAVARRE" (Sancho, rey de Navarra por la gracia de Dios), mientras que en la otra cara vemos la misma águila, también orlada por una inscripción que dice "BENEDICTVS. DOMINVS. DEUS. MEVS." (Bendito Señor Dios mío), y rematada por una cruz patada. Por cierto que es curioso el uso de forma indistinta de la U y la V, que en todos los casos se pronunciaba como U.
El suntuoso sepulcro renacentista de Doña Beatriz de Suabia, situado en la epístola de la Capilla Real de la catedral de Sevilla. En el detalle pueden ver el águila de los Hohenstaufen |
En lo tocante a Castilla, el primer infante que asumió el águila en su blasón fue el infante Don Felipe (c. 1231-1274), un peculiar personaje destinado a la carrera eclesiástica que gozó de los rangos más elevados, que para eso era un infante de Castilla, siendo incluso designado como primer arzobispo de Sevilla si bien nunca llegó a detentar el cargo en favor de su coadjutor, Raimundo de Losana. Sin embargo, parece ser que la vida clerical no satisfacía al noble infante, que acabó colgando los hábitos para casarse en 1258 con la princesa Cristina de Noruega (1234-1262). Bien, la cuestión es que Don Felipe tomo como armas un cuartelado con el castillo de Castilla y el águila de los Hohensteufen aportada por su madre. El resultado pueden verlo a la derecha y no difiere prácticamente nada del creado por el rey navarro, mostrándose en posición frontal, con las alas extendidas y caídas hacia abajo, la cola y las patas abiertas y la cabeza mirando hacia la derecha (sí, Vds. la ven hacia la izquierda, pero recuerden que la descripción de los escudos se da como si uno estuviera dentro del escudo).
En cuanto a la aportación de la rama de los Hohenstaufen de Sicilia, básicamente estaba concebida de la misma forma que la del infante castellano. En este caso, el infante Don Jaime, heredero a la corona aragonesa, también tomó las armas maternas para añadirlas a un blasón cuartelado junto a las paternas, en este caso los cuatro palos de gules sobre oro de Aragón. Ojo, y que nadie salte graznando que esa es la banderita de Cataluña, porque no tiene nada que ver el tocino con la velocidad, y menos aún las banderas de las taifas actuales con las enseñas medievales. No olviden que Petronila, hija de Ramiro II el Monje, se matrimonió con el conde de Barcelona (Cataluña estaba aún por inventar), cuyas armas eran los cuatro palos y no esa chorrada de la "cuatribarrada" que tanto repiten los ignaros de estos tiempos que no saben un carajo de nada, porque cuatro barras son otra cosa totalmente distinta a cuatro palos. Sea como fuere, y al prevalecer la línea masculina aunque fuese de inferior rango a la femenina, los dichosos palos de Ramón Berenguer IV se convirtieron en la Señal Real, y a sus títulos condales añadió el de PRINCEPS de Aragón al convertirse en el consorte.
Finalmente, debemos añadir el que posteriormente se convirtió en el escudo del reino de la Dos Sicilias, concedido inicialmente a los hermanos de Don Jaime, Federico y Pedro que, al quedarse inicialmente en infantes a secas, adoptaron un blasón con las mismas armas, pero cuartelado en sotuer, siendo la primera vez que esta partición se adoptaba en la heráldica hispana con la finalidad de diferenciar entre las armas regias de las de sus hermanos. Con todo, y como decimos, con el paso del tiempo fueron las usadas por las Dos Sicilias al renunciar Jaime I al dicho reino, siendo asumido por su hermano Fadrique. Fue por este motivo por el que las armas de un infante se convirtieron en un reino hasta que, con la extinción de la Casa de Habsburgo, dicho reino quedó desvinculado de la corona española, si bien sus reyes seguían perteneciendo a la nueva casa reinante, los Borbón. Ya en el siglo XIV, el águila está definitivamente consolidada como bestia heráldica con la misma forma que hemos visto hasta ahora, siempre en sable (negro) salvo que se indique algún detalle contrario, como el color del pico, la lengua, las patas o las garras. Las distintas variantes ya las veremos en mejor ocasión, porque son mogollón de ellas.
Para ir concluyendo, que con la joía caló no estoy para muchas florituras, añadiremos que el águila española por antonomasia es la que hemos visto hasta ahora, recibiendo el nombre de águila pasmada. Su ejemplo más representativo es la del escudo Isabel I de Castilla y, posteriormente, de los Reyes Católicos, siglos después recuperado por el extinto Caudillo y por lo cual es señalado como un "escudo franquista" por la rojambre casposa e ignara que respira el mismo aire que los demás primates patrios. Una variante es el águila exployada, galicismo derivado de éployée (desplegada), en cuyo caso el ave se presenta con las alas desplegadas formando una curvatura hacia arriba. Su diseño pueden verlo a la izquierda. Actualmente podemos encontrar en la red tropocientos ciudadanos pseudo-heraldistas que ofrecen al respetable la elaboración de su escudo de armas, si bien omiten que, como he repetido cienes de veces, los blasones no pertenecen a los apellidos, sino a las familias. Bien, la cosa es que casi la práctica totalidad de ellos plantan águilas exployadas en vez de águilas pasmadas, que sería la "reglamentaria" en España. Solo si se especifica que el águila irá exployada es cuando se presentará de esta forma. Otros, aún más "expertos", creen que el águila exployada es la bicéfala, lo que también es un error notable.
El águila bicéfala surgió a mediados del siglo XII de la mano de Teodoro I Láscaris, emperador de Nicea. Las dos cabezas tenían un claro significado: Teodoro tenía la intención de unificar el Imperio Romano de Oriente con el de Occidente, cosa que no llegó a ocurrir. Tras la restauración del Imperio Bizantino en 1259 por Miguel VIII Paleólogo, éste adoptó el águila bicéfala como símbolo de dicho imperio, que perduró hasta que los malditos infieles adoradores del falso profeta Mahoma se apoderasen de su capital, Constantinopla, en 1453. A Iván III, zar de Rusia (zar o, mejor dicho, tsar, es la corrupción fonética de CÆSAR), casado con Sofía Paleólogo, le faltó tiempo para auto-instituirse como aspirante al extinto imperio bizantino por el linaje de su parienta, adoptando el águila bicéfala. Lo mismo hicieron los emperadores del Sacro Imperio y, en resumen, todos los que se consideraban con derecho a la corona bizantina que quedaría en manos de los otomanos para siempre, lo que no impidió que tuviera más novios que la guapa del pueblo. Ese es el origen de águila bicéfala que muchos confunden con el águila exployada.
En España fue introducida por Carlos I cuando fue coronado como emperador del Sacro Imperio, pero los heraldistas hispanos no admitían ese bicho que parecía un experimento fallido de laboratorio. Así pues, optaron por considerarla como dos águilas superpuestas con las cabezas contornadas, uséase, cada una mirando hacia un lado. De hecho, no era un capricho de los reyes de armas de la época, sino una infracción de las reglas heráldicas españolas. En Alemania, por el contrario, no eran consideradas como animales monstruosos tanto en cuando sus mandamases eran los primeros en plasmarlas en sus blasones.
Concluimos con el escudo de los Reyes Católicos, cuartelado con las armas de ambos monarcas y con los símbolos propios de cada uno de ellos: el yugo y el nudo gordiano por parte de Don Fernando y las flechas de Doña Isabel. Las acémilas actuales, refocilándose en su idiocia crónica, creen que como se ven un yugo y unas flechas tienen algo que ver con la Falange, y que el águila de San Juan (un águila pasmada limbada) fue un invento de Franco. Más de uno ha "exigido" la destrucción de estos escudos acogiéndose a la Ley de Memoria Selectiva sin molestarse en averiguar de qué época son. Por desgracia, ser gobernados por un psicópata y dar voz a estultos que precisan hasta de un manual de instrucciones para hacer buen uso del papel higiénico, traen estos desafueros que serían risibles si no implicaran atentados palmarios contra nuestra historia.
En fin, con esto terminamos. Más adelante ya dedicaremos otro articulillo a dar cuenta de la extensa variedad de águilas heráldicas, que dan tema para rato.
Que el estío les sea leve.
Hale, he dicho
CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM
ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA
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