Bien, hoy toca, como salta a la vista por la ilustración con que encabezamos la entrada, la insigne caballería. Este cuerpo, que inicialmente se nutría con la aristocracia romana debido al alto costo de la montura y su mantenimiento- recordemos que los miembros del ejército debían costearse su equipo en aquellos tiempos- también se preocupó de buscarse un escudo adecuado a sus necesidades y a su forma de combatir que, como ya podemos suponer, no tenía nada que ver con la de la infantería. Un jinete debía enfrentarse a los enemigos procurando en todo momento ofrecer su costado izquierdo y, para no caer escabechado a las primeras de cambio, debía disponer de un escudo lo suficientemente grande como para cubrir su persona al máximo. Debemos tener en cuenta que estos EQVITIS montaban sin la ayuda del estribo, por lo que su estabilidad en la silla no era la que tenían los caballeros medievales. Además, la mínima protección que les ofrecían sus lorigas, que no llegaban más allá de la cintura, los hacía especialmente vulnerables.
De esto no tardaron mucho en darse cuenta de que sus primitivos escudos no daban la talla a la hora de combatir. Se trataba de unas adargas circulares fabricadas con piel de buey que eran denominadas como POPANVM por su similitud con unos pasteles del mismo nombre usados en sus sacrificios rituales. Estos escudos, al parecer de origen sabino, carecían de la resistencia adecuada para ir por ahí conquistando el mundo, así que, según Polibio, fueron desechados por modelos de origen griego, más robustos por estar fabricados con madera y cuero si bien no especificó en qué momento tuvo lugar el cambio de tipología. En la ilustración superior podemos ver la apariencia de estos escudos. El bajorrelieve representa al caudillo sabino Metio Curtio cayéndose de cabeza con su penco en una zona pantanosa donde, según la leyenda, luego surgió el lago Curtio. La escultura permite apreciar con detalle el aspecto de su POPANVM, con la zona central en bajorrelieve y una cabeza de Gorgona pintada en la misma. Al lado tenemos una reconstrucción en la que quizás se puedan ver mejor los detalles.
Por cierto que este tipo de escudo gozó de una breve reaparición hacia finales de la República según el testimonio que ofrece ese bajorrelieve, perteneciente al monumento funerario de un EQVES que cruzó la Laguna Estigia camino al Averno en Tesalónica, hacia tiempos de Augusto. La escena muestra al difunto con un crío- su hijo o un joven esclavo- portando el POPANVM en plan escudero, mientras que su caballo se puede ver a través de una ventana. No obstante, puede que esta tipología fuera retomada más bien con meros fines ornamentales, votivos o para paradas y desfiles varios. Y a todo esto, la POPANVM era una especia de torta que se elaboraba a base de harina, queso y miel, y digo yo que si la ofrecían a los dioses no debía estar mala porque es de todos sabido que Júpiter y compañía gastaban muy mala leche cuando se cabreaban, y más si les ofrecían viandas u ofrendas asquerosillas.
Prosiguiendo con el sustituto de la POPANVM, a la izquierda tenemos la PARMA que tomó el relevo a la misma. Su anverso presenta la misma SPINA que sus colegas de infantería, pero en este caso no sirve para alojar la mano que empuña el escudo ya que, como vemos en la imagen del reverso, el sistema de agarre es el mismo que el de los aspis: una abrazadera de bronce y una manija de cuero. Esta PARMA sigue el sistema de construcción que se impuso desde aquella época, a base de listones pegados y cubiertos con cuero para darle consistencia. Sin embargo, estas pequeñas rodelas solo cubrían el tronco del jinete, quedando sus piernas expuestas a los golpes de los enemigos, así que pronto tuvieron que volver a cambiar de escudo porque eso de regresar a casa con una pierna de menos no resultaba nada atrayente al personal.
Así pues, parece ser que se inclinaron por un enorme escudo de origen galo como el que muestra el jinete de la de foto de la derecha, presente en la decoración de una crátera datada en la primera mitad del siglo IV a.C. que se conserva en el Museo de la Universidad de Leipzig. Como vemos, se trata de una pieza de generosas dimensiones, de forma oblonga y provista de una SPINA vertical aparte de una serie de figuras decorativas. El escudo, gracias a su gran tamaño, no solo cubre el tronco y la pierna izquierda del jinete, sino incluso los ijares de su montura. Y como en este caso no precisaba que tuviera la habitual curvatura de los modelos de infantería ya que solo se requería cubrir una parte del cuerpo, la sección del escudo era completamente plana, morfología esta que se mantuvo a lo largo del tiempo sin variaciones de ningún tipo en ese sentido.
Y ahí tenemos el resultado: el CLIPEVS, el que sería durante siglos el escudo reglamentario de la caballería romana. De hecho, perduró hasta la extinción del imperio sin apenas modificaciones salvo las concernientes a la decoración de los mismos que, como sabemos, fueron variando a lo largo del tiempo. Según podemos apreciar, se trataba de un escudo plano de forma hexagonal u oblonga, enteramente rodeados por una cantonera de bronce que los preservaba de los daños propios de la batalla y el uso cotidiano. En el centro estaban provistos de un umbo de hierro o bronce, y la sujeción se llevaba a cabo mediante una simple manija, lo que no ha dejado siempre de llamarme la atención por el hecho de que, en ese caso, los jinetes debían empuñar su escudo y las riendas con la misma mano, y ello sin la ayuda de un tiracol como los usados en la Edad Media. Soy de la opinión de que es posible que la usaran aunque no haya testimonios gráficos de ello, y más si tenemos en cuenta que los CLIPEI, como todos los escudos romanos, estaban provistos de dos anillas para la correa de transporte que, en este caso, bien podrían hacer las veces de tiracol.
El sistema de fabricación de los CLIPEI era el mismo que se empleaba con los demás modelos de infantería, por lo que debía ser muy pesado, sobre todo a la hora de manejarlo a lomos de un caballo, motivo este por el que, como antes comentaba, me inclino a pensar que usaban un tiracol o incluso un sistema de empuñe basado en el aspis, con abrazadera y manija. Sea como fuere, no hay constancia del aspecto que tenían el reverso de estos escudos, así que nos quedaremos con las ganas de saberlo a ciencia cierta. Por lo demás, al igual que sus hermanos de armas, los CLIPEI disponían de una funda de cuero para preservarlos durante las marchas y los acantonamientos. En este caso, la reconstrucción que he realizado está basada en la que hizo Connolly, que a su vez se basó en los restos de una funda hallada en Valkenburg y que recreó con una abertura para el umbo. A mi parecer, lo que le ocurrió es que perdió el parche de cuero que cubría el umbo, y no que fuera descubierto. Colijo que lo lógico sería que esa pieza, precisamente por su vulnerablidad a la lluvia y los ambientes húmedos cuando estaba fabricada de hierro, debía estar también cubierta. Por otro lado, dicha abertura permitiría la entrada de agua, perjudicando el resto del escudo, de ahí que haya recreado una funda completamente cerrada por el anverso.
En lo tocante al transporte, los EQVITIS al menos se libraban de cargarlo sobre sus sufridos lomos durante las marchas. Según Josefo, la costumbre era llevarlos colgando terciados en el lado izquierdo de la silla, pendiendo de la misma por los cuernos de ese ladode la misma mediante una correa de cuero de la forma que vemos en la figura A, o bien bajo el sudadero, tal como aparece en la figura B. Cabe pensar que la primera forma se adoptaba cuando había cierto peligro y era posible tener que recurrir al escudo en cualquier instante ya que esa manera de llevarlo no debía ser cómoda, reposando sobre la pierna del jinete, o bien en caso de ir el EQVES caminando junto a su montura. La que hemos visto en la figura B sería la ideal para marchas o traslados por zonas no hostiles ya que al ir bajo el sudadero no estorbaba la pierna en ningún modo. En todo caso, estas dos formas de transportar el escudo aparecen en diversas escenas de la Columna de Trajano, por lo que no puede haber duda de que hayan sido habituales en la caballería romana.
Bueno, se acabó por hoy.
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